Hipólito de Saá Bravo

Dedicó su vida al estudio de la historia y la arquitectura gallegas. Su aportación a nuestra cultura es inestimable. Nos dejó obras como «El monacato en Galicia».

Por HIPÓLITO DE SAA BRAVO

MIS VIVENCIAS EN TORNO AL COLON PONTEVEDRES

«…En el Itiempo en que escribe don Celso García de la Riega, Pontevedra era una élite cultural, sobre todo por las famosas tertulias: la tertulia de don Jesús Muñíais, excepcional, por donde pasaba Ip más granado de toda la comunicación directa que él tenía con gente de fuera, defensores sobre todo de la literatura francesa, que entonces estaba en auge. De ahí sale una famosa revista, «Galicia Moderna», en la que aparecen ya algunos artículos, un poco tímidos, relativos a Colón; y en la que escriben Torcuata Ullóa, los Muñíais (Andrés y Jesús), y después el mismo García de la Riega.

Casi al mismo tiempo, surge en Madrid la «Ilustración Gallego-Asturiana», que muestra cierta oposición al núcleo cultural de Pontevedra. Allí figura Murguia, que es el procer (vamos a llamarle así) de esa tendencia literaria que se centra en lo que fue después el «Café Gijón» de Madrid, y que repercute y llega a La CorufSa. Allf se forma lo que va a ser la Real Academia Gallega. Este detalle es necesario tenerlo muy en cuenta, En esas famosas tertulias literarias de Pontevedra, existe ya una élite, antes de llegar a la de don1 Casto Sampcdro, con su famosa tertulia de la calle de la Oliva, en la casa de Concepción Arenal. En la de Jesús Muñíais, en la Casa del Arco, existe un núcleo del que van a salir dos revistas famosas: «Galicia Antigua» (sedimento del libro del mismo nombre, cuyo autor es, precisamente. García de la Riega), y «Galicia Moderna».

Esto trae consigo el primer encuentro entre don Celso Garcfa de la Riega, o lo que podríamos llamar la cultura pontevedresa, y la cultura coruñesa, que es la defensa del Celtismo, contraria al Helenismo de Pontevedra. Algo que muchas veces se ha pasado por alto, pero que, efectivamente, existía y son los primeros pasos del Galleguismo, Hay que buscarle un fundamento étnico al Galleguismo, y ese fundamento étnico es el celta. De ahí arranca el mítico Breogán, junto con todo lo que nos cuenta Murgufa en su libro «Galicia», que forma parte de la colección «España y sus monumentos», en el que, precisamente, defiende a capa y espada la población celta del solar gallego, no admitiendo para nada ni a fenicios nf a griegos.

En el lado opuesto surge «Galicia Antigua», de García de la Riega, en la que defiende lo contrario: las colonias griegas llegan a Galicia y dan origen a una serie de pueblos, entre ellos «Helenis» (Pontevedra), Noia, Betanzos y Tui, basándose en el libro de Avieno «Ora Marítima», donde efectivamente admite a los «Ophiusa» que son de origen griego; y basándose además en la «Historia General» de Plínio, en donde al hablar de los pobladores, concretamente de lo que ahora es Vigo y Pontevedra, nos dice que eran de origen griego.

Ahí tenéis un enfrentamienlo, una dialéctica muy dura. Si leéis tanto el libro de Murgufa, como el de Celso García de la Riega, veréis que están a matar. Y esto sucede, precisamente, antes de surgir la tesis de Colón gallego. Hay una animadversión muy grande en este aspecto, que aparece más tarde cuando él publica el primer libro sobre Colón español, y que inmediatamente pasa a ser Colón gallego. Hecho al que se enfrenta la Academia Gallega, rechazándolo.

