El Descubrimiento de América considerado bajo diversos aspectos

miniaturapeynoPor J. Peynó

Las hondas convulsiones internas que agi­tan a muchos países hispanoamericanos, no ha sido óbice para que este año, como los ante­riores, se conmemorase con toda esplendidez la gloriosa efemérides del acontecimiento más grande de la Historia de la Humanidad des­pués del nacimiento del Hijo de Dios.

‘Pero en Cuba esta efemérides de afirmación de la confraternidad hispanoamericana ha re­vestido mayores proporciones que otras veces, sellándose con brillantes actos culturales, re­ligiosos, sociales y militares, en cuya organi­zación tomaron parte entusiasta la Sociedad Colombista Pan-Americana, la Orden de los Caballeros de Colón, el Lyceum y el Ejército con asistencia del Cuerpo Diplomático.

CULTURA GALLEGA no puede tampoco pasar en silencio el gran suceso del Descubri­miento de América, considerándolo bajo di­versos aspectos a cual más interesantes. Pue­de a/firmarse enfáticamente que España pro­dujo una múltiple evolución, de caracteres tan trascendentales como variados.

En la esfera mercantil, el descubrimiento mareó el paso del centro de la actividad de los puertos del Mediterráneo a los del Atlán­tico. Hizo más intenso y extenso el intercam­bio.

Imprimió enorme impulso a la navegación. El feudalismo, ya herido por las consecuen­cias económicas de las cruzadas, experimentó, como resultada del acrecentamiento de los me­dios de cambio, la depreciación de las rentas territoriales. Surgieron, con mayores bríos, las clases industrial y comercial.

En el orden científico, señaló la derrota de quienes negaban la redondez de la tierra. Con- tribuyó con el andar del tiempo al arraigo de la combatida teoría de Copérnico, demostran­do el doble movimiento de los planetas sobre sí mismos y alrededor del sol. Más tarde Ga- lileo confirmó las teorías de Copérnico y pro­clamó que el sol, y no la tierra, era el eje del mundo planetario y que giraba la tierra en torno de aquél como los demás planetas que reflejan la luz, confirmación que a poco le cuesta la vida.

Desde el punto de vista patriótico, de un patriotismo sano, grande, elevado, puede Es­paña enorgullecerse en esta efemérides de ha­ber impulsado todo un continente a la vida de la civilización. Sin ol<vidar a los valerosos marinos del norte que en 687 encontraron la Islandia y colonizaron en 985 la Groelandia, ni los descubrimientos geográficos hechos por el príncipe portugués Enrique el Navegante y otros intrépidos viajeros medioevales, lo cierto es que a España corresponde el honor, íntegro, de un descubrimiento efectuado en tres pequeñas naves que hoy consideraríamos absurdas para tamaña empresa: la Santa Ma­ría (nave capitana de Colón en su primer via­je, llamada también “La Gallega”), la Pinta y la Niña.

S25C-109101711141

De esas tres naves, sólo la capitana estaba completamente cubierta por un puente. Su to­nelaje ha sido estimado por unos en 280 tone­ladas; por otros en 200. La Pinta y la Niña, de tipo bajo y ligero, llamadas “carabelas”, se supone que contaban 140 y 100 toneladas, respectivamente. Y en esos tres remedos de bu­ques, surcó la expedición hispánica la inmen­sidad del Océano; y tras mil accidentes se en­contraron los temerarios navegantes, en la ma­ñana del 12 de Octubre de 1492, cerca de la pequeña isla de coral de las Bahamas, llamada por los naturales Ganahaní y a la cual bau­tizó Colón con el nombre de San Salvador, en recuerdo de la alegre villa de Pontevedra don­de, según pruebas documentadas de La Rie­ga, Otero, Gorostola, Rodríguez, Zas, Marcóte y otros muchos autores colonianos, había naci­do el Almirante.

He- ahí una de las imborrables efemérides históricas, uno de los mayores galardones de nuestra España, uno de esos recuerdos peren­nes que vivirán por toda la eternidad. En esta efemérides, el orbe entero invoca la homérica proeza. Y todas las naciones americanas que se expresan en el idioma español, conmemoran su advenimiento a la vida universal. Soberanos, independientes, libres — con alguna dolorosa excepción—esos pueblos dirigen su mirada a la madre de todos ellos, hoy desangrada y devastada por feroz lucha fratricida, palpitan­do al unísono los corazones hispánicos de aquende y allende los mares; y tanto los que hemos nacido en el viejo mundo, como los que han nacido en el continente nuevo, nos abraza­mos espiritualmente y, con los ojos puestos en la progenitor a común, exclamamos: ¡Salud, hermanos!

 

COLON

Por la fe de la Reina Castellana fué Colón otro Dios ante la Historia: dió un Mundo nuevo a la Nación Hispana y remontó su nombre hasta la gloria.

Cuando pisó la selva americana llevó, con el laurel de su victoria, idioma, religión, sangre espartana, de Iberia la brillante ejecutoria.

Pasaron siglos y surgió el agravio; pero no hay rencor, que una caricia llevó besos de amor, de labio a labio.

Y   hoy el Mundo, nimbado de justicia, pregona que el marino augusto y sabio, tuvo su cuna en la viril Galicia.

‘Próspero Tichardo Arredondo (cubano)

Juicio a Cristóbal Colón

10 Diciembre 12 – Madrid – Ignacio Mollá

 Fuente: La Razón

Es obvio que si analizamos los comportamientos de nuestros conquistadores a finales del siglo XV, con los criterios éticos y morales de hoy en día, es imposible no estremecerse con los relatos de entonces.

Los españoles de los albores del siglo XV no fueron ni ángeles ni demonios, simplemente se comportaron como hombres de su tiempo y aunque, efectivamente, hubo una inevitable explotación del hombre por el hombre, pensemos que en aquella época no existía el concepto de humanidad tal como lo entendemos ahora, sino que el derecho a la posesión de las tierras y el botín de guerra era lo normal en unas sociedades que eran herederas del pensamiento de la Edad Media.

España no fue más cruel que el resto de los colonizadores. Crueles fueron los portugueses en sus incursiones por África al descubrir el suculento negocio del esclavismo; los ingleses también lo fueron al desembarcar en Australia en 1770 (por cierto, doscientos años después de nuestra llegada a América) donde masacraron y exterminaron a los aborígenes por no considerarlos humanos, y qué decir de los anglosajones, ingleses y holandeses, quienes después de establecerse en el siglo XVII en la costa este de los Estados Unidos, iniciaron la Conquista del Oeste; una conquista que todos conocemos bien por las películas de vaqueros y con las que, no sé porque extraña razón, todos parecemos “anestesiados” viendo con naturalidad cómo a los “indios malos”, que cortaban cabelleras se les recluía en “reservas” si no es que se les exterminaba directamente.

Allí en veinte años, el hombre blanco, justificado por un “destino divino”, aniquiló a los siux, apaches y navajos asentados en aquellas tierras desde hace treinta mil años. y todo por su condición de salvajes. Por cierto, lo del “Far West” ocurrió a finales de 1880, también hace muy poco y las reservas indias se mantienen en pleno siglo XXI en los Estados Unidos.

El papel de nuestros conquistadores se vio gravemente ensuciado por la injusta “Leyenda Negra”orquestada contra España, porque al ser la principal potencia del mundo (en la época de Carlos V no se ponía el sol en nuestro imperio), el dicho popular de que “solo se tiran piedras contra el árbol que da frutas”, lo explica por sí mismo.

Y es injusta no sólo porque los españoles no fuimos mas canallas que el resto, que no lo fuimos, sino, porque todo el Descubrimiento de América se desarrolló, además, desde una marcada obsesión de los Reyes Católicos para que todo se hiciera con arreglo a derecho.

Es verdad el dicho de que en aquella época “Nunca se legisló tanto, a la vez que nunca se incumplió tanto”, pero precisamente por eso, gracias al Archivo de Indias, la Casa de Contratación y un sinfín de organismo creados en la época, se sabe con certeza el papel que jugamos los españoles en América. De los otros colonizadores se sabe muy poco porque ningún otro estado puso el mismo empeño.

Como ha escrito Alejandro N. Bertocchi Morán, profesor de historia militar y naval en el Instituto Militar de Estudios Superiores de Montevideo, “…cuán diferente hubiera sido el destino de nuestros indios si los pendones con la Cruz de San Jorge o la bandera franjeada de la República Neerlandesa hubieran establecido su dominio en estas australes latitudes. Sin duda que el darwinismo se hubiera impuesto con la rudeza que se sufrió en Tasmania, Australia, África o el vasto territorio norteamericano, donde todos aquellos naturales fueron pasados a cuchillo sin contemplación. Y por cierto, sin marco legal alguno”.

Añadamos que Colón muere apenas 15 años después de pisar tierra americana, y ya han transcurrido quinientos años, así que culpar al Descubridor, de todos los males que aquejan a aquellos países, como se sigue haciendo hoy en día, incluso por parte de algunos mandatarios sudamericanos, es tan absurdo como injusto.

De Cristóbal Colón se dice que habiendo sido el mejor navegante de su época, no fue, sin embargo un buen “colonizador”. Y es verdad que no lo fue, ni él, ni ningún otro explorador del momento.

Colón pagó por su mala gestión siendo conducido esposado a España en 1500 y después de ser sometido a juicio, por esa Corona tan criticada por la Leyenda Negra, cumplió condena perdiendo algunos de sus cargos y privilegios aunque todavía realizaría un viaje más en nombre de los Reyes Católicos.

Señal de que el sistema instaurado por la Corona funcionaba, y fue ese mismo sistema el que elaboró el “Derecho de Gentes”, las leyes con que Isabel I de Castilla puso las bases para la protección de sus súbditos de la Nueva España. Una protección que ordena que, por el mismo delito, “sea más castigado el español que el indio”. Unas Leyes que sientan las bases de todo un cuerpo legislativo que no ha sido copiado por ninguna otra nación colonizadora.

Señorías….termino con mi alegato de conclusión: si alguien conoce algún otro caso de navegante, conquistador o explorador contemporáneo del Almirante, que fuera sancionado, reprochado o condenado por el país que le envió a conquistar, digamos Inglaterra, Holanda o Portugal, estados que lo hicieron con idénticos procedimientos, sino mas crueles que los utilizados por nuestros conquistadores, no tengo nada que alegar en defensa del Descubridor y retiro mi recurso, pero mientras eso no ocurra y no ocurrirá, porque sólo España, adelantándose a su tiempo, quiso legislar para que aquello se hiciera con orden y con espíritu de defender a los indígenas, me mantengo en mi tesis de declarar a Cristóbal Colón inocente de todos los cargos.

