ESPAÑA Y PORTUGAL EN EL PROYECTO DE COLÓN

Las relaciones en 1485 entre España y Portugal eran tensas, llenas de amenazas y agravios por parte de las dos cortes, el rey portugués  descubre una conjura por parte de los nobles para darle muerte, encabezada por el duque de Braganza  y el duque de Viseu junto con todos los Braganza, estos eran parte de la familia materna de la reina Isabel de castilla, conjura que termina con la muerte de Diego, duque de Viseu, asesinado de una puñalada por el propio rey Juan II de Portugal el 22 de agosto 1483, después de este suceso y descubierta la conjura contra el rey portugués los Braganza huyen de Portugal en busca de refugio y amparo de la reina  Isabel, con lo que el rey portugués acusa a la soberana de Castilla de fomentar conspiraciones contra él y amenaza hacer salir a la “excelente señora” doña Juana “la Beltraneja” del enclaustramiento en que debía estar reducida conforme al convenio de Alcazobas.  Para la reina Isabel aquella amenaza era la más perturbadora que se le podía hacer por la consecuencia que traía consigo, se tuvo que hacer un gran esfuerzo de la diplomacia para mantener los términos de la “hermandad”.

Portugal, en ese entonces era la mayor potencia naval conocida, y tanto las rutas nuevas como otros asuntos relacionados con la navegación pertenecían al acuerdo de “sigilo y secreto” portugués, al que contadas personas tenían acceso. Pedro Álvarez de Sotomayor, Conde de Camiña, por supuesto que estaba incluido en esas selectas personas, Colón dijo que él había estado presente cuando Juan II recibió, en dos ocasiones, información secreta de asuntos navales, dos notas escritas de su puño y letra:

         “El Rey de Portugal envió a Guinea en el año del Señor de 1485 al maestro José su físico y astrólogo, para reconocer la altura del sol en toda Guinea. Este cumplió con todo y dio cuenta al dicho serenísimo rey, cuando yo me encontraba presente, en este año de 1488, en el mes de Diciembre, atracó en Lisboa Bartolomé Díaz, capitán de tres carabelas, que había enviado el serenísimo rey de Portugal a Guinea… Y dio cuenta al serenísimo rey como navegó más allá de lo ya navegado 600 leguas…El viaje lo dibujó y lo escribió legua a legua con una carta de marear, para presentarlo ante los ojos del serenísimo rey. En todo estuve presente.”

Pedro A. de Sotomayor (Pedro Madruga) al ver que las gestiones en su favor ante los Reyes Católicos no daban resultados, y los parientes que tenía en la corte no pudieron hacer que le restituyeran sus dominios ni sus fortalezas, decide trasladarse en 1486 a Salamanca, con el objeto de pedir perdón a los Reyes Católicos y exigir la devolución de sus bienes. Esto fue muy oportuno para los Reyes Católicos, se oponen a restituirle su señorío pero pueden utilizar a Pedro A. de Sotomayor para conocer los secretos de navegación portuguesa, a cambio de nuevos títulos y bienes, el de Sotomayor,  les presenta el proyecto de una nueva ruta hacia las indias, ya que Portugal les está llevando la delantera, ya habían llegado al cabo de Buena Esperanza, los monarcas acceden exigiéndole un cambio de identidad, de ahora en adelante será conocido por su nombre materno Cristóbal Colón, tanto los reyes como otras personas eran consientes de esta doble identidad, convirtiéndolo en secreto de estado, el secretismo que le impusieron a Colón esta en correlación al secretismo de los Reyes en su política internacional.

Portugal había realizado en 1486 una expedición comandada por Fernáo Dulmo y Alfonso de Estreito en busca de las «Siete Ciudades» (tierras pobladas)  se trataba de una acometida perfectamente relacionable con la de Cristóbal Colón. La fecha en la que se sabe que estaba Pedro A. de Sotomayor en Alcalá de Henares, 20 de Enero de 1486, bajo la protección del Duque de Alba, es  exactamente la misma fecha  en que aparece Colón por primera vez y desaparece Pedro A. de Sotomayor (Pedro Madruga), fue cuando aparece Colón en la historia, nada anterior a esta fecha hace referencia a Colón, los datos que se cuentan de Colón anterior a esta fecha fueron escritos después de 1486.

El viaje descubridor iba mucho más lejos que el coste económico, si se encontraba algo, habría de ser mantenido con las armas frente a Juan II, ese era el verdadero coste del proyecto, para los monarcas la autorización del proyecto en 1486 era un imposible, tendrían que mantener la guerra de conquista granadina y el conflicto permanente con el rey de Francia, o con la regente, que prometió que no se daría solución mientras no hubiera devolución del Rosellón y la Cerdaña, se abriría un enfrentamiento bélico con Portugal, era impensable pelear tres guerras al mismo tiempo. Los reyes católicos nombraron una junta de cosmógrafos presidida por Hernando de Talavera, para el estudio del proyecto que presento Colón, esta junta dictaría sentencia negativa contra el proyecto, que además tenían razón, los cálculos de Colón estaban equivocados.

