LA HISTORIA DEL PRE-DESCUBRIMIENTO – Por Alejandro J. Rodríguez del Busto.

«La Gaceta», Miércoles 29 de Octubre de 1930, Tucumán.
Juicio crítico sobre la tesis de don Luis de Ulloa.

Por Alejandro J. Rodríguez del Busto.

Cristóbal Colón, en todos los tiempos pasados, presentes y futuros, ha sido, es y será siempre, Cristóbal Colón; nunca fue Cristóforo Columbo o Columbus; ni genovés, ni castellano, ni manchego, ni catalán; fue siempre y es del linaje de los De Colón (como él mismo ha dicho), de Pontevedra, gallego. ¡La Justicia Divina, que es la Verdad inmaculada, en sus claros resplandores, iluminará al Mundo!

Consta de un modo incontrastable e incontrovertible por los estudios publicados en libros y en artículos periodísticos, que tanto han tratado de Cristóbal Colón español y pontevedrés, que llevaron al ánimo universal esa creencia firme, y esa fe, como lo demostraron en sus trabajos: el doctor Celso García de la Riega, de Pontevedra, hace treinta años; doctor Otero Sánchez, del mismo punto; el alcalde del mismo lugar, gran historiador, que no recuerdo el nombre; de Buenos Aires, el muy ilustrado español, doctor Rafael Calzada (de Navia), con dos tomos en diferentes épocas; de Tegucigalpa (Honduras), el doctor García López, la obra más grande e informativa sobre la tesis de Colón español y pontevedrés, por haber hecho una profunda recopilación de todo lo escrito sobre el mismo tema, habiendo transcripto varias páginas de un escrito mío, donde me nombra, honrándome y distinguiéndome entre otros muchos historiadores, de cuya obra ilustrada me dedicó un ejemplar, otra obra también grandiosa; fue escrita en Pontevedra y editada en Londres; siendo sus autores, dos miembros de la Real Academia de la Historia, «en Londres»; también, habiendo recopilado autores y datos de los mismos «Archivos de Pontevedra»; con pruebas pétreas de la familia y linaje de Colón, en su misma casa solariega y en los templos de esta ciudad; y otros autores, que no recuerdo en este momento.

El concurso internacional a que invitó el muy ilustre patricio, filántropo y docto Luca de Tena propietario y director del diario ilustrado el «A.B.C.», de Madrid, sobre la concesión de premio suyo de 50.000 pesetas, al que mejor probase la nacionalidad española del descubridor de América, Cristóbal Colón, vino al fin, a quedar desierto; según mi opinión fundada, por haber él exigido a última hora, que los invitados al concurso, tenían que llevar sus trabajos escritos en tres idiomas, que eran; en español, por el interés de España y de Hispanoamérica; en inglés, por Inglaterra y Angloamérica; y en italiano, por su tesis sobre el descubridor Cristóforo Columbo.

Muchísimo me extraña que un historiador y geógrafo, como don Luis de Ulloa, no haya visto y estudiado los trabajos que cito anteriormente en libros y periódicos, probando acabadamente, sin dejar lugar a dudas, que Cristóbal Colón, era como todos sus antepasados de al ciudad hermosa y vía de Pontevedra; así como todos sus descendientes son nacidos en la «Península Hispana» o en sus dominios; por lo mismo creo yo, que el señor Ulloa se equivocó al seguir un árbol genealógico, que no pudo ser jamás, y no es, el del descubridor de América, Cristóbal Colón; porque Colón, que no sabía hablar más que en su lengua oficial, que era la gallega, y el latín que estudió en Pontevedra, no sabía hablar catalán, como hablaría sin duda, el que, él mismo, pone como descubridor, con los nombres de la Leyenda que él mismo cita, de Joannes Sedvas, o sea, Juan Columbus, o sea Juan Colom; niego rotundamente, que Colón tuviera jamás estos tres nombres tan distintos entre sí; ¿y después? pregunto yo; ¿cómo pasaron esos tres nombres a convertirse con sus apellidos correspondientes, en el nombre y apellido de pura cepa hispana, de Cristóbal Colón? El último apellido hispano, podría tener como catalán, como tiene, mucho parecido en su lengua a la gallega, pues las dos lenguas conservan mucho más latín que el castellano, como «Conca» en gallego, es lo mismo en catalán, que en castellano se dice «Cuenca»; «ribera» en gallego, es lo mismo en catalán, que en castellano quiere decir «orilla del mar o del río», y otra infinidad de términos.