Wenceslao Fernández-Flórez y los Académicos de la Historia.

WENCESLAO FERNÁNDEZ FLORES

En los años veinte de principio de siglo XX, fueron muchos los que intentaron que no cayera en el olvido las aportaciones de DonCelso García de la Riega, pero se encontraron con todo tipo de impedimentos infranqueables y que en esta web recogemos para hacer justicia, uno de esos impedimentos en pro de la verdad, fué la propia Academía de la Historia.

Encontramos en un artículo del diario ABC de fecha 28 de agosto de 1926, una sátira burlesca sobre este asunto de las manos del gallego Wenceslao Fernández-Flórez, y que nos dá una idea de lo complicado que lo tuvieron los colonianos de prinicipio de siglo.

[Link Hemeroteca ABC]

EL SUEÑO DE UN ACADÉMICO DE LA HISTORIA
El señor académico de la Historia se ha quedado dormido en su gabinete de trabajo. Estudiaba en el Alrededor del Mundo las costumbres en el paleolítico cuando la fatiga cerró piadosamente los ojos del ilusttre personaje. El ilustre personaje produjo un ronquido de tono agudo; lo corrigió, lo perfeccionó, fue bajándolo en ensayos sucesivos, hasta hallar ese tono grave y digno que corresponde al roncar de un académico de la Historia, y ya parecía definitivamente cautivo de su monótono arte al dibujarse delante de él, en la estancia, la silueta de, un hombre de cierta edad, con gorra de terciopelo y amplia chaqueta de cuello de armiño. El hombre dio unos pasos, exagerando ese andar que las novelas achacan a los viejos marinos, y se detuvo para alzar un poco la gorra, de lasque sé escapaba una corta melena.

El aparecido.—:B.uenas tardes, señor. Creo que me conocerá usted sin otras presentaciones.

El académico.—Sí. Le he visto a usted en varias estampas. ¿No es usted una marca de fábrica? Esa traza la he encontrado dibujada en una botella de anís o en una caja de almidón.,. No estoy seguro,

El aparecido.—Pero, eso aparte.-. En fin, yo soy Cristóbal Colón,

El académico—¡ Cristóbal Colón !

El aparecido.—Sí; soy Colón. Aquí traigo el huevo- »

Bl académico.—No, no es preciso… Ahora caigo en que… Siéntese. ¿Y qué le trae a usted por esta casa?.

Colón.—He sabido que se ocupaban de mí e.n estos días, . . . »

El A.—En efecto; nos ha dado algo que hacer cierto incidente…; hasta hemos tenido que escribir unas cartas..; yo también he escrito una carta… Nunca creí que el cargo de académico de la Historia diese tanto trabajo… ¿Viene usted a darme gracias?.

C. (dando vueltas a la gorra).—Precisamente a dar gracias, no. Yo. quería aclarar.,. El A.—¡Un momento ¿Ha dicho usted «aclarar»? ¿Aclarar qué? Es muy peligroso eso, amigo mío, muy peligroso. Temo no haber comprendido bien sus intenciones.

C.—Me refiero a algo que me atañe personalmente.

El A.—¡Como personalmente! ¡Esa es buena! Personalmente nada le atañe a usted. Parece mentira que no comprenda lo que es tan sencillo. «Usted, en vida, habrá hecho todo lo que haya tenido por conveniente; pero ahora ha pasado usted a ser propiedad de la Academia de la Historia. Nosotros le administramos, le definimos, le acaparamos. A usted y a todos los personajes fallecidos. Somos sus procuradores. Más aún: somos su padre y su madre.

C.—Pero de mí se ha dicho…

El A.—No le importe a usted lo que se diga. Aquí no hay nadie que pueda hablar o escribir acerca de usted más que nosotros,

C.—SÍ usted me permite.,. Lo que yo deseo es confesarle a usted que, verdaderamente, yo he nacido en Galicia,

El A. (incoporándose)>—¡Es usted un impostor!

C.—Se lo aseguro. Tómese la molestia de examinar las pruebas que le ofrecen. Ahora no tengo motivo alguno para ocultar mí origen. Soy gallego.

El A.—¡Gallego! ¿Está usted loco? Comprenda que éste es un golpe demasiado rudo. Usted no puede ser gallego sin que lo» decretemos nosotros. Usted es un hito en la Historia; la Historia es nuestra pupila. De usted se dijo siempre que era genovés,-. Luego, que no se sabia de dónde,.. Ahora, que nació en Pontevedra… Es demasiado. Le suplico que no se mezcle en nuestros asuntos.

C.—Disculpe usted que insista…

El A.—No puedo consentir… Voy a ser franco. La Historia,… bueno, la Historia sirve para no sé cuántas cosas, pero su mayor utilidad consiste en dar lugar a la Academia de la Historia. Sin Historia, no podía existir esta Academia; y sin esta Academia, yo creo—aquí, entre nosotros— que la Historia valdría un comino. Yo soy académico por mis amistades, por mis cargos políticos, por mi situación social…; y estoy muy contento. Es un título prestigioso. Pero yo no he venido aquí para trabajar a destajo. ¿Comprende usted? Yo no estoy en edad ni en condiciones de trabajar, i Voy ahora a perder mi tiempo y mi dinero en investigaciones? No. Pero tampoco he de consentir que los demás los pobres diablos que no son académicos, den a entender a la gente que aún hay muchas cosas por hacer. ¿Qué es lo que hay por hacer? ¡Tonterías! La Historia está completa hasta el presente. Mis padres y mis abuelos creyeron toda su vida que usted era genovés, y les fue tan ricamente. Lo mejor es no remover este asunto. ¿De acuerdo?

C.—Siento, mucho…

El A.—.¡Caballero; el que diga que Cristóbal Colón nació en Pontevedra nos infiere una ofensa personal! ¿Aún insiste usted?.

C.—Aún insisto.

El A– En ese caso…

El académico abre rápidamente un cajón de su despacho, coge un revólver y dispara un tiro contra Colón. Don Cristóbal cae. El académico esconde el cadáver en un armario, murmurando:

—Era preciso. El infame quería desprestigiarnos ante el extranjero.

W. FERNANDEZ-FLOREZ

Cristóbal Colón Judio

Resumen de la financiación del proyecto del «emprendedor» Colón y coincidencias históricas

Financiación durante el período de Incubación: Colón dedica casi diez años a buscar activamente financiación para emprender su empresa, de 1483 a 1492, presentando su proyecto a los reinos de Portugal, Francia y Castilla. Durante dos años dentro de este período de “incubación”, Isabel La Católica le mantiene económicamente.

Financiación “Business Angel” en capital-semilla: A pesar de las muchas críticas y reacciones políticas adversas de la Corte y de la completa oposición de sus científicos, Isabel La Católica siempre creyó en los proyectos de Colón. Finalmente financia su viaje empeñando sus propias joyas.

Coincidencias históricas: Isabel nace en 1451, el mismo año que Colón. Por sus virtudes cristianas, la conquista de Granada y la evangelización de las Indias, Fernando e Isabel recibieron del Papa Alejandro VI el título de Reyes Católicos, título que será heredado por sus descendientes en el trono, tanto Austrias como Borbones. El nombre de Colón era Christophorus Columbus, que significa «paloma que porta a Cristo».

Paradojas históricas: Colón era con toda probabilidad judío converso. La financiación del viaje de Colón la organiza Luis de Santángel, banquero judío de los Reyes Católicos y mentor de Colón. Los Reyes Católicos expulsan a los judíos de España el 2 de agosto de 1492, el mismo día que Colón escoge para partir de Palos.

La Historia

Entre 1483 y 1485 Colón ofreció en primer lugar su proyecto al monarca de Portugal, el cual encargó que fuera analizado por una junta de expertos denominada Junta dos Matemáticos, que finalmente desestimó la empresa.

La reina Isabel La Católica recibe y se interesa por el proyecto de Colón por primera vez en enero de 1486. Pide entonces a un Consejo de doctos varones de la Universidad de Salamanca que haga un dictamen sobre la viabilidad del proyecto. Tardaron dos años en analizar el proyecto. Durante ese tiempo Isabel la Católica asignó a Colón, pobre de recursos, una subvención de la corona.

El Consejo, basándose en la circunferencia de la Tierra calculada por Eratóstenes, matemático y astrónomo griego nacido en el 276 a.C., de 252.000 estadios (con un sorprendente error de tan solo el 1% sobre la medida aceptada hoy de 40.000 km), dictaminó que la distancia por mar que había entre España y Cipango (Japón) y las Indias, los objetivos de Colón, era excesiva y determinó que el proyecto era absolutamente imposible, al menos con las técnicas de navegación de la época. La hipótesis de Colón sobre la viabilidad del viaje se basaba en supuestos nuevos cálculos (erróneos) sobre el tamaño de la esfera, que suponían que era más pequeña de lo que realmente es. Al Consejo estos nuevos cálculos no le convencieron y también le parecieron excesivos la propuesta del porcentaje de participación en beneficios futuros y otras exigencias de Colón. No obstante, la reina llamó a Colón y le dijo que no descartaba totalmente su plan. Mientras el navegante esperaba, se dedicó a vender mapas y libros para mantenerse económicamente.

Colón intentó entonces convencer de nuevo a Portugal, e incluso a Francia, pero por las mismas razones su proyecto vuelve a ser rechazado. En ese momento el Duque de Medinaceli se mostró interesado en el proyecto y acogió a Colón durante dos años en su palacio de El Puerto de Santa María. Sin embargo, al saberlo, la reina Isabel mandó llamar a Colón y le prometió ocuparse de su plan tan pronto como se terminara la conquista de Granada.

En diciembre de 1491, Colón llega al campamento real de Santa Fe de Granada, campamento militar construido por los Reyes Católicos para el asalto final a los nazaríes del Reino de Granada (la toma final de Granada va a tener lugar en enero de 1492). En el mismo campamento el proyecto de Colón fue de nuevo sometido a un nuevo Consejo de expertos convocado por la reina, pero nuevamente se rechazó. En parte importante, la oposición fue motivada de nuevo por las exigencias desmedidas de Colón. Pero en ese momento intervino Luis de Santángel, banquero y notario del reino, de origen judío, quien convenció al rey Fernando, consiguiendo el apoyo definitivo al proyecto.

Las arcas de los monarcas, debido a las distintas campañas bélicas y en especial la toma de Granada, no pasaban por sus mejores momentos. Por ello que Luis de Santángel se ofreció a prestar el dinero que le correspondía aportar a la corona al proyecto: 1.140.000 maravedís. Isabel La Católica prendó sus joyas como garantía del préstamo de Luis de Santángel. Consta en el Archivo de Simancas la devolución de este préstamo a Santángel. El acuerdo de coinversión se concretó en las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas por Santángel, como notario de la Corona de Castilla, y Colón el 17 de abril de 1492.