La junta no solo estaba compuesta por cosmógrafos, sino además por altos diplomáticos jurídico-políticos como el presidente, fray Hernando de Talavera que fue el que llevo a cabo las negociaciones  de paz con Portugal en el tratado de Alcazobas, lo que demuestra los tintes políticos que se analizaron.

TRAZADO ALCOZOVAS

El verdadero obstáculo para la realización del proyecto no fue de orden científico pues este no fue tomado en cuenta, tampoco de orden económico pues no represento grandes inversiones, solo queda la dificultad política que se resume a las relaciones con Portugal. Los Reyes Católicos no toman en cuenta el resultado desfavorable de la junta al proyecto de Colón, todo lo contrario le proporcionan ayudas económicas, tuvo el favor real desde 1486 a 1489 y de 1490 a 1491, al parecer los católicos relajan el favor real cuando se a crecentan las relaciones entre la corona portuguesa y la de castilla, los tratos de Colón con los Reyes Católicos se constituían desde su comienzo en problemas de orden de estado, vinculado principalmente con Portugal.

Los Reyes Católicos buscando un enlace matrimonial que los beneficiara políticamente  y en vista que el heredero al trono portugués todavía no había cumplido los quince años, deciden enviar a Nápoles al comendador Jerónimo González en febrero de 1487 a negociar con el rey Ferrante el matrimonio de su hija con el heredero del duque de Calabria, negociación que no fructifico, además al no tener las prometidas entregas territoriales por parte del Sultán de Granada conocido como el Zagal, tuvieron que emprender una gran campaña para conquistar los territorios en manos de musulmanes, lo que menos necesitaban era otro conflicto especialmente la reina Isabel, como el que representaría que el rey portugués sacara de su enclaustramiento a la “excelente señora” Juana la Beltraneja, la solución fue el envío de Sancho Machuca a Portugal en mayo de 1488 a fin de refrescar la memoria del rey portugués  sobre el tratado de Alcazobas  en el que estipula el posible enlace matrimonial del príncipe Alfonso con la hija de los Reyes Católicos, para la solidez de unas relaciones fraternas.

Aquella gestión fue bien recibida por el rey portugués, a la vez que el príncipe Alfonso se acercara a cumplir los quince años, la reina Isabel no pondría ningún obstáculo para la realización del matrimonio.

Colón y su proyecto se convirtieron en un instrumento secundario, al que no se le daría uso inmediato, Colón no se quedo de brazos cruzados ante los acontecimientos, empezó a buscar otras alternativas, envía a su hermano Bartolomé Colón a Londres, para ofrecer su proyecto al Rey Enrique VII, en febrero de1488 Bartolomé se encuentra en la corte inglesa ofreciendo un mapa de la ruta a las indias, mientras el propio Cristóbal Colón a principios de 1488 escribe desde Sevilla al rey portugués y prepara un viaje a Portugal como sabemos por la notoria contestación con la que respondió el propio rey portugués desde Avis, el 20 de marzo de 1488 en donde lo trata de “nuestro especial amigo en Sevilla” y  le ofrece tenerle por servidor, otorgándole un salvoconducto para su estancia en Portugal, Colón también envía una carta a los monarcas de Francia ofreciéndoles su proyecto.

A su regreso de Portugal en 1489 encuentra Colón un distanciamiento de los reyes católicos hacia su proyecto, dejo de tener la importancia que en un principio le atribuyeron, los monarcas ya no le conceden audiencia, Colón trata de presionarlos haciéndoles llegar las cartas de aceptación que ha recibido de los monarcas de Portugal, Inglaterra y Francia.

Las relaciones entre Castilla y Portugal se vuelven cordiales después de firmar en 1490 los acuerdos para la boda de Alfonso, hijo del rey portugués, con Isabel hija de los reyes católicos.

Todo volvería a cambiar tras la inesperada muerte del príncipe Alfonso, el 12 de Julio de 1491 de una caída de caballo, el rey portugués queda completamente consternado al no tener heredero legítimo, ni tampoco tenía esperanza de llegar a tenerlo.

La infortunada viuda doña Isabel fue devuelta a Castilla después de la tragedia, en ese momento Colón vuelve a recuperar el favor real, y vuelve a tener relevancia el proyecto del viaje a las indias.

