La Gallega

Notas recopilatorias del libro «La Gallega» de C.Gª de la Riega

Como la mejor fuente, y más documentada, sobre la Nao capitana de Cristóbal Colón, es el libro de D. Celso Gª de la Riega titulado “La gallega” recogemos aquí un documento que el autor describe en el décimo capítulo de dicho libro, sobre un contrato de un flete que se realiza en 1489 en el que se enumeran las mercaderías que transporta y las rutas marítimas que realiza el navío. Como todo contrato comercial de la época está escrito con arreglo a las normas y modos de redacción que se usaban entonces, está lleno de abreviaturas, signos y vírgulas que hacen especialmente dificultoso el interpretarlo en algunos tramos. Pero sin lugar a equivocarnos, las interpretaciones que realiza D. Celso nos parecen bastante adecuadas y perfectamente argumentadas y razonadas, teniendo en cuenta las circunstancias de cómo se redactaba en aquella época este tipo de documentos.

 

En este documento hay dos alusiones a la embarcación en distintos momentos de la redacción, uno es el siguiente:

«por ende en nom do «dito a° vaasqs po el e po vertude da dta «carta de pder Afreto de vos ferna cervyño «besiño da dta villa o boso nabio | q deus salue q dise por nom sta m (Santa María) «o q 1 agora esta a o porto da pont da dta «villa de pontvedra pa q plasendo a deus « o d ° a ° vaasqs ¡ carrege o d ° navio de sal «en o prto da dta villa de a veiro | pa a dta «villa de pontvedra ou pa a villa de pdron.

La versión actual sería:

Por lo tanto en nombre del dicho a, ustedes o vosotros, por virtud de dicha carta de poder acerca de usted Fernando Cervyño vecino de la dicha villa, su navío que dios cuide y que dice por nombre sta m(Santa Maria) y que ahora está en el puerto del puente de la dicha villa de Pontevedra y que placiendo a dios y a todos ustedes, cargue el dicho navío de sal en el puerto de la dicha villa de Aveiro para la dicha villa de Pontevedra o para la villa de Padron. Sigue leyendo La Gallega

El juicio a Colón

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El Juicio a Colón

 

Acabo de leer con atención un articulo, que a forma de alegato, se publicó en la pag. Colonianos procedente del diario “la Razon” y firmado por Ignacio Mollá.

 

Este es, como ya he dicho, un alegato de conclusiones, como si de un juicio real se tratare. Pues bien, no puedo estar mas de acuerdo con lo expuesto, razones que forman parte del pensamiento critico que he ido formando sobre el personaje conforme el conocimiento ha ido creciendo.

 

Es cierto que hoy en día se tiene muchísima mas información sobre los hechos acontecidos en el descubrimiento y posteriores, porque el trabajo de investigación ha repuntado de forma importante en las últimas décadas, y ese trabajo ha sacado a la luz legajos de documentos que han dado nuevas informaciones que , en algunos casos, han modificado, explicado y/o cambiado hechos históricos. Sigue leyendo El juicio a Colón

APUNTES DEL DIARIO DE NAVEGACION

Observaciones escritas en el diario del 1º viaje, el del descubrimiento, de Cristóbal Colón.

Los seguidores de todos los acontecimientos relacionados con Cristóbal Colón y la magna tarea del descubrimiento de un nuevo mundo, estamos convencidos que fue un adelantado a su tiempo, por acontecimientos, conocimientos y capacidad intelectual, características que encumbran al gran marino.

Entre lo anecdótico leyendo el diario del 1º viaje, donde se hayan todos los acontecimientos que se produjeron durante dicho viaje, dos anotaciones en días distintos sobre dos fenómenos naturales que acontecieron durante el trayecto, llaman poderosamente nuestra atención.

El primer suceso ya iniciado el primer viaje ocurre en Las Islas Canarias:

Diario de Colon en el 1º viajeDía: Agosto de 1492 – Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife, que es muy alta en gran manera.

En la Biografía del Almirante, escrita por su hijo, hace D. Fernando Colón el siguiente comentario del mismo acontecimiento:

Recogió al hombre que lo guiaba (El del carabelón) y paso aquella noche cerca de Tenerife, en cuya montaña se veian salir grandísimas llamas, de lo que maravillándose su gente les dio a entender el fundamento y la causa de tal fuego, comprobando todo con el ejemplo del monte Etna de Sicilia y otros muchos montes donde se veía lo mismo.

En el libro de A. Fernández Fernández (Colaboración a la solución del problema coloniano) explica que El conocimiento de Colón sobre volcanes y el hecho de explicar mas o menos exactamente el fenómeno, a su maravillada gente, demuestra una vez mas, sus conocimientos generales” “Aunque esta observación no constituye un descubrimiento científico, si es una contribución al progreso de la ciencia geológica”. Como recuerda también Humboldt al nombrar este volcán recordaremos que a Cristóbal Colon deben los geólogos las noticias de la fecha exacta de la erupción del Pico de Tenerife.