El descubrimiento de América y la expulsión de los judíos

Colón muy probablemente era hijo de un judío sefardí huido a Génova tras las matanzas y cruenta expulsión de los judíos de Aragón y Castilla ocurridas en 1391. Por tanto Colón era muy probablemente judío converso y ésa es la razón por la cual oculta su origen durante toda su vida.

La expulsión de los judíos de España en 1492 se produce dentro de una tendencia muy establecida en Europa que, a la vista de su recurrencia, incluso se podría calificar de tétrica moda. Desde el siglo XIII al XVI, fueron muchos los países europeos que expulsaron a sus judíos, incluyendo los reinos de Aragón y Castilla en 1391. La expulsión de judíos de Castilla en 1492 por tanto se encuentra en medio de una serie de 15 grandes expulsiones. Fue precedida por las expulsiones de Inglaterra, Francia, Alemania y muchos otros países, y sucedida por al menos cinco expulsiones más. (http://es.wikipedia.org/wiki/Expulsión_de_los_jud%C3%ADos).

Por ello la expulsión de los judíos de España no constituye en absoluto una excepción a lo que había sido una trágica y dramática historia de la vida de los judíos entre los pueblos cristianos. De hecho la expulsión fue vista por el resto de países europeos como una muestra de modernidad de los Reyes Católicos (la universidad de la Sorbona incluso mandó una felicitación a Isabel y Fernando por su «sabia decisión»). Pero al contrario que lo que ocurría en otros países, los Reyes Católicos no odiaban a los judíos. La expulsión fue motivada por buscar una cohesión y orden social en una España recién unificada (la conquista de Granada se había completado a principios de 1492). Había mucha tensión en la sociedad contra los judíos debido a que, durante los siglos de ocupación musulmana, se había extendido la opinión entre el pueblo español (como casi siempre con los judíos, muy probablemente infundada) de que los judíos habían apoyado a los musulmanes contra los católicos castellanos y aragoneses. Así, tras la conquista de Granada, había constantes reyertas contra los judíos. A los Reyes Católicos les pareció que la expulsión era la única opción para evitarlas y restablecer el orden, opción que además sabían que estaría bien vista por el resto de reinos vecinos europeos. Pero los Reyes Católicos procuraron que no fuera una expulsión cruel. La propia Isabel dictó un auto real prohibiendo los abusos sobre los judíos expulsados, durante los meses que les dio para organizar su marcha (desde mayo hasta agosto de 1492).

La fecha definitiva que se estableció para que los judíos abandonaran el reino de Castilla y Aragón fue el 2 de agosto de 1492, el mismo día que Colon escoge para partir de Palos a América. Esto refuerza la teoría de que Colon era judío converso (ver estudios de Simón Wiesenthal, Abraham Haim y Salvador de Madariaga). Además, está documentado que un amplio número de judíos acompañarán a Colón en su primer viaje como miembros cualificados de su tripulación.

Epílogo

¿No es una extraordinaria coincidencia histórica la estrecha relación entre Isabel La Católica y Colón, de origen más que probablemente judío, incluido el año de su nacimiento, así como el papel de los judíos en la financiación del proyecto y la propia fecha del viaje, coincidente con la expulsión de los judíos de Castilla?

Por todo ello, o en cualquier caso, parece casi histórica la coincidencia de que el primer gran fondo de co-inversión con Business Angels de España se denomine “Isabel La Católica”, al tiempo que, en paralelo, España diseña un sistema de apoyo al emprendimiento y la innovación a imagen y semejanza del Israelí.

«La Capilla De la Familia De Columbus: El alcohol de Columbus todavía impregna el mundo nuevo «

«La Capilla De la Familia De Columbus: El alcohol de Columbus todavía impregna el mundo nuevo »

por P. frank Cummings

en los hijos de los TIEMPOS de Italia (de abril el 27 de 1992)

Quizás los estados unidos de América se deben realmente llamar los estados unidos de Colombia, puesto que era viaje de Christopher Columbus (y no Amerigo Vespucci, después de que se nombra el país) que del descubrimiento hace 499 años conducidos a la colonización del mundo nuevo. La familia de Columbus ha dejado una herencia hermosa de las hazañas y del alcohol de Christopher Columbus en la capilla minúscula con todo exquisita de la familia de Columbus en Boalsburg, PA. la capilla está en la diócesis de Altoona-Johnston, apenas algunas millas de la universidad de estado de Penn en universidad del estado. La capilla y la pequeña aldea de Boalsburg, nestled en la belleza salvaje de las montañas de Allegheny, tienen historias interesantes. Conductores que inscriben Boalsburg en encuentro de la ruta 322 una muestra prominente que las alerta al lugar de la comunidad en el registro nacional de la importancia histórica de los lugares y de Boalsburg como el lugar de nacimiento del día conmemorativo. Curiosamente, aunque, no hay mención del tesoro más grande de Boalsburg — la capilla de la familia de Columbus, una capilla española del décimosexto siglo que esté parada como monumento único a Columbus debido a su origen con la familia de los descubridores.

En 1909, Col. Theodore Davis Boal, una de las figuras más coloridas en la familia que colocó en el área en el último décimo octavo siglo, quitada el pedazo de la capilla por el pedazo del castillo de Columbus en España norteña y traída lo a los estados unidos. Su esposa, Mathilde de Lagarde, sobrina France’s-Española de la familia de Columbus, heredó la capilla de su tía, Victoria Columbus, el dueño del castillo de Columbus. Sobre la muerte de Victoria en 1908, la capilla de la familia de Columbus legítimo cayó en las manos de Theodore y de Mathilda Boal. El contenido exquisito de la capilla — sus tesoros innumerables del arte — fue movido a [#]Boalsburg

La familia de Boal tomó orgullo enorme en preservar la capilla, una herencia pasada encendido a las generaciones que tenían éxito de la familia. De capitán David Boal, que emigró de Irlanda al mundo nuevo con su familia en el 1700’s, a las heces de Christopher, el gran nieto de Theodore Davis Boal y el administrador y el director de la capilla de Columbus y de la mansión colindante, ocho generaciones de Boals han mantenido el estado. y una novena generación, los niños de Christopher y heces de Jennie, espera en las alas.

La capilla de la familia de Columbus está en un edificio pequeño construido por Col. Theodore Davis Boal en 1912. Contiene revestimiento de madera y artesanía en madera meticuloso mantenidos y preservados. Un desván de coro, con un gran escudo de la familia de Columbus en su pasamano, contiene los paneles coloreados que demuestran el castillo del castile, el león las anclas del almirante de Leon, de Colón, las islas de Indias y un águila acompañante que representa a la familia alba. Hay los reredos, o forro del altar, junto con un altar repleto con lino y cordón españoles finos. El redondeo fuera de la colección es: un crucifix de plata masivo; vestiduras del brocado (un maniple es más de 500 años de viejo); estatuas talladas de santos; espadas de la familia; y obras maestras del arte, incluyendo «el sacrificio de Isaac» por Ribera, fechando a partir de 1615, y un «Pieta,» fechando a partir de 1535, por Ambrosius Benson. El escritorio del almirante de Colón se puede también ver el adornar de esta capilla histórica. La capilla tiene un relicario de plata el contener de dos pedazos de la cruz verdadera dada para poner Joachim y para poner Felix Columbus para la capilla en 1817 por el obispo de Leon, que certificó su autenticidad. Hay sillas que fechan del 1700’s y de un órgano que fue jugado a menudo por la esposa de Col. Boal, Mathilde.

Cada año el el día de Columbus, una masa especial se celebra en la capilla para ésos conectados con la capilla y el estado de Boal, incluyendo el consejo 4678 de O’Hanlon del padre en universidad del estado. «uno de los miembros de consejo, George Smith, sirvió a masa de Columbus cada año por cerca de 50 años, encima hasta de su muerte.» Heces dichas, «y ha habido siempre una buena demostración por la K local del consejo de C.» Theodore Davis Boal era uno de los miembros fundadores del consejo. Cuando estaban preguntadas por la oscuridad relativa de la capilla, las heces contestaron, «la reacción de la mayoría de la gente que viene aquí ver que es la capilla: ¡»esto es asombroso! Porqué no oí hablar él antes?» «que digo, ‘ dígaellos por favor otros, ‘» las heces agregadas. «está siendo absolutamente una experiencia que funciona este sitio,» las heces dichas. «paga sí mismo, pero lo hace sobre todo con mantenimiento diferido. No sé de ningún otro sitio histórico en los Estados Unidos excepto éste que paga sus propios costes.» La familia de Boal ha mantenido la característica desde el 1700s. Desde 1952, la capilla y la mansión han sido un museo educativo no lucrativo abierto al público.

La autenticidad de la capilla se documenta bien dentro de 165.000 páginas de antecedentes familiares catalogadas recientemente por la biblioteca de la universidad de estado de Penn. Los antecedentes familiares van de nuevo a 1451 y son uno de los expedientes lo más notable posible detallados del descendancy familial dondequiera. La capilla de Columbus es bastante grande para solamente 35 personas. Pero del escritorio de su almirante antiguo, uno consigue una sensación honesta para el descubridor y el humor antiguo de las llamas del moro (llamas del amarrar), el castillo de la familia de Columbus en España de la cual la capilla pequeña fue tomada. El caballero magnífico James Hendrick del consejo de O’Hanlon del padre también habló de la belleza española del interior de la capilla y de la implicación de los caballeros en la masa anual. «sí, atendemos a la masa anual, que se lleva a cabo siempre en la capilla hermosa de Columbus. Es sitio derecho solamente, aunque, y llenamos la capilla a la capacidad cada año.»

La información turística la capilla de la familia de Columbus y la mansión de la familia de Boal se encuentra en la ruta 322 del negocio, directamente enfrente del museo militar de Pennsylvania y de la 28va cuarta Capilla de la división en Boalsburg, cuatro millas de este de la universidad de estado de Penn. Los visitantes pueden remontar historia americana a partir de la era de la frontera con cultivar y épocas comerciales a la elegancia del dar vuelta-de-$$-SIGLO de Col. Theodore Davis y de los años de Mathilde Boal, mientras que descubren la belleza de los muebles americanos y europeos tempranos, el cristal, China, la plata, pinturas, y el d’art de los objets. En la exhibición en la capilla española de Columbus del décimosexto siglo están las pinturas barrocas y del renacimiento, las vestiduras, los chalices, los candlesticks, y el escritorio de un almirante que perteneció a Christopher Columbus. Las heces de Christopher, guardián del museo y administrador del estado, son un miembro de la octava generación de la familia de Boal para habitar el estado de Boal. Él dijo que la familia está haciendo un esfuerzo concertado de hacer la celebración quincentennial en los Estados Unidos elevar y una experiencia educativa. El sitio es seis días abiertos a la semana (martes cerrados) del de mayo 1 al de oct. 31. Las horas del verano son 10 mañanas a 5 resortes del P.M. y las horas de la caída son 1:30 a 5 P.M..