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MITOS SOBRE CRISTÓBAL COLÓN

Mitos_Colon1[1]Existe documentación y argumentos contundentes sobre el origen gallego de Cristóbal Colón, pero los mitos y falsedades que existen alrededor del Almirante han logrado crear una gran confusión, a lo largo de los años se fueron destruyendo sistemáticamente los originales  de documentos, registros o legajos, así como centenares de expedientes con millares de protocolos de la correspondencia de Colón y de sus hermanos, sustituyéndolos por copias adulteradas, dando lugar a varias falsedades y mitos, entre los más comunes tenemos:

Contrario a lo que se cree comúnmente el Almirante nunca tuvo que demostrar que la tierra era redonda, antes y durante la edad media nadie creía ni afirmaba que la tierra era plana, desde el s. III a. de C., salvo contadas excepciones, ninguna persona educada pensaba que la tierra era plana, el que daría inicio al mito de que en la edad media se creía que la tierra era plana fue el norteamericano Washington Irving, en una obra que escribió sobre Cristóbal Colón, en 1860. Filósofos, científicos y teólogos anteriores como Aristóteles, Ptolomeo, San Agustín, San Isidoro de Sevilla o Santo Tomás, algunos de los más influyentes en el período medieval, ya habían vaticinado que la tierra era esférica. No existe ningún comentario en ningún texto de Cristóbal Colón que aludiera a que hubiera tenido que convencer a nadie de que la Tierra era redonda.

Con este ejemplo se puede ver lo fácil que arraiga un mito o una falsedad, la historia de Colón se ha manipulado, está llena de mitos y falsedades, su origen genovés es otro ejemplo, Colón nunca dijo que fuera genovés, no hablaba genovés, italiano, ni ningún otro dialecto usado en la región, tampoco lo sabía escribir, Colón hablaba y escribía en castellano con giros o palabras gallegas, como se hablaba y escribía en Galicia, las fechas no concuerdan si nació en Génova en 1451 y hasta 1474  no salió de allí, no pudo estar navegando los 23 años que dijo el Almirante que navego, ni tampoco corresponde el tiempo que vivió en Portugal con lo que escribió el propio Colón, tampoco hay documentos que certifiquen que era genovés solo aparece una referencia en la «Institución de Mayorazgo” de 1498, un documento a todas luces falsificado que apareció 80 años después de la muerte de Colón, que ya en su día fue rechazado, su edad tampoco concuerda tenía alrededor de los 70 años al morir, como quedo demostrado en el reciente estudio de su ADN, si fuera genovés o extranjero se le debía exigir  que se naturalizara para recibir los títulos que le concedieron algo que no tuvo que hacer por ser natural de los reinos de Castilla.

La reina Isabel no tuvo que empeñar sus joyas, pese a lo que se cree los reyes católicos casi no aportaron dinero, la expedición no supuso un alto costo a la Corona, el retraso de la expedición se debió a la dificultad política que se resume a las relaciones con Portugal, tampoco fue un obstáculo la junta que nombraron los reyes para el estudio del proyecto, esta junta dictaría sentencia negativa contra el proyecto, y que además tenían razón los cálculos de Colón estaban equivocados, la junta no solo estaba compuesta por cosmógrafos, sino que además altos diplomáticos jurídico-políticos como el presidente, fray Hernando de Talavera que fue el que llevo a cabo las negociaciones  de paz con Portugal en el tratado de Alcazobas, lo que demuestra los tintes políticos que se analizaron, las relaciones en 1485 entre Castilla y Portugal eran tensas, llenas de amenazas y agravios por parte de las dos cortes.

Contrario de la opinión mal fundada no murió ni en la miseria ni nada por el estilo, murió con una cantidad de dinero bastante respetable, como lo demuestra en su testamento, conservando sus privilegios reales, existen muchos más mitos sin fundamentos que se han enquistado en la opinión general, que fomentan la confusión, con los cuales nos extenderíamos demasiado. Lo cierto y demostrable es su origen gallego.

«No soy el primer Almirante de mi familia» (4) – Alfonso Jofre Tenorio, XX Almirante de la Mar (1312-40)

 

Almirantes de la Mar na casa de Tenorio
Almirantes de la Mar na casa de Tenorio

Coincidem os autores desde meados do século XVII, altura em que o padre Felipe de la Gandara na Armas y Triunfos de los hijos de Galicia, afirmou com orgulho regional a naturalidade galega do almirante Jofre Tenorio. Acrescentou ainda que o mesmo viera ao mundo a pouco mais de uma légua da vila de Pontevedra, entre as paredes do castelo de Tenorio, senhorio que então pertencia à sua linhagem. (Gandara, 1662, pp. 278-279)

Dois séculos mais tarde, Fernando Fulgosio na Crónica de la província de Pontevedra, integrada na Crónica General de España publicada em 1867, foi um pouco mais longe, sugerindo inclusive que «(…) Jofre debió de aprender a ser buen marino en la cercana costa y hermosísimas rias, unas á otras inmediatas». (Fulgosio, 1867, pp. 60)

Cronologicamente o nascimento de Alfonso Jofre Tenorio deve situar-se, com poucas reservas, em finais da década de oitenta do século XIII. Deduzimo-lo através da opinião de José Manuel Calderón Ortega, na sua história d’El Almirantazgo de Castilla, na qual considera a data de 1312 para a eventual atribuição do cargo, baseando-se para tal no texto de uma ordenação de 1318, da responsabilidade do então já almirante Alfonso Jofre Tenorio. (Calderón Ortega, 2003, pp. 35)

