José Blanco Amor

Escritor, periodista. Y como decían sus mejores amigos, el «cerebro» del diario «La Nación».
PROLOGO EN EL LIBRO DE FERNAN MIRÁ, EXTRACTADO DEL LIBRO:

CARTA A MODO DE PROLOGO

Querido amigo: Como te lo había prometida, leí tu libro PARTIDA DE NACIMIENTO DE CRISTÓBAL COLON, y me ha parecido un trabajo ímprobo al servicio de una noble causa. Conozco tu fervoroso entusiasmo por reivindicar rara España hechos históricos que figuran por el inundo con nombre de otros o específicamente alterados. Tu bregar porque se llame COLOMBIA a América, en homenaje a Colón, es digno de ser seguido con el interés que despiertan las empresas de noble intención. Cuando llegué a Buenos Aires como emigrante —comienzos de 1930— había en la colectividad gallega cierta efervescencia sobre el tema que tú ahora expones. Y digo, «cierta», porque no todo el mundo apoyaba la tesis de Celso García de la Riega, sobre «Colón gallego. Y no porque no les agradase mucho la idea. Por el contrario. Los periódicos y revistas que entonces se publicaban, acentuaban cuanto pedían todo lo que sirviera para destacar el aporte gallego a la historia de España y a través de ella, al Descubrimiento, Conquista y Colonización de América. La galleguidad de Colón era un motivo demasiado importante como para que lo dejaran pasar por alto Pero se decía entonces que la tesis de García de la Riega había sido desvirtuada por investigaciones posteriores.

Galicia dio hombres y mujeres, figuras excepcionales cada uno en su esfera, a España y a América. Pero Galicia dio algo más, envió al Nuevo Mundo a muchos miles de sus hijos. Unos se sumaron a los países en que residieron y formaron sus hogares, otros retornaron a España y los más contribuyeron a fortalecer la personalidad de los pueblos jóvenes de este continente con su sentido de la responsabilidad, su rectitud mora) y su lealtad a las leyes establecidas, y también con su rebeldía contra las leyes cuando creían que no eran justas. Creo sinceramente que la mayor aportación de Galicia c-i relación con América, ha sido su sangre. De un extremo ?1 otro, el continente americano está salpicado de nombres gallegos. SÍ .que. remos separarlos —injustamente, a mi modo de ver— del relató de los españoles, tendremos elementos suficientes de juicio para tejer una vasta historia de sacrificios, de esperanzas, de generosidad, de impulso creador, de vitalidad racial al servicio de America. Como los demás españoles. Lo reconoció muy bien el presidenta Nixon cuando estableció (1970) la «Semana del Legado Hispánico», en reemplazo del italianizante «Columbus Day», con que se celebraba la conmemoración del Descubrimiento de América y en fechas pos. temores, no coincidentes con el memorable «12 de Octubre»… Hecho que año tras año desazonaba a la representación diplomática de Empaña y por ende a la numerosa colectividad española residente, Nixon lo hizo en homenaje a España y a los españoles que habían llevado al territorio de los Estados Unidos de Norteamérica, arquitectura, arte, costumbres, métodos de vida, cultura —toda una civilización, en una palabra —y allí la dejaron como testimonio de su paso por esta parte del mundo. El gesto de Nixon, no es aislado. Hoy nadie ignora que tres siglos vitales de su historia los vivió España en América, para América y al servicio de América. Y si se ignora (o se oculta, o se hace que se ignora) es siempre por razones políticas. Nadie que tenga una somera información sobre la epopeya española en América puede desconocer hoy cuánto España sembró en este continente incorporado a Occidente gracias a ella. Reclama nuestra gratitud la disposición que a partir del pasado 1974, dejó establecida el alcalde de ciudad de Nueva York, al instituir la «Semana de la Hispanidad», del 6 al 12, inclusives, del mes de Octubre, Y ¡qué feliz coincidencia! También en ese 1974, la Sala de Representantes de la Ciudad de Buenos Aires, instituye en idéntico lapso la «Semana déla Hispanidad», a propuesta de los señores Representantes Unamuno y Rosato. Sé de tu actuación, amigo Fernán Mira, como Secretario de la Comisión Coordinadora de los Actos Conmemorativos. Estas cosas — y tantas otras más que podríamos enumerar dichas así a vuelamáquina, son suficientes títulos y referencias para que España y su región más bella Galicia se consideren afortunada; por haber sido elegidas por el destino histórico para darle al mundo un Nuevo Mundo y disponer de un espacio de trescientos años para sembrar en él la semilla de sus universidades y de sus instituciones, de su cultura y de su idiosincracia. Tres siglos prolongados después por una emigración de gente de trabajo que ha traído aquí su decencia ancestral y su rectitud moral para vivir su vida y fundar su hogar en el ambiente nuevo. Yo no puedo opinar con autoridad sobre la galleguidad de Colón.

Yo no soy historiador. Soy, eso sí, un comentarista de hechos histórico —esta es la única libertad que me permito por el campo de la historia— que me enseñan a frenar mis impulsos y modificar mis sentimientos y me obligan marchar por caminos contrarios a mis más caros deseos. Sólo se podrá conocer la verdad de un hecho determinado —con referencia a la Historia— cuando los investigadores en esta materia, que tienen su mente hecha al análisis, compulsen documentos de irrefutable autenticidad histórica —sin apasionamientos ni tampoco mordacidades— y con equidad y juicio sereno saquen a luz la verdad. Esta es mi respuesta o tu pedido para prologar tu libro sobre Colón no sabría, aunque lo intentase, traer hoy a la actualidad el tema de «Colón gallego». No encontraría palabras para justificar mi presencia en una disputa cuyo veredicto lo dará Ja historia en su oportunidad. Utiliza estas palabras como consideres oportuno. Si crees que te pueden servir para algo, además de demostrarte con ellas el respeto que tengo por tu hispanismo sin desmayos, inclúyelas en tu libro. Felicitaciones y un fuerte abrazo.

José Blanco Amor


Fernán Mirá:

Fernán Mira, deja constancia de gratitud para su buen amigc José Blanco Amor, por la generosidad del envío de las lincas tras, critas. Testimonio de una reciprocidad, de afectos sustentados al correr de más de tres décadas convividas en el seno de una colectividad fraterna. Su gesio es sencido y denota una alta nobleza. Ni rehusa ni iampoco elude el pedido de «prologar» este libro, claro está a su manera, aun estando ajeno a su tesis —valga la expresión—. No por desconocerla, sino —como bien lo aclara— porgue «no sabría, aunque lo intentase, traer a la actualidad el tema de «Colón gallego». Y sin embargo me acompaña.

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