América descubre que Columbus en 1992 herencias del 1400s asociado a Christopher Columbus fue heredada y que traída a Pennsylvania en 1909 por sus descendientes en la familia de Boal. Desde 1952, la colección ha estado abierta a los visitantes como museo. El museo en Boalsburg, condado de la capilla de Columbus del centro es la conexión más fuerte con Christopher Columbus en unido indicado y es el único acoplamiento tangible con Columbus en la nación pues América cuenta abajo al 500o aniversario trascendental de Columbus en 1992. El museo contiene las herencias de la familia que fechan del 1400s incluyendo el escritorio de un almirante, la cruz de un explorador de la clase plantada en orillas de territorios nuevamente descubiertos, un casco de los conquistadore;s, las reliquias de la iglesia y el árbol de familia de Columbus y las capas de brazos.

Artículos publicados en el ABC sobre Colón Gallego

 

ABC-13[1].04.1969-pagina 132

ABC-13[1].04.1969-pagina 133 

ABC-13[1].04.1969-pagina 134

ABC-13[1].04.1969-pagina 135

ABC-13[1].04.1969-pagina 136

ABC-13[1].04.1969-pagina 137

ABC-13[1].10.1959-pagina 050

ABC-13[1].10.1959-pagina 051

ABC-13[1].10.1959-pagina 052

ABC-13[1].10.1959-pagina 053

ABC-13[1].10.1961-pagina 036

ABC-14[1].05.1925-pagina 016

ABC-14[1].10.1961-pagina 031

ABC-17[1].02.1927-pagina 006

ABC-17[1].09.1985-pagina 014

ABC-18[1].02.1948-pagina 012

ABC-18[1].02.1960-pagina 031

ABC-18[1].06.1927-pagina 017

ABC-19[1].08.1926-pagina 013

ABC-19[1].10.1927-pagina 019

ABC-20[1].05.1927-pagina 017

ABC-22[1].06.1927-pagina 021

ABC-22[1].11.1928-pagina 015

ABC-23[1].09.1926-pagina 006

ABC-23[1].09.1926-pagina 007

ABC-24[1].11.1927-pagina 025

ABC-25[1].05.1926-pagina 007

ABC-25[1].05.1926-pagina 008

ABC-27[1].07.1926-pagina 011

ABC-27[1].07.1926-pagina 012

ABC SEVILLA-13[1].10.1973-pagina 067

ABC SEVILLA-15[1].11.1963-pagina 011

ABC SEVILLA-15[1].11.1963-pagina 012

ABC SEVILLA-15[1].11.1963-pagina 013

ABC SEVILLA-16[1].02.1969-pagina 057

ABC SEVILLA-06[1].12.1991-pagina 086

ABC SEVILLA-07[1].09.1957-pagina 018

ABC SEVILLA-12[1].10.1992-pagina 198

ABC SEVILLA-12[1].10.1992-pagina 199

ABC SEVILLA-12[1].10.1992-pagina 200

ABC SEVILLA-13[1].10.1973-pagina 067

ABC SEVILLA-27[1].12.1973-pagina 091

ABC SEVILLA-27[1].12.1973-pagina 089

ABC SEVILLA-17[1].11.1973-pagina 087

ABC SEVILLA-16[1].02.1969-pagina 058

ABC SEVILLA-16[1].02.1969-pagina 057

ABC SEVILLA-15[1].11.1963-pagina 013

ABC SEVILLA-15[1].11.1963-pagina 012

ABC SEVILLA-15[1].11.1963-pagina 011

 ABC-JAIME_SOLA1-pagina 004

ABC SEVILLA-12[1].10.1992-pagina 201

 

NACIMIENTO, FAMILIA Y EDUCACIÓN DE COLÓN. – Por Washington Irving (1783–1851)