Os Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla, de Diego Ortiz de Zúñiga, por seu turno, mencionam pela primeira vez a figura do almirante Tenorio no ano de 1316, comandando a frota de Castilla em incursões anti-muçulmanas ao longo da costa do norte de África. (Ortiz de Zúñiga, 1795, pp. 55)

Assumindo que a nomeação para o referido cargo não terá ocorrido antes da maioridade plena (25 anos), esta cronologia aponta, no mínimo, para os anos entre 1287 e 1291 para aquele nascimento. Aldonza Jofre de Loaisa, a mãe, era natural de Sevilla e filha de um cavaleiro de Aragón, muito beneficiado nos repartimentos posteriores a 1248, ano da conquista daquela cidade andaluz. É admissível pois, que Aldonza casasse com Diego Alfonso Tenorio, filho de um dos muitos cavaleiros galegos que também participaram nessa campanha militar, e por intermédio desses mesmos repartimentos acabaram por se estabelecer na Andalucia.

Esta informação, associada ao facto do castelo de Tenorio ter sido confirmado por Sancho IV de Castilla, em 1290, na casa dos Benavides, seus primos, e do almirante ter vivido grande parte da sua vida no sul andaluz, onde recebeu de Alfonso XI, em 1333, o senhorio da aldeia costeira de Moguer, torna passível que se lance alguma desconfiança acerca da naturalidade galega de Alfonso Jofre Tenorio. Contudo dois documentos deste último soberano, datados de 1328 e 1329, referem Jofre Tenorio como encomendeiro dos mosteiros beneditinos de San Xoán de Poio e San Salvador de Lerez, demonstrando-se deste modo a sua presença e interesses na região de Pontevedra.

Arca tumular da família de Alfonso Jofre Tenorio (Santa Clara de Moguer)
Arca tumular da família de Alfonso Jofre Tenorio (Santa Clara de Moguer)

Políticamente a casa de Tenorio alinhava com Sancho IV, e mais adiante com sua viúva, Maria de Molina, regente durante a menoridade de Fernando IV e Alfonso XI. Provam-no o homicídio do almirante Paio Gomes Charino às mãos de Rui Peres de Tenorio, quando aquele se passou para o bando opositor à regente, conforme abordado neste blog em «No soy el primer Almirante de mi família» (II). Morto Fernando IV em 1312, Maria de Molina foi de novo chamada à regência, acabando por partilhar com os infantes Pedro e Juan, a tutoria do novo rei de Castilla, Alfonso XI, no momento com pouco mais de um ano de idade! Assim se compreende que então fosse de novo escolhido um homem daquela linhagem, para um cargo de confiança e da maior relevância, como o era o de «Almirante de la Mar», cuja base de acção se centrava em Sevilla.

Comandando as acções de mar, há notícias de Jofre Tenorio nas campanhas lançadas pelo infante Pedro contra os mouros de Granada, entre 1315 e 1319, ano em que cessaram as hostilidades por morte na Vega, do seu promotor e do infante Juan, seu tio, que o acompanhava. Maria de Molina ficou então, como única tutora do rei, morrendo dois anos mais tarde. Ainda o seu cadáver não arrefecia, e já três candidatos a tutor se digladiavam, atraídos pelo poder que aquela condição oferecia: Felipe, irmão de Pedro; Juan «el Tuerto», seu primo co-irmão, da casa de Haro; e Juan Manuel, um segundo primo, filho de um irmão de Alfonso X. Posicionou-se o primeiro em Sevilla, o segundo em Zamora, e o último foi chamado a Córdoba.

Castilla viveu então um período conturbado, marcado pelos enfrentamentos destes três partidos, sofrendo a população, obrigada, as agruras e o esforço dos impostos nos respectivos domínios territoriais. Sevilla não foi excepção sob o jugo de Felipe, e a instâncias de um alvará real conseguido pelo senhor de Benavides e Tenorio – seu primo Juan Alfonso, que o infante Pedro nomeara porteiro-maior de León -, pôde Jofre Tenorio tomar o poder naquela cidade, aproveitando uma ausência do infante Felipe.

Mandava o rei que o almirante governasse Sevilla em seu nome, até que o jovem soberano deixasse de estar sob tutela e alí se pudesse deslocar. Devidamente apoiado, Alfonso Jofre Tenorio encabeçou então, no ano de 1325, o levantamento de Sevilla contra Felipe, expulsando da cidade os partidários daquele, entre os quais se encontravam os Guzmán de Sanlúcar de Barrameda, os Ponce de León de Marchena, os Lacerda e o alcaide-maior Fernández de Saavedra!

Meses depois Alfonso XI atingiu a maioridade, passando de imediato a desenvolver acções de pacificação do reino, entre as quais se conta a entrega de Sevilla aos cidadãos e concelho, e a confirmação das suas isenções e privilégios. Para lá se deslocou em 1327, conforme prometera, passando desde logo à organização de nova campanha contra os muçulmanos do reino de Granada.