Este extracto, que esta tomado del libro antes citado, muestra no solamente el conocimiento que Cristóbal Colón poseía de ésta materia, muestra además otros dos aspectos muy significativos del descubridor: Uno la didáctica, cómo explica detalladamente, según refiere D. Fernando Colón, a su gente el fenómeno que están presenciando maravillados. El Almirante con estas disertaciones proporciona a la tripulación un conocimiento de carácter científico inusual en su tiempo, con ello consigue además generar cierto sosiego ante la intranquilidad generada en la tripulación por las posibles consecuencias que la erupción pudiera acarrear.

La segunda lectura que se aprecia es, que al nombrar el volcán Etna, está afirmando conocerlo, por lo que entendemos navegó por las aguas del estrecho de Mesina, presenciando el mismo fenómeno en la susodicha isla de Sicilia. El que surcara el Mar Mediterráneo no es ningún descubrimiento, el mismo Colon lo menciona al hablar de la colaboración que tuvo con el Rey Reynel de la Provenza, el solo apunte al nombrar el volcán italiano, que entra en erupción casi de forma constante, ratifica una vez mas, que él estuvo allí.

El siguiente fenómeno que anotó en el diario de a bordo, se trata de un maremoto. Desgraciadamente en estos últimos años hemos presenciado dos acontecimientos catastróficos de consecuencias desastrosas, fruto de la fuerza de la naturaleza, concretamente el poder de destrucción que puede generar el mar, concretamente nos referimos a los maremotos (Tsunami en japonés). Cristóbal Colón describe el paso de un maremoto en la ruta que seguía hacia las Antillas en el diario de a bordo:

Diario de a bordo, día 23 de Septiembre de 1492.
Navegó al Norueste, y a las veces a la cuarta de Norte, y a las veces a su camino, que era el Oueste, y andaría hasta 22 leguas; Vieron una Tórtola y un Alcatraz, y otro pajarito de rio, y otras aves blancas; las yerbas eran muchas, y hallaron cangrejos en ellas, y como la mar estuviese mansa y llana murmuraban la gente diciendo: que pues por allí no había mar grande que nunca ventaría para volver a España; pero después alzose mucho la mar y sin viento, que los asombraba, por lo cual dice aquí el Almirante; así que muy necesario me fue la mar alta, que no pareció, salvo el tiempo de los judíos cuando salieron de Egipto contra Moisés que los sacaba del cautiverio.

Alzóse mucho la mar y sin viento, previamente dice que la mar estaba mansa y llana. Esta descripción tan exacta no corresponde a otra cosa que no sea un maremoto.

Cristóbal Colón describe claramente que pasó un maremoto en el Atlántico, además es el primer personaje de la historia que menciona tal fenómeno en dicho Océano.

En este párrafo no parece haya ilustración por parte del Almirante, por la forma en la que narra el hecho, él es uno más de los sorprendidos por la aparición de la ola gigante, que a modo de muro se les acercaría inexorable pasando las tres naves por encima como papel en el agua. Muy posiblemente fuese la primera y única experiencia de un fenómeno como éste, y es muy descriptiva la forma en que lo hace, la mar estaba mansa y llana, justo como se comporta antes de la llegada de la ola. Aludiendo a la huida de Moisés y los suyos de Egipto, no hace mas que hallar en la Biblia un hecho singularmente comparable, que hoy está justificado científicamente que fue un maremoto en la costa del Mar Mediterráneo, anticipando Colón una explicación científica de aquel fenómeno en cinco siglos, solo alguien de prodigiosa inteligencia podría hacer algo así.

No es extraño que un maremoto se presente en el Océano Atlántico, y mas en la ruta que siguieron las tres naves de Colón, ya que se encuentra dentro del área de influencia ignea, y por lo tanto susceptible de terremotos submarinos.

Esta imagen de la gran ola, es sobrepasada por un barco, de igual forma debió ocurrirle a las Carabelas.

El mito de Cristóbal Colón

La propuesta de Marcelo Gaya plantea muchas cuestiones, todas diferentes entre sí, dejando constancia de un conocimiento muy profundo de la tesis gallega, se atreve a discutir muy acertadamente la disonancia  existente del comportamiento de Colón, posterior y anterior al descubrimiento.

Hace un relato pormenorizado del Colón que todos conocemos, profundizando en sus costumbres, lenguaje, personalidad, comportamientos, aptitudes y actitudes. Cómo, sistemáticamente, oculta su origen, incluso a sus hijos, por mas que se investiga, no hay rastro de la vida anterior al descubrimiento del insigne marino. En esencia es lo que todos conocemos del Almirante, enriquecido con aportaciones y apreciaciones personales del autor.