Nada se sabe positivamente de la infancia de Cristóbal Colón, de su familia ni del tiempo o lugar de su nacimiento; porque tal ha sido la confusa habilidad de los comentadores, y tales sus esfuerzos, que ya es imposible desenmarañar la verdad de entre las conjeturas que la rodean. A juzgar por el testimonio de uno de sus contemporáneos e íntimos amigos, debe haber nacido por los años 1435 ó 1436. Muchas ciudades se disputan el honor de haberle dado nacimiento; pero parece probado que fue natural de Génova. Acerca de su familia, también se han agitado cuestiones de la misma especie. Más de una casa noble le ha reclamado como suyo desde que se hizo su nombre tan ilustre, que antes pudiera dar honor que recibirle. Es probable que hayan brotado todos estos ramos de n tronco común, y que las guerras civiles de Italia hayan desgajado muchos de ellos, y arrojado otros por tierra. No aparece, empero, que ni él ni sus contemporáneos tuviesen idea alguna de la nobleza de su linaje, ni es esto de importancia para su fama, que más honra ciertamente su memoria ser objeto de contienda entre muchas casas nobles, que poder designar como la suya la más ilustre de ellas. Su hijo Fernando, que escribió su historia e hizo un viaje para investigar este asunto, tácticamente abandona semejantes pretensiones, declarando más glorioso, en su sentir, que date del Almirante la nobleza de su familia, que averiguar si alguno de sus predecesores han recibido la orden de caballería y mantenido galgos y halcones; por que creo, añade, que menos dignidad recibiría yo de ninguna nobleza de aoblengom que de ser hijo del tal padre. La parentela inmediata de Colón era pobre, pero honrada: su padre había residido mucho tiempo en Génova, ejerciendo el oficio de cardador de lana. Era él el mayor de sus hermanos, Bartolomé y Diego, y de una hermana, de quien nada se sabe, excepto que casó con un hombre oscuro llamado Diego Bavarello. Su propio apellido es Colombo, latinizado por él mismo en sus primeras cartas “Columbus”, y adoptado por otros en los escritos que de él trataban, en conformidad con los usos de aquellos tiempos, que habían hecho de la latina la lengua de la correspondencia general, y aquella en que se escribían todos los nombres de importancia histórica. El descubridor es más conocido sin embargo en la historia española por el nombre de Cristóbal Colón, que fue con el que se presentó en España. Dice su hijo que hizo esta alteración para que se distinguieran sus descendientes de los de los ramos colaterales de la misma familia; con cuyo objeto acudió al que se suponía origen romano de su nombre, Colonus, y le abrevió Colón para adaptarlo a la lengua española. De esta variedad de apellidos se ha adoptado el de colón en la traducción presente, por ser más conocido en España. Fue limitada su educación, aunque quizá tan extensa cuanto le permitían las circunstancias indigentes de sus padres. Ya de muy niño sabía leer y escribir; y tenía tan buena letra, dice Las Casas, poseedor de muchos de sus manuscritos, que podía haber ganado su pan con ella. Después aprendió la aritmética, el dibujo y la pintura; artes, observa el mismo autor, en que también adquirió suficiente destreza par poder pasar con ellas la vida. Fue enviado por algún tiempo a Pavía, la grande escuela lombarda de las ciencias. Allí estudió gramática, y se familiarizó con la lengua latina; pero su educación tuvo por mira primitiva instruirle en las ciencias necesarias para la vida marítima. Estudió la geometría, la geografía, la astronomía, o como se llamaba entonces, la astrología, y la navegación. Desde la edad más tierna había manifestado un ardiente amor por la ciencia geográfica, y una inclinación irresistible por la mar, y seguía con entusiasmo todos los estudios que le eran congeniales. En los últimos tiempos de su vida, cuando reflexionaba acerca de ella en consecuencia de los asombrosos sucesos que por su mediación habían ocurrido, hacía mérito con solemnes y supersticiosas sensaciones de esta precoz determinación de su ánimo, como de un secreto impulso de la Divinidad que le guiaba hacia aquellos estudios y le inspiraba aquellas inclinaciones que le habían de hacer digno de cumplir los altos decretos para que el cielo le había escogido. Al trazar la historia primitiva de un hombre como Colón, cuyas acciones han tenido tan vasto efecto en los asuntos humanos, es interesante indagar lo que se ha debido a la influencia casual de las cosas, y lo que a la innata propensión de su ánimo. El ingenio más original y creador recibe mayor o menor impulso de los tiempos en que vive; y aquella irresistible inclinación que Colón pensaba sobrenatural, suele producirse por la operación de circunstancias externas. Toma el pensamiento a veces una repentina e invariable dirección, ora al visitar de nuevo alguna olvidada región de la sabiduría, y al explorar y volver a abrir sus abandonados senderos; ora al entrar con admiración y delicia por campos de descubrimientos que no hayan hollado los demás hombres. Entonces es cuando recibe un ánimo ardiente e imaginativo el impulso del día, se eleva sobres sus menos esclarecidos contemporáneos, dirige la misma muchedumbre que le puso a él en movimiento, acomete empresas a las que jamás se aventurarían almas más débiles que la suya. Colón nos da una prueba de este aserto. Aquella pasión por la geografía que tan al principio inflamó su pecho y que fue origen de sus acciones posteriores, debe considerarse como incidente a la edad en que vivía. Los descubrimientos geográficos eran la brillante y luminosa senda que debía distinguir para siempre al siglo XV, la más espléndida época en invención que los anales del mundo encierran. En la larga y tenebrosa noche de la falsa erudición y de las preocupaciones monacales, se perdieron para las naciones de Europa la geografía y las demás ciencias. Afortunadamente no quedaron perdidas para los otros hombres, pues vivieron refugiadas en el seno del África. Y mientras el pedante catedrático gastaba en balde en tiempo y el talento en los claustros, confundiendo la verdadera doctrina con sus ociosos ensueños, medían los sabios árabes de Señalar los grados de latitud y la circunferencia de la Tierra, en las vastas llanuras de Mesopotamia. El verdadero saber, tan dichosamente conservado, estaba entonces abriéndose camino para volver a Europa. La restauración de las ciencias acompañó a de las letras. Plinio, Pomponio Mela y Estrabón se cuentas entre los autores que sacó de la oscuridad el reciente pero enérgico amor de la literatura antigua. Estos volvieron a la inteligencia pública cierto fondo de los conocimientos geográficos, que hacía mucho tiempo estaban borrados de ella. Atrajo la curiosidad aquella nueva vereda, por tantos años olvidada, y tan súbitamente abierta. Manuel Chysoleras, docto caballero griego, había ya desde el principio del siglo traducido al latín la obra de Ptolomeo, haciéndola así más fácil para los estudiantes italianos. De otra traducción posterior por Jaime Angel de la Escarpiaria se hallaban en las bibliotecas de Italia correctas y bellas copias. También emprezaron a buscarse con empeño los escritos de Averroes, Alfragano y otros sabios árabes que habían conservado vivo el fuego sagrado de las ciencias durante el largo intervalo de la oscuridad europea. Los conocimientos que de este modo revivían eran necesariamente limitados e imperfectos: pero estaban, como la vuelta de la luz matutina, llenos de interés y de belleza. Parecía que llamaban una nueva creación a la vida, y brillaban en las almas imaginativas con todos los hechizos de la admiración. Se sorprendía el hombre de su propia ignorancia del mundo que le rodeaba; cada paso parecía un descubrimiento; porque eran para él, en cierto modo, tierras incógnitas cuantas no circundaba el horizonte de su país. Tal era el estado de ilustración, y tales los sentimientos que se tenían con respecto a esta ciencia interesante a principios del siglo XV. Los Descubrimientos que empezaron a hacerse después en las costas atlánticas del Africa despertaron por la geografía un interés aún más vivo, que debió de sentir con paritucalridad un pueblo marítimo y comerciante como el genovés. A estas circunstancias puede atribuirse el ardiente entusiasmo que respiró Colón en su infancia por los estudios cosmográficos, y que tanta influencia tuvo en sus aventuras ulteriores. Al considerar su limitada educación , debe observarse cuán poco debió desde el principio de su carrera a la ayuda adventicia, y cuánto a la energía natural de su carácter y a la fecundidad de su entendimiento. El corto período que pasó en Pavía bastó apenas para proporcionarle los rudimentos de las ciencias necesarias; el conocimiento familiar de ellas que desplegó en los años posteriores tuvo que ser resultado de una activa enseñanza propia, y de algunas horas casualmente dedicadas al estudio, en medio de los cuidados y vicisitudes de una vida tan turbulenta como la suya. Fue uno de aquellos hombres de alto y robusto ingenio, que parece que se forman ellos mismos; uno de aquellos que habiendo tendio privaciones y obstáculos que combatir desde los umbrales de la vida, adquieren intrepidez para atacar, ya facilidad para vencer inconvenientes durante toda ella. Tales hombres aprenden a efectuar grandes proyectos con escasos medios, supliendo la falta de éstos los abundantes recurso de su invención y su energía propia. Esta es una de las particularidades que caracterizan la historia de Colón, desde la cuna hasta el sepulcro. En todas sus empresas la ruindad y visible insuficiencia de los medios dan a la ejecución lustre y realce eminentes. JUVENTUD DE COLÓN Por Washington Irving (1783 – 1851). Dejó Colón la universidad de Pavía aún muy joven, y volvió a Génova a la casa de sus padres. Giustianiani, escritor contemporáneo, asegura en sus anales de aquella república, y lo repiten otros historiadores, que permaneció algún tiempo en Génova, siguiendo, como su padre, el oficio de cardador de lana. Su hijo Fernando contradice con indignación tal aserto, pero sin darnos noticia alguna que supla su lugar. La opinión generalmente recibida es que abrazó desde luego la vida náutica, para la que le habían educado, y a la que le llamaba su genio ardiente y emprendedor. El mismo dice que empezó a navegar a los catorce años. En una ciudad marítima tiene la navegación irresistibles atractivos para un joven de fogosa curiosidad y fantasía, que se promete encontrar cuanto hay de bello y envidiable más allá de sus aguas. Génova, además amurallada y estrechada por fragosas montañas, daba corto vado a empresas terrestres, mientras que un opulento y extendido comercio, que visitaba todos los países, y una Marina intrépida, que combatía en todos los mares, llamaban sus hijos a las ondas como a su más propicio elemento. Toglieta habla en su historia de Génova de la inclinación de la juventud a errar en busca de fortuna, con el propósito de volver a fijarse en su país nativo; pero añade que de veinte aventureros apenas volvía dos; porque o morían, o se casaban en otros países, o se quedaban en ellos, temerosos de las tempestades y discordias civiles en que ardía la república. La vida náutica del Mediterráneo se componía en aquellos tiempos de peligrosos viajes y audaces combates y sorpresas. Hasta una expedición mercantil parecía flota de guerra; y frecuentemente tenía el mercader que abrirse batallando el camino de un puerto a otro. La piratería estaba casi legitimada. Los incesantes feudos entre los estados italianos; los cruceros de los corsarios catalanes; las flotillas armadas por ciertos nobles, especie de soberanos de sus señoríos, que mantenían tropas y bajeles a su sueldo; los barcos y escuadras de aventureros particulares, empleados a veces por gobiernos hostiles, y surcando a veces los mares por su cuenta en busca de ilegal presa; y últimamente, la guerra no interrumpida contra las potencias mahometanas, llenaban los estrechos mares, en que la mayor navegación se hacía de escenas sangrientas, cruentos combates y nunca oídos reveses. Tal fue la escabrosa escuela en se crió Colón, y hubiera sido altamente interesante observar el primer desarrollo de su carácter entre tantas y tan severas adversidades. Rodeado, cual debía estarlo, de los trabajos y humillaciones que asedian al pobre aventurero en la vida náutica, parece que conservó siempre elevados pensamientos, y que alimentaba su imaginación con proyectos de gloriosas empresas. Las rigurosas y varias lecciones de su juventud le dieron aquellos conocimientos prácticos, aquellas fecundidad de recursos, aquella indomable resolución, y aquel vigilante imperio sobre sus propias pasiones, que tanto le distinguieron después. Así, un ánimo aspirador y un ingenio vigoroso convierten en saludable alimento los amargos frutos de la experiencia. Pero todo este instructivo periódo de la historia está cubierto de tinieblas. Su hijo Fernando, que mejor que nadie hubiera podido disiparlas, no hablaba de él tampoco, a no ser para aumentar nuestra perplejidad con algunos escasos e incoherentes atisbos; quizá un falso orgullo le impide revelarnos la indigencia y oscuridad de que su padre se emancipó tan gloriosamente. Todavía existen algunas anécdotas vagas y sin conexión entre sí, pero interesante por la idea que dan de sus padecimientos y de las aventuras que debieron sucederle. Su primer viaje se cree que fue en cierta expedición naval, que tenía por objeto el recobro de una corona. Juan de Anjou, duque de Calabria, armó un ejército y escuadra en Génova en 1459, para bajar sobre Nápoles, con la esperanza de ganar y volver aquel reino a su padre el rey Reinier o Renato, por otro nombre René, conde de Provenza. La república d Génova tomó parte en esta expedición, suministrando para ella buques y dinero. También iban muchos aventureros particulares que armaron navíos o galeras, y se pusieron bajo el pabellón de Anjou. Entre estos se dice había un animoso marino llamado Colombo. Vivían por aquellos tiempos dos capitanes de mar de este nombre, un tío y un sobrino de bastante celebridad, que Fernando Colón llamaba sus parientes. Los historiadores hablan de ellos a veces como jefes marinos de Francia; porque estaba Génova entonces bajo la protección, o más bien bajo la soberanía de aquel gobierno, y sus bajeles y capitanes identificados con los franceses, por tomar parte en sus expediciones. Como los nombre de estos dos navegantes ocurren vagamente en la historia en los tiempos oscuros de la de Colón, han causado mucha perplejidad a algunos de sus biógrafos, que creían que por ellos se designaba al descubridor. Navegó con estos comandantes muchas veces y por largo tiempo; y se dice que estuvo con el tío en la expedición de Nápoles. No hay autoridad para afirmar este hecho entre los autores contemporáneos, ninguno de los cuales entra en particularidades acerca de esta parte de su biografía; pero se ha asegurado repetidas veces por escritores posteriores, y las circunstancias externas concurren a dar peso a su aserción. Está probado que tuvo una vez mando aparte, al servicio del mismo rey de Nápoles, que le empleó en la arriesgada acción de apresar una galera en el puerto de Túnez. Él mismo hace por acaso mérito de esta circunstancia en uan de su cartas a los reyes escrita muchos años después. Me sucedió, dice, que el rey Reinel (que ya le llevó Dios) me envió a Túnez para tomar la galeota Fernandina; y habiendo llegado cerca de la isla de San Pedro, en Cerdeña, me dijeron que había dos navíos y una carraca con la referida galeaza; por lo cual se turbó mi gente, y determinó no pasar adelante, sino de volverse atrás, a Marsella, por otro navío y más gente; yo, que con ningún arte podía forzar su voluntad, convine en lo que querían; y mudando la punta de la brújula, hice desplegar las velas, siendo por la tarde; y el día siguiente al salir el sol nos hallamos dentro del cabo de Cartagena, estando todos en la certeza de que íbamos a Marsella. No tenemos m´s recuerdos relativos a esta osada hazaña, por la que ya se hace ver aquel espíritu determinado y perseverador que le aseguró el buen éxito de otras más importantes. El medio de que se valió para aquietar el descontento equipaje, engañándole acerca de la dirección del buque, es análogo a la estratagema de alterar el diario, que puso en práctica en su primer viaje de descubrimientos. La lucha de Juan de Anjou, duque de Calabria, para apoderarse de la corona de Nápoles, duró como cuatro años, y no tuvo al fin resultado. La parte naval de la expedición en que colón se hallaba se distinguió por su intrepidez, y cuando se vio obligado el duque a refugiarse en la isla de Ischia, unas cuantas galeras recorrieron y bloquearon la bahía de Nápoles. Sigue a estos hechos un intervalo de muchos años, en que apenas se encuentran huellas de Colón. Se supone, empero, que los pasaría en el Mediterráneo y por el levante, navegando a veces en expediciones comerciales, y otras, en fin, empeñando en piadosas y predatorias guerras contra los infieles. Por acaso se habla, refiriéndose a él mismo, de su estancia en la isla de Scio, donde aprendió el modo de hacer la almástiga. Ciertos autores posteriores imaginan haber descubierto pruebas de que ejerció un mando importante en la marina de su patria. Chaufepie, en su continuación de Baile, cita el rumor de que Colón era en 1474 capitán de varios buques genoveses, al servicio de Luis XI de Francia, y que atacó y tomó dos galeras españolas, por vía de represalias de la irrupción de los españoles en el Rosellón; asunto sobre el que el rey Fernando dirigió una carta de protesta y vivas quejas al monarca francés. Bossi, en su memoria de Columbus, hace también mención de otra carta encontrada en los archivos de Milán, y escrita en 1476 por dos ilustres caballeros milaneses que volvían de Jerusalén, en la que refieren que en el año anterior, cuando la flota veneciana estaba sobre Chipre para guardar la isla, una escuadra Genovesa, mandada por un tal Columbo, pasó por junto a ellos, gritando: ¿Viva San Giorgio!, grito de guerra de los genoveses, y que se les dejó pasar sin molestarlos, por hallarse en paz las dos repúblicas. El Colombo de que se habla en estas ocurrencias era muy probablemente el antiguo almirante genovés de aquel nombre, quien, según Zurita y otros historiadores, mandaba por aquel tiempo una escuadra, en la cual llevó la rey de Portugal a la casota francesa del Mediterráneo. Pero como Colón servía frecuentemente bajo su pabellón, pudo haber estado con él en estas ocasiones. La última noticia dudosa de Colón, durante este oscuro período, nos la da su hijo Fernando, asignándole una distinguida parte en cierta acción naval de Colombo el menor, sobrino del que se acaba de nombrar, y que era, según Fernando afirma, famoso corsario, y tan terrible en sus hechos contra los infieles, que las madres moriscas solían asombrar a los niños con su nombre. Este audaz marino, habiendo sabido que venían cuatro galeras venecianas, ricamente cargadas de la vuelta de Flandes, las interceptó con su escuadra en la costa portuguesa, entre Lisboa y el cabo San Vicente. Una desesperada batalla siguió a este encuentro. Se abordaron y encadenaron los buques y pelearon las tripulaciones mano a mano y de uno al otro barco. La acción duró desde por la mañana hasta la noche, con inmensa pérdida y carnicería de amos contendientes. El bajel que Colón mandaba se batía con una enorme Galera veneciana, arrojándole granadas de mano y otros proyectiles incendiarios, hasta lograr envolverla en llamas. Y como estaba aferrados los dos navíos con cadenas y garfios de hierro, no pudieron separarse ni evitar el progreso de una conflagración común, que no tardó en devorarlos. Las tripulaciones se echaron al agua, y asiéndose Colón de un remo que casualmente flotaba al lado suyo y a fuerzo de ser expertísimo nadador, pudo llegar a la orilla, aunque distaba dos leguas. Le dio el Altísimo, añade su hijo Fernando, la fuerza que le preservara para mayores cosas. Después de recobrarse algún tanto de su debilidad, pasó a Lisboa, donde encontró muchos paisanos suyos, que le persuadieron a que fijase allí su residencia. Tal es la relación que da Fernando de la primera llegada de su padre a Portugal, y la que han adoptado los historiadores modernos. Aunque no es imposible que Colón se hallase en dicha batalla, debe tenerse presente que no se dio ésta hasta muchos años después del presente período de su vida. Algunos historiadores la ponen en el verano de 1485, estos es, cerca de un año después que Colón salió ya de Portugal. El solo modo de zanjar contradicción semejante sin poner en duda la veracidad del historiador, es suponer que Fernando haya confundido alguna otra acción en que estuviese su padre con la de las galeras venecianas que encontró recordarla, sin fecha, por Sabellico. Desechando, pues, como apócrifa esta romanesca y heroica llegada de Colón a las playas de Portugal, hallaremos en las grandes empresas náuticas en que aquel reino estaba empeñado, amplios alicientes para una persona de su profesión y carácter. Para esto, empero, es necesario pasar la vista por ciertos sucesos relativos a descubrimientos marítimos, que hicieron de Lisboa en aquel tiempo, centro de atracción para los sabios en geografía y ciencias náuticas de todos los países del mundo.