Calderón Ortega recolhe com sabedoria, a importância do comando de Jofre Tenorio para o sucesso  dassas acções militares, cabendo-lhe o bloqueio das comunicações marítimas entre España e o norte de África. Oportuna por diversas vezes, a intervenção do almirante permitiu que Alfonso XI conseguisse, por fim, montar cerco à praça de Gibraltar em Julho de 1333, no que resultou um vantajoso acordo de tréguas por quatro anos com o sultão de Granada, negociado em Agosto, revisto logo em Outubro e assinado definitivamente em Fez, a 26 de Fevereiro de 1334. (Calderón Ortega, 2003, pp. 36-38)

Santa Clara de Moguer
Santa Clara de Moguer

Como recompensa pelos «(…) buenos servicios, que feicisteis al rey don Fernando, nuestro padre, que Dios perdone, e feicistes e facedes a nos de cada dia (…)» recebeu Alfonso Jofre Tenorio, no rescaldo de Gibraltar, o senhorio da aldeia de Moguer, porto natural de mar no golfo de Cádiz, perto da fronteira portuguesa. Nos anos consequentes, juntamente com Elvira de Velasco, sua mulher, fundaria duas instituições religiosas naquela povoação: o convento do Corpus Christi, e o mosteiro de Santa Clara.

Começavam entretanto as hostilidades do rei português Afonso IV, indignado pela forma como Alfonso XI se dedicava à sua amante – a sevilhana Leonor de Guzmán – ignorando e prejudicando a família legítima nascida do casamento com sua filha Maria de Portugal. O conflito estalou na Extremadura com o cerco a Badajoz, e logo se estendeu à Andalucia. No entender de Calderón Ortega, esta curta guerra que durou entre meados de 1336 e finais de 1339, foi essencialmente naval. Badajoz foi recuperada pelas hostes andaluzas e preparou-se logo uma armada de navios e galeras, capaz para a demanda da costa portuguesa. (Calderón Ortega, 2003, pp. 39)

Terminado o Inverno, trinta galeras portuguesas partiram de Lisboa, rumo ao sul, comandadas pelo almirante Manuel Pessanha, e cerca de quarenta fizeram-se ao mar, desde Sevilla, com Jofre Tenorio à cabeça. Uma violenta tempestade impediu o recontro, regressando ambas as armadas à base, com severas perdas e avarias, obrigando a prolongadas reparações. No começo do verão, voltaram a fazer-se ao mar, consideravelmente reduzidas em cerca de dez unidades cada. Encontraram-se ao largo do cabo de São Vicente, tendo essa batalha naval sido registada pelos cronistas de ambas as coroas, e analisada já no século XX pelo professor Armando Saturnino Monteiro, capitão-de-mar-e-guerra da armada portuguesa.

Segundo revela no seu trabalho de abordagem às Batalhas e Combates da Marinha Portuguesa, este abalizado investigador considera que a vitória castelhana aconteceu, por conta de certa estratégia de combate, já anteriormente utilizada por Jofre Tenorio, com êxito, contra os muçulmanos. Referia-se por certo ao ano de 1328, e à derrota infligida à frota conjunta de vinte e duas galeras preparada pelos sultões de Granada e Marrocos.

«Atacando impetuosamente, as galés portuguesas conseguiram ao fim de pouco tempo render nove das contrárias. Depois houve qualquer coisa que fez inverter o rumo dos acontecimentos. Uma hipótese a considerar é que tenham chegado as naus castelhanas (a armada era composta por galés, e naus para apoio logístico) que tenham começado a abalroar algumas das nossas galés que estavam atracadas às inimigas, afundando umas tantas, e que tenham aferrado outras, lançando-lhes para dentro, do alto dos seus castelos, grande quantidade de pedras, barras de ferro, setas e virotões». (Saturnino Monteiro, 1989, pp.  )

O saldo final revelou-se favorável ao almirante Tenorio: seis galés afundadas e oito capturadas, entre as quais a nave de Pessanha. Dias mais tarde, em clima de apoteose, vencedores e prisioneiros subiam o Guadalquivir em direcção a Sevilla, onde o próprio rei fez questão de os receber e felicitar. Ortiz de Zúñiga com brio pátrio, refere mesmo que o estandarte português pendia do barco de Manuel Pessanha, que assim o trazia arrastando pela água! (Ortiz de Zúñiga, 1795, pp. 92)

Junto de Alfonso XI testemunharam o acontecimento, o senescal de França e o arcebispo de Reims, embaixadores daquele reino, assim como o bispo de Rodes, delegado da Santa Sé, encarregados de procurar a paz entre os reinos ibéricos. Conseguiram-no em Dezembro de 1339, data em que Alfonso XI assinou tréguas, sendo que as últimas acções desta guerra levadas a cabo por Jofre Tenorio, foram o ataque a Castro-Marim, a destruição dos arsenais de Tavira, e o saque às vilas de Faro e Loulé.