No se tiene en cuenta que aquf ya no es solo una oposición de carácter, del fondo de la cuestión, sino que hay algo de tipo particular, y además como escritor que soy» sé que a veces teorías o postulados que yo defiendo, algunos otros me los rebaten, no tanto por la teoría en sí, sino por la simpatía o no simpatía que se pueda inspirar. Esto es indiscutible. Así que tenemos ya ese primer paso de la oposición que encuentra la teoría, y después el fallo de la Real Academia.

Pero ¿de dónde viene es oposición posterior de la Real Academia de la Historia? Al hablar la Gran Enciclopedia Galega de Colón (así como en la biografía de La Riega) cita uno de los principales instigadores del fallo negativo de la Academia a Eladio Oviedo y Arce, canónigo de Santiago, ¿De dónde viene la contraposición de Oviedo y Arce hacia García de la Riega? Pues, de la trayectoria de la IV via marítima. Los que hayan estudiado algo de las vias romanas verán, por ejemplo, como el P. Antonio López Ferreíro, siguiendo lo que había escrito anteriormente en la revista «Galicia Histórica», que se gestaba y publicaba precisamente en Santiago, en el seno del Cabildo Catedralicio, defiende la trayectoria de la via romana partiendo de la 5.» mansión de la via XIX, llevándola por todo el Barbanza, hasta llegar a Finisterre. Era la trayectoria que defendían en Santiago para demostrar el camino que siguieron los discípulos del Apóstol cuando arribaron a Galicia con las reliquias. Por aquel entonces el camino seguro era el camino de la via militar, y la via militar era la «Per loca marítima». Y como, efectivamente, en el «Itinerario» de Antonino, en una de las inscripciones aparece «Aques Celenis» y aquí «Celenis» era la 5.-de la via XIX, cree que la via «Per loca marítima11 arrancaba de Cangas, se introducía en el Ulla, atravesando por el Barbanza y Noia hasta Finisterre. Los discípulos habrían llegado hasta Finisterre, trayendo el cuerpo del Apóstol hasta «Aques Celenis», que era Sede Episcopal y desde allí irían después alria.

Pero García de la Riega presenta una teoría completamente distinta: que la «Per loca marítima» no arrancaba de «Aques Celenis», sino de «Aques Baenis» (nombre que en los escritos de Strabón y de Pompóme Mela se da al rio Miño), y desde allf a «Vicus Spacorum» (Vigo), y «Duas Pontes» (Pontevedra); despojando a Pontevedra del paso de la via romana, sin explicar a qué villa pertenecían esa cantidad de miliarios que se encuentran en el trayecto de Vigo a Pontevedra y de ésta a Caldas de Reyes.

Esta fue una polémica muy dura, y se puede constatar leyendo el libro de García de la Riega, o más concretamente el de López Ferreiro, el tomo II de su obra donde se habla de esta gran polémica. Seguramente se preguntarán ustedes ¿es posible que se halla llegado a tanto? Creo que si, pues en aquel tiempo, ese prurito, ese algo de Pontevedra con sus tertulias, que después van creciendo, no era muy bien visto en La Coniña. En una segunda etapa se afianzan aún más los elementos culturales de la capital, porque Casto Sampedro aporta documentos interesantísimos para la misma tesis de Colón; documentos que después fueron publicados en la «Enciclopedia General de Galicia», sobre lodo en el «Reino de Galicia», de Gerardo Alvarez Limeses. Y para mi -no se si será atrevido asegurarlo- es de donde arranca esa oposición a la tesis de García de la Riega, que otros siguieron después…»

Dentro de la Semana Cultural dedicada a Cristóbal Colón, que se celebró el pasado año en el marco incomparable del Monasterio de San Juan de Poio. D. Hipólito de Saá Bravo, brillante historiador y conferenciante excepcional, desarrolló el tema de sus vivencias en tomo a la tesis de Colón gallego, refiriéndose en particular a loa motivos que a su juicio, desencadenáronla gran polémica y dieron lugar a la refutación de aquella lesis por paite de la Real Academia Gallega. De dicha conferencia hemos extractado el texto que configura el presente artículo.

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