EL CATALÁN, LENGUA DE COLÓN

De sorprendente puede calificarse el hecho de que Cristoforo Colombo,  nacido en la Liguria italiana en 1451, escribiera en castellano al Banco de San Giorgio de Génova, al igual que mantuviera una extensa correspondencia en esta misma lengua con  Nicolás Oderigo, embajador genovés en Castilla, y con su gran amigo y protector, también italiano, fray Gaspar Gorricio. A sus hermanos Bartolomé y Diego, supuestamente  genoveses, les escribía en castellano y hasta en caracteres desconocidos. ¿Cómo puede explicarse que   Cristoforo Colombo o el Colón ligur [expresión utilizada por Pietro Martire  d’Anghiera], que hasta los 22 o 25 años residió casi permanentemente en Génova y Savona ya utilizara el castellano en Portugal, tres años antes de llegar a Castilla?

Y también queda probado lo dicho por una extensa nota marginal, en lengua castellana,    escrita por Colón en un libro de su propiedad,  Historia rerum ubique gestarum de Eneas Silvio Picolomini, en la que el genial navegante explica sus cálculos sobre    la era del mundo. ¿Será que el Cristoforo Colombo genovés, nacido en 1451, no era Cristóbal Colón? Nadie puede negar que el Almirante   tenía conocimientos de la lengua italiana  porque  en  Historia di Plinio,  escrita en dicha lengua y conservado en la Biblioteca Colombina de Sevilla, hay la siguiente nota marginal escrita por Colón:  << Del ambra  es çierto nascere in India soto tierra, he yo no ha fato   caure in molti monti in la isola  de Feyti uel de Ofir uel de Cipango, a la cuale habio  posto  nome Spagnola, y ne o trouato pieça grande como el capo, ma no tota chiara, saluo de chiaro y parda, y otra negra; y ve n’e asay>>. Significado en castellano: <<Es cierto que el ámbar nace en la India bajo tierra y yo hice excavar en muchos montes de la isla de Feyti (Haití) o el Ofir o el Cipango, a la cual había puesto el nombre de Española y allí encontré una pieza grande como la cabeza, pero no toda clara, siendo entre clara y oscura y otra negra, y hay bastante>.

Palabras no italianas son  del, es cierto, tierra, yo, pieça, como, el, y, pardo, otra, negra, pero la redacción no puede atribuirse a una persona que tuviera el italiano como lengua materna. Salvador de Madariaga [Vida del Muy Magnífico Señor Don Cristóbal Colón, Buenos Aires, 1958, p. 73] califica el texto <<como una jerga indescriptiblemente cómica en la que  las palabras italianas o pseudoitalianas ni siquiera son mayoría en un contexto italiano-castellano-portugués>>, para añadir que <<es tan disparatado, que, de no ser apócrifo, sólo puede explicarse por un momento de aberración mental>>.

Por otra parte, entre las numerosas notas y apostillas de Colón en sus libros de lectura, todas en castellano y latín, hay otra corta en italiano, en el Libro de Profecías [Biblioteca Colombina de Sevilla]: <<Doppo el pecato delli primi parenti cadendo   l´homo de male en pegio perdete la simigliança de Dio et, como dice el psalmista, prese similitudine de bestia>>. En castellano quiere decir: <<Después del pecado de los primeros padres cayendo el hombre de mal en peor perdió la semejanza de Dios y, como dice el salmista, tomó la semejanza de bestia>>. En este caso, el, en, como, de  tampoco son palabras italianas. Así que el supuesto «genovés» Colón solamente nos ha dejado dos notas escritas en  «italiano», nada en portugués  ni tampoco, que se sepa, en dialecto genovés y, a excepción de los caracteres cifrados, el resto de la  numerosa correspondencia, bien sean documentos autógrafos o de copistas, están escritos en castellano. Y si no hay suficiente con el problema de que el Colonus ligur   no tuviera el italiano como lengua propia, veamos lo que dice fray Bartolomé de las Casas:

–         –         <<Todas estas son sus palabras formales, algunas dellas no de perfecto romance castellano, como no fuese su lengua materna del Almirante>>.

–         –         <En este paso  hace mención el Almirante  de muchos puntos  de tierra e islas e nombres que les había puesto, pero no parece cuando, y en esto y en otras cosas que hay en sus itinerarios, parece ser natural de otra lengua, porque no penetra del todo la significación de los vocablos de la lengua castellana, ni del modo de hablar della>>.

–         –         <<Estas son sus palabras, y no muy polidas en nuestro romance, pero, cierto,  no por eso dignas de desechar>>.

–         –         <<Todas estas son  palabras del Almirante, con su humilde y falto de la propiedad de vocablos estilo, como quien en Castilla no había nacido>>

–         –         <<Estas son sus palabras, puesto que defectuosas cuanto a nuestro lenguaje castellano, el cual no sabía bien, pero más insensiblemente dignas>>

Hay otro testimonio importante relacionado con la lengua que hablaba  Colón  al llegar a La Rábida (Huelva),  y es el de García Hernández, físico (médico) de Palos, que en ocasión de los pleitos colombinos declaró: <<E que estando ally ende este testigo un frayle que se llamaba fray juan peres q’es ya defunto quiso hablar con el dho don crystobal colon e viendo le desposysion de otra tierra e reyno ageno a su  lengua le preguntó…>>.

(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Editorial Mediterrània-Eivissa, Nito Verdera, Ibiza, 1994 pp. 27,  28, 312, 313 y 314)

CARACTERES CIFRADOS 

A finales de agosto del año 1500 llegó a Santo Domingo un nuevo gobernador, Diego Bobadilla, que detuvo a los hermanos Colón y los envió a Castilla cargados de cadenas. El hecho fue recogido en las Décades de Pietro Martire D’Anghiera y cuenta que <<Aquel nuevo gobernador se dice que envió a los Reyes cartas escritas por la diestra del Prefecto (Almirante)  en caracteres cifrados, en las que exhortaba y aconsejaba a su hermano el Adelantado (Bartolomé), ausente a la sazón, que acudiera a toda prisa con una tropa armada   para protegerse de una injuria, si el nuevo gobernador se disponía a cometer con ellos algún atropello>>.

Para el historiador Juan Gil, escribir en caracteres cifrados  <<era una costumbre generalizada en aquel tiempo>>. Podía serlo, no voy  a discutirlo, pero, en cualquier caso, debía estar reservada a las personas cultas, pienso yo. Salvador de Madariaga, en cambio, lo analiza desde otra óptica y se pregunta qué caracteres son éstos y señala que ni Cristóbal Colón ni su hermano Bartolomé sabían lengua alguna que no fuese latina. <<Es muy probable -añade- que se hubiesen constituido una cifra de uso personal. Más natural parece suponer que conociesen  por tradición familiar alguna forma cursiva del alfabeto hebreo>>.

Hay dos apostillas singulares en Historia rerum ubique gestarum,  de Eneas Silvio Picolomini , la B54 y la B59, escritas parcialmente en clave, que hasta hoy, al parecer, nadie ha sido capaz de descifrar. La B54  dice <<Nota de Seres multa nobis spectantibus pro T76 y 78/= 849Y8/>>, que puede traducirse por <Fíjate en los Seres, muchas cosas, que nos esperan para…>>.