Tampoco acepto con fundamentos sobrados de razón: que una hipótesis del señor Ulloa, la convierta él mismo en realidad, y que él mismo también la crea: que el personaje catalán Colom abandonó las flotas danesa e inglesa en Islandia; y se fue (dice) «parece», porque duda aún el señor Ulloa, a las costas del Labrador; y de ahí, le supone a Juan Colom, solo en su barquito, con una ruta completamente imposible, barajando costas e islas inabordables en esa fecha, como Terranova; y sigue las costas del Canadá y de Norte América, rumbeando al Sur por las de Florida, pasa por frente a la isla Guanahani, en las Lucayas (que fue la primera que descubrió Cristóbal Colón, el de Pontevedra); y de ahí, lo hace tomar rumbo al S.E. para encontrar la isla «la Española» (Santo Domingo que descubrió el pontevedrés Colón) y así la bautizó, descubriendo solamente la parte septentrional y levantando el plano hidrográfico de esas costas; y después, supone, y lo hace ir desde el «Mar Caribe», de las Antillas, con rumbo Este, cruzando al revés, el «Mar de Sargazos» o «Golf Stream», como le llaman los ingleses; por muy audaz que fuera Juan Colom, si fuera marino, jamás habría de ir a Europa contra vientos y corrientes, que siguen eternamente corriendo, como les marcó el «Supremo Creador» del oriente al Occidente, entre el Ecuador y el Trópico de Cáncer; corriendo de línea recta, desde la costa sur de la isla «Hierro» de las «Canarias», hasta el «Golfo» o «Seno Mejicano» que encierra «El Mar Caribe» con todas las Antillas, lamiendo y batiendo sin fin todas sus costas.

Puedo estar conforme, en que Colón, después de haberse salvado del naufragio a nado y en una tabla al frente de las costas portuguesas, dejase la vida de pirata que tenía sostenida por los reyes de Portugal y de Francia, contra el monarca aragonés don Juan II.
Pudo haber ido a Inglaterra y a Dinamarca a unirse (con su barquichuelo, digo yo), a una expedición enviada a «Islandia» y Groenlandia en 1477; pero al regresar los daneses a su país, como dice el señor Ulloa, que Colón siguió adelante, con la ruta que descubrió anteriormente, supuesta por este señor, yo sostengo que Colón, el verdadero descubridor, no siguió ese viaje para él imposible, como digo más antes; y lo verosímil, y arreglado a la ciencia náutica, era que Colón se volviera a su base, que era siempre, en la península «Hispania» o «Ibérica»; así que, esa leyenda, es de todo punto falsa para el verdadero descubridor; lo mismo, que para el supuesto descubridor Joannes Sedva, o Juan Columbus, o Joam Colom, o Juan Bautista Colom, y para todo navegante; veamos como: Es «Islandia» la isla más septentrional del «Océano Atlántico», la costa al norte, el «Círculo Polar Artico», a los 65° de latitud Norte, que corriendo el mismo paralelo, corta las zonas glaciales del «Estrecho de Bering», los territorios de «Alaska» y la zona septentrional de la «Siberia». La «Groenlandia», territorio que ya corresponde al continente americano, y que viene desde el Polo Norte, hasta el cabo «Farewell», también lo corta el paralelo del «Círculo Polar Artico» en la parte Sur, con más de 2.200.000 km. 2c. y está totalmente ocupada por los hielos.

Los barquitos de esa época, para esa empresa, son una irrisión, una simple cáscara de nuez, eran lanchones sin cubierta, a remo, y cuando más, una o dos velas latinas. ¡Colocándonos, pues, en esas alturas de nieves perpétuas, rodeadas de neblinas infinitas, de bancos de nieve, en medio de todo lo ignoto, sin planos, sin faros en las costas apocalípticas! ¡Que aún hoy, aterra a los más audaces exploradores, pereciendo la mayor parte, por infinitas causas que sobrevienen! ¡Huracanes desencadenados arrollan todo cuanto encuentran a su ruta vertiginosa! ¿Qué sería del pobre infeliz que se atreviera en un lanchón a semejante travesía? Con esto, creo, que queda ya destrozada la ruta hipotética del señor Ulloa; y vamos a otra cosa.
Antes de seguir adelante, voy a aclarar un concepto que es: que todos cuantos se presentan con proyectos extravagantes, sin bases fundamentales, con candidatos de descubridores de América, los hacen aparecer primero con nombres extraños, haciendo una red confusa de sus nombres apócrifos y genealógicos inciertos; para resultar después del tejido revuelto, afirmando: que esos nombres, siempre fueron los del descubridor Cristóbal Colón, confundiendo lastimosamente a los lectores; y haciendo historias, que jamás pudieron comprobar, porque lo hacen al verdadero descubridor, aparecer todo lo diferentes que fue en su vida, como en el lugar de su nacimiento. Así, cuando aparece no es un solo personaje, como pretenden, son dos personajes: «uno verdadero; otro ficticio: Cristóbal Colón», siempre fue y será el verdadero; en sus actos más solemnes de su vida, como en las «Capitulaciones» ante los Reyes Católicos en Santa Fe, firmó con mano firme, y muy bien, su nombre español de «Cristóbal Colón»; y lo mismo hizo al firmar en «Velladolid su institución mayorazga» para el bien de sus descendientes; porque esos dos documentos, si pusiera nombres apócrifos, bien sabía él, que hacía la desgracia de su grandiosa empresa, y la desgracia también de sus descendientes; y ahí, en esa misma institución él, declaraba: que era del linaje de los «De Colón; que aquí, decía», encontrarán mi familia a la vuelta de algún cabo; como se encontró en los archivos que dejo citados de «Pontevedra».