La vida “anterior” del Almirante que nos han enseñado, hoy, como dice E. Zás, dogma petrificado, es la descripción de un personaje con unas características completamente distintas a las conocidas, tal es así que Marcelo Gaya llega a plantear la posibilidad que los dos personajes existieron realmente pero  independientes, y que el descubridor hubiese tomado, o copiado o usurpado, el nombre del genovés. Cita en su libro el siguiente párrafo “Desgraciadamente, sin hablar de las contradicciones que presentan entre sí tales documentaciones  (Se refiere a los documentos genovistas  )y a pesar de que cada una esté sostenida por numerosas pruebas de su exactitud aparente, todas adolecen del mismo defecto: las consecuencias de las noticias que se dan del Cristóbal Colón antes de 1485 están en desacuerdo con los actos del Cristóbal Colón después de 1845, o sea: la reconstrucción de la vida del descubridor de América antes de que entre en la historia no es compatible con lo que de él se sabe después de esa misma entrada en la Historia. Las piezas del rompecabezas de su existencia no concuerdan”.

Las razones de que el Almirante ocultara su pasado antes de 1485, presuponemos que tienen que ver con la vida de P. Madruga, pero eso lo sabemos en la actualidad, M. Gaya coloca a C. Colón en Tuy,  porque evocando el lenguaje del Almirante, mezcla de castellano, portugués y gallego, le hace pensar que su origen estaba en tierras fronterizas, que    mediante tratados entre reinos rectificaban fronteras.

En la primera lectura del libro,  sorprenden algunas ideas del autor que plasma en forma de preguntas, como quien quiere aclarar determinadas lagunas correspondientes a los misterios que rodean “el mito de Cristóbal Colon”.

Al final de segundo capítulo hace una descripción del Almirante en lo tocante a su aspecto físico y rasgos personales donde establece claramente una sustancial diferencia entre el antes y el después de hacer historia.

“En lo tocante al aspecto moral, su personalidad es indiscutible. Volveremos sobre ciertos rasgos característicos de su mentalidad, además de un afán de lucro que le hacía caer en mezquindades indignas de su posición social, una falta total de generosidad, una egolatría sin límites, una grandilocuencia natural rayando a veces en lo poético, una constancia confundible, casi, con la obstinación, el desagradecimiento mas grande cuando su interés estaba en juego, y una bajeza sin límites cuando podía favorecer ese mismo interés. Añadamos a esto una gran irascibilidad, sobre todo para con sus iguales e inferiores, y un auténtico valor ante los peligros acostumbrados de la vida marítima. En una palabra, el carácter de un hombre llenísimo de ambición, falto de escrúpulos, pero en nada el carácter de un viajante corredor de comercio.»

¡El Cristóbal Colón posterior a 1476 no era, pues, el Cristóbal Colón de antes de 1476!

¡Si señor!

 

El mito de Cristóbal Colón. 1953. Marcelo Gaya y Delrue.

Edito: Capitulo 27 de la propuesta Mallorquina de Colón «El enigma de Colón»

La reseña  a continuación escrita pertenece a una publicación del propio Académico efectuada al publicar su libro.

La impresión que se saca de toda la Colombotecapublicada y sin publicar aún, hasta la fecha, pero que nadie se ha atrevido a formular abiertamente, es que Cristóbal Colón, a partir de 1485, y más aún después de 1492, cuando hubo alcanzado la fama, cuenta acerca de su pasado una fábula aprendida, pero mal aprendida, la historia de otro y que se compone, con la historia de este otro, una personalidad de juventud que no es la suya…

Esta impresión notada al leer las biografías más serias y más modernas del Almirante, así como las de sus contemporáneos, se la comunicaba un día a una de mis alumnas cuya vivísima inteligencia y perspicacia siempre me habían seducido y decíale cómo, cualquiera que fuese la hipótesis admitida, uno siempre daba con unas objeciones de tal peso que, en conciencia, veíase obligado a abandonarla para repetirse un constante, irritante y desesperante «¡¿Qué sé yo?!».

Séame lícito dar aquí públicas gracias a esta alumna, la señora doña Genoveva Dire de Boudoire, no sólo por la valiosísima ayuda que aportó en la labor preparatoria de este trabajo, sino también porque me alentó en los momentos de impaciencia (por no decir peor) provocados por el enigma colombino, cuya clave me dió su genial intuición.

«-¿Qué sé yo? -repetíale, pues, un día de perplejidad mayor que la de otros…

-Pero… ¿Y si hubiera habido sustitución de personalidad? -me preguntó, de repente, mi interlocutora.

-¿Cómo es eso?

-Sí, si el Almirante, por una razón o por otra, ¿hubiese tomado el nombre de «Colón» cuando la desaparición del verdadero «Colón»?… En este caso, las biografías del Colón genovés serían exactas pero no se aplicarían al Almirante puesto que serían dos personas diferentes, lo que explicaría esas dudas y esas contradicciones cuando de su juventud se trata y también el que no haya tenido nunca ninguna relación con su supuesta familia genovesa…».

Esta hipótesis, aunque muy atrevida a priori, fue para mí un rayo de luz en esta enmarañada historia.

 

Marcelo Gaya y Delrue
Zaragoza, 1953