En cuanto a  la B59  dice <<Miram dicunt aeris dementiam ministrare.adeo quod sit ultima .4m. clima 7=3y8=9P547>6=7P…>>. Su significado es: <<Dicen que les otorga una maravillosa locura del aire. Tanto que sería el más remoto 4º clima…>>.   [x1]  [x1]

Por lo que respecta a la B54, Juan Pérez de Tudela [Cristóbal Colón. Una nueva Historia del Descubrimiento, Rembrandt Editions, Alicante, 1989] señala que la primera palabra cifrada significa lignis (troncos, canoas) y la segunda Esdras. En cuanto a la apostilla B59, apunta Juan Pérez de Tudela que la primera palabra cifrada significa Uidigueipolis= a Dominica (la isla), Guaytucabo en lengua de los aborígenes. La segunda significaría Iemaserpolis= a Yamaye, nombre indígena de Jamaica.

Como es sabido,  el doctor Juan Pérez de Tudela y Bueso, miembro de la Real Academia de la Historia de España, es autor de una teoría sobre el descubrimiento de América según la cual Cristóbal Colón -antes de 1492 y en pleno Océano Atlántico- encontró una canoa con indígenas vivos, que le habrían informado de la existencia de

islas en el Mar Caribe. Ciertamente, aquí y ahora no se trata de valorar la citada teoría ni el resultado  de los trabajos llevados a cabo para intentar descifrar las palabras en clave, pero sí se debe agradecer al ilustre historiador español el empeño mostrado para aclarar el significado de las dos apostillas colombinas.

Respecto a la apostilla B54, Gerard Garrigue [Christophe Colomb le catalan, Confluences, Barcelona, 1992, p. 157] también da su versión  sobre su significado El autor, a quien conocí personalmente en Barcelona en 1993,  ha sido marino profesional y  ha navegado por el Océano Indico y por el Mar de China, y recuerda que los Seres, para los europeos eruditos del siglo XV, eran los hombres de raza amarilla que vivían en Extremo Oriente. Gerard Garrigue supone que la palabra cifrada indica una posición y que 7 es la longitud al oeste de su meridiano 0, que pasa por la isla de Hierro, a 19 grados de Greenwich y en latitud 78 norte según los cálculos de Cristóbal Colón, que correspondería al sur de Islandia y está equivocada en 11 grados por exceso. Entonces, Garrigue llega a la conclusión siguiente:

Longitud 19+7= 26 grados oeste

Latitud 78-11= 67 grados norte

Esta sería, según Gerard Garrigue,  la situación de un punto de la cadena de montañas de la costa oriental de Groenlandia, con altitud de 3.700 metros, que Colón habría observado durante algunas horas del invierno boreal. <<De hecho -concluye Garrigue- él había visto América>>. Es decir, la apostilla de Colón vendría a confirmar que hubo un predescubrimiento, como se dice en las Capitulaciones de Santa Fe, hecho que viene reforzado después de haber estudiado lo que he venido en denominar «Conexión noruega».

(En la obra citada Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera,  pp.313 y 314)

COLÓN Y EL ALFABETO HEBREO

La teoría de Salvador de Madariaga, respecto a que los hermanos Colón podrían haber utilizado  alguna forma cursiva y cifrada de la lengua hebrea, encaja perfectamente con las doce rúbricas utilizadas por el Almirante en otras tantas cartas autógrafas dirigidas a su hijo Diego, en las que en el ángulo superior izquierdo aparecen ligados los caracteres hebreos bet y hai, abreviaturas de Baruch Haschem (Alabado sea el Señor). La investigación que he llevado a cabo  [Cristóbal Colón, originario de Ibiza y criptojudío,  editado y publicado por el  Consell Insular d’Eivissa i Formentera, 1999, ISBN: 88018 – 42 – 8, pp. 137-179] sobre este signo, escrito de derecha  a izquierda al modo semítico y en la que he contado con la valiosa colaboración del Archivo General de Indias, expertos del Gabinete Central de Identificación de la Dirección General de Policía Judicial española y del Instituto de Manuscritos Hebreos Microfilmados de Jerusalén, permite afirmar, de manera científica, que Colón conocía la lengua hebrea. Por añadidura, el filólogo alemán Fritz Streicher [Die Kolumbus Originale, Spanische Forschungen I, Görresgesellschaft, Munster i.W., 1928] afirma de manera categórica que la rúbrica está escrita por la mano de Colón, lo cual invalida las voces que se han alzado durante años, el sentido que el famoso lazo o rúbrica sería obra de algún archivero de la Casa de Veragua.

(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, Ibiza, 1994, 28, 29, 30)

LÉXICO COLOQUIAL COLOMBINO

En  Cristóbal Colón, catalanoparlante (pp. 97- 150) he analizado 63 palabras o expresiones usadas por el Almirante, no escogidas al azar, sino por sus singularidades,

por no estar de acuerdo con la interpretación que se había dado de ellas por parte de historiadores y filólogos  -especialmente Consuelo Varela, Juan Gil y Ramón Menéndez Pidal-, y otras por entender que solamente se explican desde la lengua catalana. El resultado es que 61 de ellas (96,8%) se encuentran en catalán; 31 son únicamente catalanas (42,9%); 22 son usuales en castellano y catalán (34,9%); cuatro son comunes al catalán, castellano y portugués (6,4%). Hay una palabra común al catalán y portugués y otra en árabe; a otra la considero un híbrido del catalán, portugués e italiano; otra es también común al catalán, portugués e italiano; y hasta hay una no clasificada en ningún idioma. Hay otro  grupo de seis palabras al que denomino especial, que supone el 9,5% del total analizado, que son las siguientes:

Mozada (mordisco, bocado) :  común al catalán y al gallego-portugués.

Burcam  (volcán): genuina del árabe.

Faxones/faxoes (judías):  híbrido portugués, catalán e italiano.

Luxengero (adulador): es un préstamo del antiguo occitano al catalán, castellano, portugués e italiano.

Per forza (por fuerza): es común al catalán, portugués e italiano.

Porsimolum  (¿perejil?, ¿hinojo?):  es difícil de adscribir a una lengua determinada.

De los 31 vocablos genuinos de la lengua catalana destaco bil.la (significa rasgón,  arrapiezo y venda, y se usa sólo en Ibiza), abalumado (agobiado), barjaca (bolsa),   almucadas (capuchas), fexes (haces), launes (láminas), manadas (manojos), manillas (aros, pulseras), redusir a memoria [hacer recordar], pusad (en el sentido de ser muy exigente), quisto (recaudador), setcentas islas de nombre (setecientas islas de número), terrado (azotea), cans (perros), encomportable (insoportable), ian face (hay delante), el mundo es poco (el mundo es pequeño), ençengir (rodear), arreo (sin excepción, sucesivamente), arriscada (atrevida), çeçiones (acceso de fiebre), aver o tener lengua (obtener información por vía secreta), pardales (gorriones), pellas (bandejas), resurtir (retroceder, retirarse).

(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, Ibiza, 1994, pp, 295, 296)

LÉXICO NÁUTICO Y TOPONÍMICO UTILIZADO POR COLÓN

De los 79 términos analizados, 69 son muy usuales en catalán (87,3%); 37 son únicamente usados en catalán (46,8%); 26 son castellanos (32,9%), pero muy usuales en catalán y hasta algún que otro en gallego-portugués y francés. Solamente un vocablo es usual en italiano y genovés; 16 también se encuentran en gallego-portugués (20,2%) y uno en gascón. Otra palabra es genuina del gallego-partugués, dos son italianas, tres del francés y el resto son normales en castellano y catalán.

Por otra parte, 11 términos estudiados son franceses (13,9%), pero usuales en castellano y catalán y, de todos ellos, solamente uno es genuino del francés; otro es provenzal, veneciano y  genovés, y otro usual en italiano  El resultado del análisis de 10 palabras señala que una es usual en dialectos suizos, del norte de Italia y de Baleares; y las restantes palabras son usuales en catalán, castellano, portugués y occitano. En consecuencia, de 79 vocablos náuticos analizados 10 no son  de la lengua catalana, pero los encontramos en castellano, gallego-portugués y francés.

Las 37 palabras o expresiones genuinas del catalán son las siguientes: ampolleta (reloj de arena), angla (ensenada), agrezuela (en forma de crisol), basa (fondo marino arenoso), bojar (navegar o medir el circuito de una isla), boltejar (por voltear, navegar ciñendo dando bordos alternativos y sucesivos), boneta (vela supletoria), bruma (molusco acéfalo que se introduce en las maderas bañadas por las aguas de mar y las destruye), camarí (variedad del tiburón y topónimo existente en la isla de Formentera), estar o ponerse a la corda (disponer las velas de una embarcación de modo que ande poco o nada), cheranero (socaire), derrota (rumbo, camino), jamás se desabarcan (jamás se alejan), despalmar (limpiar, dar sebo y calafatear los fondos de una embarcación), enfundió (echó a pique),  farallón (peñasco abrupto que  sobresale en el mar), tener farol o hacer farol (hacer señales), fisga (arpón de varios dientes), gabia (vela), margalida (Margarita, isla de Venezuela e islote situado en la costa NW de Ibiza), martinet (en castellano es Martinete, el ‘martín pescador’,  y topónimo situado ala entrada del puerto de Ibiza), poner navío a monte (varar la embarcación en seco para

carenarla o pintar sus fondos , papahigo (vela mayor, sin bonetas), portada (pacotilla), reguardo (distancia prudencial que por precaución toma la nave para al pasar cerca de la costa o de un punto peligroso), estar al reparo (navegar sin poner en peligro la embarcación), retreta (refugio), revesos (del catalán ‘revesa’ -dura y díficil-, peces que en la barriga tienen una aspereza, con la cual, donde quiera que se pegan, primero que los despegan los hacen pedazos) ), saona (de sazonar, y nombre de una cala de Formentera) soldar (echar el escandallo al agua para averiguar la profundidad y la calidad del fondo) sorgir (fondear), sotil (pequeño), surto (fondeado), temporejar (mantenerse con poca vela, como haciendo tiempo), será tant avant (habrá llegado), terral (viento de tierra)  y treo (vela mayor sin bonetas).