Grosso modo, a referida trégua permitiu a Castilla enfrentar nova ameaça muçulmana, que levaria no mar à batalha de Algeciras, e por terra à célebre batalha do Salado, ocorridas respectivamente em Abril e Outubro de 1340. Revelou-se Algeciras a ultima acção de Jofre Tenorio, ingloriamente morto numa acção suicida, enfrentando sessenta galeras e mais de duas centenas e meia de navios diversos, comandando a frota de Castilla, que mais não ascendia do que a trinta e duas galeras e seis naus! A isso o moveu o orgulho de casta, quando por um revés estratégico, se viu confrontado com as dúvidas de Alfonso XI acerca do valor e perícia do seu almirantado.

Batalha naval de Algeciras (4 de Abril de 1340)
Batalha naval de Algeciras (4 de Abril de 1340)

Morreu Alfonso Jofre Tenorio nesse 4 de Abril de 1340. Afundada no mediterrâneo ou presa dos infiéis, igualmente se desfez a frota de Castilla. Fazendo fé em Calderón Ortega, os feitos e sacrifício final do almirante Tenorio, tornaram-no desde então, o «más famoso de los Almirantes de Castilla». (Calderón Ortega, 2003, pp. 40-43)

Cerca de duas décadas mais tarde, a casa de Tenorio, junto com a de Benavides, passava por manda testamentária, do supracitado primo Juan Alfonso, ao sobrinho daquele, Mem Rodrigues de Biedma, homem poderoso, herói no Salado (1340), e derrotado em Guadix contra Aragón (1362), preso no rescaldo de Najera ao lado de Enrique de Trastâmara (1367), e logo vencedor nos campos de Montiel (1369), que marcaram o fim da guerra civil castelhana. Os relevantes serviços prestados ao novo rei Enrique, valeram-lhe a mercê do senhorio de Santisteban del Puerto e a confirmação de todos os restantes estados que já detinha: Biedma, Benavides e Tenorio. Este último ficaria reservado como dote matrimonial da filha Elvira Mendes, casada já depois da sua morte, ocorrida em 1381.

A aliança com a vizinha casa de Soutomaior, somada à ligação desta aos negócios do mar, motivou o casamento de Elvira Mendes com o jovem Pedro Álvares de Soutomaior, decorreriam os anos finais do século XIV. Provam-no o nome e currículo de alguns dos cunhados: Álvaro Perez de Guzmán, Diego Hurtado de Mendoza e Alfonso Enríquez, almirantes de Castilla entre 1391 e 1429. Dos três, Alfonso Philippot escolheu o do meio para compor os seus cinco almirantes. Mas da mesma forma que o Mendoza, se aparentavam o Guzmán e o Enríquez, sendo que cada um deles representava as respectivas linhagens (Mendoza, Guzmán e Enríquez), e nunca a casa de Soutomaior.

Através do casamento daquela Elvira Mendes com Pedro Álvares, avô do conde de Caminha, entrou o senhorio de Tenorio na linhagem dos Soutomaior, tornando-se inclusivamente um dos cenários que posteriormente, mais fama granjearam ao bastardo de Soutomaior. Como facilmente se deduz, Pedro Madruga, enquanto simples habitante da região de Pontevedra, por certo seria conhecedor da história e fama de Alfonso Jofre, cujos feitos foram contados por longo tempo nas rias galegas. Por outro lado, enquanto herdeiro da casa de Tenorio, inevitavelmente teria aquele almirante por seu familiar.

 

´Tras un peritaje caligráfico 80 expertos indican que Colón y Pedro Madruga son la misma persona´

http://www.farodevigo.es/portada-pontevedra/2013/10/06/peritaje-caligrafico-80-expertos-indican/890877.html

«Toda la documentación, todo lo que dijo e hizo el navegante, todos los hechos coinciden en que eran el mismo»

MODESTO MANUEL DOVAL – Escritor e investigador

277347681[1]Cristóbal Colón es un personaje que fascina a historiadores e investigadores de todo el mundo. Es el caso del mexicano de origen gallego Modesto Manuel Doval, que el próximo martes presentará en Pontevedra su nueva obra, «Cristóbal Colón. Señor feudal gallego», un trabajo en el que ahonda en la teoría del origen gallego del almirante y da un paso más al asegurar que además fue un importante aristócrata de la época.

-¿Cristóbal Colón y Pedro Madruga fueron la misma persona?

-Si, sin duda, toda la documentación, todo lo que dijo e hizo Cristóbal Colón, todos los hechos coinciden en que eran la misma persona. Es más, se hizo un peritaje caligráfico y tras el más de 80 peritos expertos indican que Cristóbal Colón y Pedro Madruga son la misma persona.

-Además de que comparten escritura ¿qué otros argumentos respaldan esa teoría?