EL CROQUIS DE LA ESPAÑOLA (SANTO DOMINGO)

Dice el señor Ulloa: He aquí un documento de interés extraordinario, como prueba a favor de la teoría del predescubrimiento. Trazado de mano de Colón en 1492, este plano de la costa de la Isla Española (Santo Domingo), fue entregado por el gran navegante a los Reyes Católicos y quedó en poder de éstos, antes de emprender Colón el viaje desde Palos. (1) La cruz indica el lugar en que se supone fondeó el buque de Colón en su primera visita a dicha isla. Este croquis, dice Ulloa, que lo encontró en el «Archivo Histórico Nacional» de Madrid, después de veinticinco años de investigaciones. Como verán, en estas mismas columnas publico yo otro croquis, también de Colón, y que es el mismo croquis pero con diferente origen, croquis que yo dibujé de otro autor español copiado en estos días, aquí estoy descubriendo la incógnita del señor Ulloa.

(1) He ahí la gran mixtificación, diciendo sin embargo la verdad. Si entrega plano y otros documentos a los reyes por los cuales fue creído, es decir, los entregó Colón al P. Marchena en confesión y éste a los reyes, antes de salir de Palos, entonces, Colón había estado en La Española antes de la fecha indicada. Los parciales, como los apasionados, «tienen ojos y no ven».

Donde él dice suponiendo, que la cruz en el croquis representa el punto donde fondeó Colón, es un craso error; para ese trabajo hidrográfico, tendría que fondear muchas veces y sondear sea con el mismo buque en que iba, o con una canoa o lancha.
Esa cruz representa, como está dibujada, para los náuticos, la orientación de la costa descubierta, como yo he puesto en este momento en el plano por mí dibujado, pues para el marino que va a la descubierta, lo primero que tiene que atender es la orientación de lo descubierto.
Colón, desde que nació hasta que murió, no tuvo más parientes en el mundo que los de su familia, por la parte paterna, los De Colón, y por parte materna, los de Fonterrosa; y cuando cambió de estado, casándose en Lisboa, quedó emparentado con esa familia. En esta ciudad estaba desde el año 1484.
Contrajo matrimonio allí, con Felipa Muñiz de Palestrello, hija de Bernardo Palestrello, piloto italiano, que puesto al servicio de Portugal, había llegado a ser el primer gobernador de la Isla de Porto Santo (Madera).
La viuda de éste, entregó a Colón los papeles, mapas, diarios e instrumentos de su marido, que debieron servir de mucho a aquél.
Colón, completó sus estudios en Portugal. Después que su nombre se hizo famoso, fueron frecuentes los relatos de corsario y pirata, acometiendo osadas empresas, durante su primera juventud, y hasta mandando un buque de guerra perteneciente a Reinato de Arijón, conde de Provenza, pero la mayor parte de los relatos y pormenores, están en desacuerdo con los hechos históricos, suficientemente conocidos.
Los portugueses en esa época eran los marinos más hábiles del mundo y más emprendedores; y entre ellos pudo fácilmente Colón, haber adquirido todo el conocimiento y pericia que revelan sus hechos posteriores. Dedicóse al trazado de mapas y planos, sin prejuicio de tomar parte en bastantes expediciones a Guinea, a otros puntos de la costa africana, a los puertos del Mediterráneo y a Inglaterra, viajes todos que solían hacer con frecuencia las naves portuguesas.
Estos viajes le dieron ocasión de pasar una temporada en «Porto Santo» donde su mujer había heredado algunas propiedades, y en donde nació su hijo Diego.
Algo más aventurada y rara fue una expedición, a la cual se ha asignado la fecha definitiva de 1477, que hizo a la isla de Thule o Islandia.
En todo este relato se ve el error de Ulloa; que Colón, jamás tuvo parientes de la nobleza catalana; los de él son Colón y Fonterrosa, apellidos gallegos: el 1° es aumentativo de «Colo», que es cuello; Colón es cuellazo; Fonterrosa, es en castellano Fuente-Rosa.
Que el viaje a «Islandia» ahí concluyó; y no siguió, como he probado ya. Que la isla Madera ahí estaba cuando vivía él en la capital, que yo conozco la casa donde vivía en el Funchal, casa heredada en su viaje forzado por una tempestad, que le hizo dar popa y correr al Oeste hasta descubrir La Española, ese es el plano del viaje apocalíptico de Sánchez, que llegó moribundo al puerto del «Funchal» con tres marineros más en el mismo estado; y Colón los llevó a su casa en una lancha y ahí murieron, y antes, le pidió a Sánchez le diese diarios de navegación, planos levantados y derroteros; le dio todo; y ese fue el secreto; y la copia de ese plano es el que aparece en estos escritos.
Por no abusar de las columnas de este ilustrado diario, dejo este trabajo para otro día; y también por mi vista, y mi edad avanzada; pero ya se formarán los lectores una idea y una opinión completamente contraria a la nueva tesis del Colom catalán de don Luis de Ulloa.

Alejandro F. Rodríguez del Busto.

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