Otras 32 palabras son muy usuales catalán y prestadas a las otras lenguas hispánicas; es decir, que de las 79 palabras analizadas, resulta que 69 de ellas (87,3%) se  documentan en lengua catalana: balcos (rachas de viento de poca intensidad), sirga (maroma para tirar de una embarcación desde tierra), batel (embarcación que llevaban los navíos), blandear (aflojar, amainar),  encabalgar (montar, doblar),  gabia, , pozo (fondeadero),  tonina (atún),  trabucar (volcar, zozobrar),  xarcia (aparejos y cabos de una nave), bolina (ir de bolina es navegar ciñendo el viento, de manera que dirección de la quilla forme con la del viento el ángulo menor posible),  resaca (movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla),  vento abal (viento que sopla entre el Este y el Sur),  nacaras (madreperlas),  jusente (bajamar),  cala (ensenada pequeña), estar a la colla (esperar condiciones favorables para navegar),   conventos/comentos (unión de dos tablas),  cor<r>i (en el sentido de llegar  por arribada forzosa),  naveta (nave pequeña),  resegundava (se repetía),  tramontana (Norte), turbiada (turbión, turbonada),  amainar (arriar las velas de una embarcación),  ataraçana (arsenal de navíos) ensolvia (diluía),  entena (verga inclinada de las velas latinas),  escombrado (desembarazado, limpio),  passada (paso),   puntero (viento que viene por la proa) y  sotavento (costado opuesto a aquel de donde viene el viento).  Pero resulta que hasta 20 palabras de los textos de Colón se documentan por primera vez en castellano. Correspondientes a 1492 tenemos barlovento (la parte de donde viene el viento, no documentada anteriormente en ninguna lengua), bojar, estar a la corda, hacer farol, fisga,  poner navíos a monte, naveta, papahigo, estar al reparo, sorgir,  temporejar, terral y treo. Portada (pacotilla) es una verdadera perla, que  aparece en castellano en 1495 y se documenta en Llibre del Consolat de Mar, del siglo XIV. Puntero (viento que viene por la proa) apareció en castellano en el cuarto viaje de 1503. Despalmar en 1502, estar a la relinga en 1493 y procede del francés; resaca entra al castellano en 1492 y es francesa y catalanismo; restinga también aparece en 1492 y es gallego y portugués; Curiosamente, 17 de las palabras y expresiones citadas son de la lengua catalana  (21,5%).

En cuanto a  barlovento (la parte de donde viene el viento) resulta que no es palabra catalana ni castellana ni italiana ni portuguesa. En lengua catalana es sobrevent y  barlovent se considera como un barbarismo, un castellanismo. Sin embargo, resulta que el ‘extraño’ vocablo viene del catalán per lo vent, que también significa ‘la parte de donde viene el viento’, que con la arabización de la «p» inicial se convierte en «b», hecho que solamente se explica desde el catalán hablado en Ibiza.

Por otra parte, cheranero (socaire) no significa ni Carenero ni Quersoneso como pretenden algunos historiadores, sino que se explica desde el antiguo verbo catalán (siglo XIII) serenar, xerenar (calmar). Entonces,  al  xeraner (el que da socaire) lo castellaniza el Almirante en cheranero y se acaba el «misterio» de la palabra usada por

Colón el día 6 de diciembre de 1492 en Haití. La cosa está muy clara, pero hay que

saber que en catalán no existe la «ch», función reservada a la «x». Además,  el  catalán hablado en Ibiza presenta una tendencia a la palatización inicial: xindria  (sandía), xamarra (pelliza), xinglot (hipo), en lugar de sindria, samarra, singlot. Así que, sin lugar a dudas,  la filología explica una vez más  explica el polémico cheranero de Colón y cual era su lengua materna.

(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, Ibiza, 1994, pp. 298, 299, 300)

CRISTÓBAL COLÓN NO PODÍA SER GENOVÉS

Las conclusiones revelan que Colón tenía muy pocos conocimientos del dialecto genovés y del toscano -unido al hecho probado por Las Casas y Ramón Menéndez Pidal de que ni el castellano ni el portugués eran su lengua materna- lo cual nos permite presumir que debía ser catalanoparlante; es decir, natural de alguno de los territorios de la antigua Corona de Aragón. También tenía  el Almirante grandes conocimientos del castellano, pero no los suficientes, según he comprobado en la investigación lingüística, porque cuando desconoce el vocablo adecuado, sin dudarlo, usa el catalán. Es un hecho tan claro, que en varias ocasiones ha de explicar su significado por suponer que los destinatarios de sus escritos  no lo entenderán. Podemos, pues, calificar a Cristóbal Colón, hasta cierto punto,  de ‘creador de la lengua castellana’.

Cristóbal Colón convivió navegó durante 14 años con portugueses y franceses, y así es normal que usara nuevos términos y expresiones. Y una pregunta se impone: dónde está la pretendida influencia del dialecto genovés y del toscano, base del actual italiano, en sus escritos? La respuesta científica   es que no se encuentra, y que la pretendida influencia, ya que es prácticamente inexistente. En suma, gracias a una investigación que me ha llevado muchos años, creo poder aportar una prueba importante, quizá decisiva, para demostrar que el genovés Cristoforo Colombo no podía ser el Cristóbal Colón de los archivos españoles.

(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, Ibiza, 1994, p. 304)

LA LINGUA FRANCA COMO COARTADA

Es evidente que cuando Colón no sabía las palabras adecuadas en castellano las escribía en catalán y, en contadas ocasiones, en portugués y francés. Mi admirada Consuelo Varela (Cristóbal Colón. Retrato de un hombre, Madrid, 1992, p. 68), dice que <<el Almirante era un hombre de mar acostumbrado a chapurrear mil lenguas y que con sus compañeros se entendía a las mil maravillas en la jerga que se llamaba entonces levantisca, es decir del Levante, del Mediterráneo en general […] mientras que la jerga marinera castellana apenas aparece en su léxico. Colón -añade- educado entre italianos y portugueses, pero viviendo en Castilla habla una lengua desconcertante con préstamos de todas ellas>>.

Respecto a la forma de hablar de Colón quisiera  puntualizar que hoy en día nadie puede saber la pronunciación que tenía, hecho que permite señalar casi a ciencia cierta la nacionalidad de una persona, pero sí conocemos su manera de escribir. Debe tenerse en cuenta, además, que Las Casas dice <<que no penetraba del todo la significación de la lengua castellana>>, hecho que excluye a los territorios de Castilla como cuna del Almirante, pero sin que nos dé pistas de dónde podía ser natural.

No pongo en duda que Colón conocía la jerga levantisca, la  lingua franca, hecho que se viene utilizando como coartada para seguir apuntalando al genovés Cristoforo  Colombo como descubridor el Nuevo Mundo, pero veremos que ésta no pudo influir en sus

escritos. En realidad, la  lingua franca (Nueva Enciclopedia Larousse, Barcelona, 1981,

vol. 6, p. 5844) es una serie de voces latinas que designan un sabir, que comprende elementos diferentes de lenguas románicas, del árabe y del turco en uso hasta el siglo XIX en los puertos mediterráneos. La lingua franca sirvió, desde la época de las Cruzadas,  de lengua comercial entre individuos de lengua turca o árabe, por una parte, y francos (cristianos) por otra. En Argel, que también fue lengua de la chusma, empleada entre dueños y esclavos, y entre esclavos de lenguas diferentes. Alguna vez ha desempeñado el papel de lengua diplomática, sobre todo en Túnez.

Para mejor comprensión, puede añadirse que un sabir es una lengua de relación mezclada a sabiendas, voluntariamente rudimentaria  en su vocabulario y en su estructura gramatical, usada con fines particulares entre individuos de lenguas diferentes.  Es importante explicar que los sabires son lenguas especiales limitadas a ciertos dominios: comercial, relaciones con esclavos y comunicaciones de orden profesional; y son verdaderas lenguas mixtas, más o menos artificiales.

Ejemplos de sabir son el rusonorsk, la lengua de pescadores rusos y noruegos;  el  chinook, la lengua híbrida de un pueblo amerindio que habitaba la costa del Pacífico en los actuales estados  de Oregón y Washington;   y los pidgin inglés de China, en vías de desaparición,   y el pidgin melanesio, conocido con el nombre de beach-la-mar, muy usado en la actualidad.

Por otra parte, la profesora Estelle Irizarry, de la Universidad de Georgetown en EE.UU., en un trabajo titulado Cristóbal Colón, escritor, publicado en octubre del año 1992,  llega a las conclusiones siguientes:

1.      1.      Colón inicia el género ensayístico en el Nuevo Mundo en modalidades variadas de ensayo epistolar, testimonial, persuasivo y personal.

2.      2.      Colón logró que su prosa respondiera a variados fines de tipo persuasivo, informativo y descriptivo.

3.      3.      Los historiadores y biógrafos pueden interpretar a su gusto la figura de Colón como descubridor, pero quedan estos textos como testimonio de un escritor hábil y elocuente.

Un informe demoledor, sin duda, para los que siguen defendiendo que la lengua de Colón era la lingua franca, la jerga levantisca.

¿Puede acabar con el enigma de Colón el hecho de que se la haya fijado, clasificado como catalanoparlante? No lo creo. Y soy pesimista porque a los investigadores colombinos de Cataluña  y a los de Mallorca, que tienen  una lengua común: el catalán, les va muy bien mi  investigación lingüística y las conclusiones. Seguiremos con el diálogo de sordos. Cada uno hará la guerra  por su  cuenta, y cabe recordar que en España los hay que quieren un Colón gallego, extremeño, asturiano, valenciano y toledano. Y lo más grave es que todos los investigadores que defienden a capa y espada tan diferentes teorías saben muy bien que Colón no tenía el castellano ni el gallego como lenguas maternas. Pero lo más preocupante es que los investigadores de Cataluña, socios como yo del Centre d’Estudis Colombins, sección del Ómium Cultural de Barcelona, quieren que el navegante descubridor sea miembro de la rama más o menos noble de los Colom de Barcelona y no acaban de aceptar la gran posibilidad de que el Almirante y sus hermanos fueran miembros  de la poderosa  familia judía conversa Colom de Ibiza.

Por añadidura, el hecho de que Cristóbal Colón utilizara muchos topónimos de las costas  de Ibiza y Formentera para bautizar accidentes geográficos del Caribe  dicen que no es significativo ni probatorio de la relación de Colón con Ibiza, cuando ocurre todo lo contrario porque la toponimia es una ciencia auxiliar de la historia. Sinceramente, si

los investigadores colombinos  del  Principado de Cataluña o los de Mallorca  pudieran aportar el dato de que en sus costas hay o hubo los nombres de lugar trasladados al Caribe en el transcurso de los cuatro viajes realizados por el descubridor, el  «Caso Colón», el Colongate ya estaría cerrado.

(Cristóbal Colón, catalanoparlante)