-La teoría se inició con Celso García de la Riega, sabemos que Colón era gallego porque escribía en el gallego de aquella época, con los mismos giros, y por la toponimia, porque los nombres de los sitios que fue bautizando en el descubrimiento constituyen un calco de las Rías Baixas, de las costas pontevedresas, de hecho hay más de 200 lugares que coinciden. Además en ese momento el único sitio del mundo en donde existía el apellido Colón tal cual, sin que fuese Colombo ni Colóm ni nada por el estilo era aquí en Pontevedra. Además se sabe que Cristóbal Colón era noble, un personaje que era recibido por los reyes, tanto los castellanos como los portugueses, franceses, ingleses, todos lo trataron como noble antes, durante y después del descubrimiento, tanto a el como a su hermano Bartolomé y en esa época ningún plebeyo podría tener acceso a esas cortes, llegar a donde llegó Colón, si no era de origen noble. Entonces había que buscar un noble gallego que tuviera tratos que tuviera tratos con la corte portuguesa y castellana, y en 1976-77 Alfonso Philippot enlaza Pedro Madruga con Cristóbal Colón y todo empieza a tener forma.

-¿Compartían amigos?

-Los amigos de Pedro Madruga son los amigos que después tendría Cristóbal Colón, los enemigos de Cristóbal Colón son casualmente los enemigos de Pedro Madruga, los sitios donde dijo Cristóbal Colón que estuvo son los mismos que sabemos que estuvo Pedro Madruga, hay muchísimos datos que respaldan esa total coincidencia, datos avasalladores como que por ejemplo Cristóbal Colón siempre protegió a los hijos de Pedro Madruga, se preocupó por todos sus hijos y ya en la época de Carlos V se afirma que el hijo de Pedro Madruga era hijo de Cristóbal Colón, hay muchísimas coincidencias.

-Pedro Madruga muere en extrañas circunstancias.

-Muy extrañas, supuestamente muere en 1486, pero más que morir desaparece porque no hay entierro, no se encuentra el cuerpo, nadie lo reclama, y casualmente el día que Cristóbal Colón visita a los Reyes Católicos está documentado que es el mismo día que Pedro Madruga visita a los monarcas, en la misma corte, en el mismo día y a la misma hora, estuvieron sentados en el mismo banco (sonríe). Después desaparece misteriosamente y no se sabe nada de él pero curiosamente aparecen más de 100 documentos que lo dan por vivo hasta 1506. Se trata de reclamaciones de dinero, pleitos etc donde se menciona a Pedro Madruga como una persona viva.

-¿Por qué habría cambiado su identidad, si los reyes sabían quien era realmente? ¿Para qué promover tanta confusión sobre su identidad?

-Pedro Madruga había sido uno de los enemigos más importantes de los Reyes Católicos pero en ese momento ya no había problemas, los reyes sabían perfectamente quien era Cristóbal Colón pero públicamente no podían darle todas las posesiones que le dieron llamándose Pedro Madruga porque el resto de la nobleza se les echaría encima, después de que Madruga hubiese sido un enemigo declarado. La clave es que Pedro Madruga conocía los secretos mejor guardados de la navegación portuguesa, era un experto navegante (algo que muy poca gente sabe), entonces los reyes lo que hicieron fue decirle que no le devolverían el condado de Sotomayor pero a cambio de lo que te daré me entregarás esos secretos de la navegación de Portugal. Y ahí empezaron las negociaciones, aclarando que le darían mucho, concesiones que no se las habían dado a nadie, a cambio de que esos secretos fuesen para Castilla, se ocultaría el nombre de Madruga, se usaría el apellido materno etc. De hecho hay varios autores contemporáneos a Colón que lo llaman Pedro Colón, en la corte y también en Portugal.

-¿Cómo había sido hasta entonces la vida de Pedro Madruga?

-Era hijo natural del señor de Sotomayor, que lo mandó a estudiar con Esteban de Soutelo, su tío. Los Soutelo no están emparentados para nada con los Sotomayor, en cambio los Colón si están emparentados con los Soutelo. Lo manda al monasterio, de ahí sale a los 14 años, se hace a la mar y se marcha a Portugal y aprende todo de la navegación de la mano de su hermano, Bartolomé Colón, casualmente una persona cuya vida es tan misteriosa como la de su hermano, pero ahora se sabe que Pedro Madruga tenía un hermano de padre y de madre, que se llamaba Joao Goncalves de Sotomayor, que encaja totalmente, absolutamente, con Bartolomé Colón. Joao Goncalves era hijo del mismo padre y de la misma madre, que nosotros creemos que era Constanza de Colón, la madre de Pedro Madruga y nacida en Poio.

-Su libro recoge las últimas investigaciones sobre la teoría coloniana ¿el peritaje de los escritos de Madruga y Colón es el más reciente avance?

-Además de ello hay varios detalles, por ejemplo que se hablaba de un centenar de topónimos de la ría de Pontevedra, nombres con los que Colón fue bautizando localidades en el descubrimiento, pero gracias a Portos del Estado, que sacó hace un par de meses un mapa con las coincidencias de los nombres de la ría, hoy sabemos que son casi 200 topónimos, solo un marinero muy experimentado, un gran conocedor de las rías gallegas, podría saber tal número de nombres.

«No soy el primer Almirante de mi familia» (3) – Álvaro Paes de Soutomaior, XIII Almirante de la Mar (1300-03)

Almirantes de la Mar na casa de Soutomaior
Almirantes de la Mar na casa de Soutomaior

Não é possível ainda hoje identificar com precisão quem foi este Álvaro Paes de Soutomaior que, entre os anos de 1300 e 1303, durante o reinado de Fernando IV, recebeu o cargo de «Almirante de la Mar».

Os antigos livros de linhagens não mencionam este cargo a ninguém da casa de Soutomaior, nem mesmo a um hipotético filho do almirante Paio Gomes Charino, uma vez que há registos de uma sua filha se chamar Teresa Paes de Soutomaior, e conhecer-se a existência de um Álvaro Paes, irmão desta. Este último tem sido apontado como a melhor hipótese para a sua identificação, mas para tal é necessário que existissem na mesma geração, dois filhos de Charino – um legítimo e o outro não – ambos com os mesmos patronímicos: Álvaro Paes.

Um deles, o ilegítimo, apenas dispensado da sua bastardia por bula papal de 1332, está actualmente bem identificado como sendo o franciscano bispo de Silves (Portugal), entre 1334 e 1352. Como data de referência para o seu nascimento é apontado o ano de 1270, e o local da sua educação primeira, a corte de Sancho IV, de quem Paio Gomes Charino era grande valido. Entre finais do século XIII e princípios do seguinte, Álvaro Paes encontrava-se na Universidade de Bolonha, cursando direito civil e canónico, logo muito longe de poder ser identificado com o referido «Almirante de la Mar».

Por isso se conjectura que Paio Gomes Charino tivesse um outro filho, legítimo, chamado Álvaro Paes, e que usasse do apelido Soutomaior, como a sua irmã Teresa. Cronologicamente a identificação faz sentido; no espaço físico também, mas deverá ser equacionado um facto: Charino fora assassinado a mando da regência, por apoiar a facção que se opunha à coroação de Fernando IV, comprometendo desse modo a restante linhagem, não sendo pacífica a nomeação de um seu filho para o cargo de almirante, ainda em tempo da regente Maria de Molina.

Castelo de Soutomaior (Soutomaior)
Castelo de Soutomaior (Soutomaior)

Recentemente, o historiador tudense Suso Vila, publicou um volumoso estudo inteiramente dedicado à Casa de Soutomaior (1147-1532), onde deixa o alerta para essa identificação, preferindo atribuí-la a Álvaro Paes, senhor de Soutomaior nos reinados de Fernando III e Alfonso X, senhorio em que sucedera a seu pai durante a década de vinte do século XIII. (Vila, 2010, pp. 26)

Seguiu a genealogia tradicional da linhagem, copiada sem questões desde o Conde D. Pedro, mas na qual se verificam algumas incongruências cronológicas, nomeadamente no que se refere aos irmãos daquele Álvaro Paes. Atendendo à opinião do padre Francisco Ruano na sua magna obra acerca da Casa de Cabrera en Córdoba, tanto Mem Paes como Rui Paes de Soutomaior, estiveram na conquista de Córdoba em 1236, acompanhando seus tios Pedro e Suero Mendes. A todos couberam «repartimentos» que viriam a dar origem aos senhorios de «El Carpio» e de «Torre de Mendo Paes». (Ruano, 1779, pp. 162-163)

O chefe da linhagem fora um dos heróis de Navas de Tolosa (1212), Paio Mendes Sorredea, senhor de Soutomaior, «preciado tanto de los Reyes i altos señores, que cada uno le queria consigo» – conforme opinião registada no Livro de Linhagens do Conde D. Pedro. Não foi a Córdoba por já ter morrido, uma vez que em 1231, seu filho Álvaro Paes estava já à frente das terras e castelo de Soutomaior, na Galiza, reinando Fernando III «o Santo». Sendo cabeça de linhagem de solar conhecido, Álvaro Paes de Soutomaior não acompanhou aqueles seus irmãos, Mem e Rui Paes, à aventura de Córdoba.

É precisamente a identificação deste Rui Paes que lança alguma confusão na genealogia proposta pelo Conde D. Pedro, pois a ele se deve atribuir a titularidade, em 1205, do castelo de Puebla de Eca, na região de Almazán (Soria), facto documentado e apresentado por Angél Almazán de Gracia na Revista de Soria. No entanto, essa realidade inviabiliza que aquele Rui Paes seja o mesmo, morto na batalha de Paxarón contra D. Diego López de Haro, em 1289, «aonde el iva por Caudillo del Rey Don Sancho de Castilla», conforme atesta o já mencionado Livro de Linhagens. Assim sendo, Rui Paes de Soutomaior teria morrido em combate… com cerca de cem anos! Pela mesma ordem de ideias, e seguindo a Suso Vila, teríamos o seu irmão Álvaro Paes, Almirante de la Mar, a exercer o cargo com perto de cento e vinte anos! (Almazán, 1995, Nº 9, pp. 20; Vila, 2010, pp. 26)

Desse modo fará sentido considerar-se um segundo Rui Paes, filho do anterior, o que explicaria a confusão cronológica estabelecida. A este segundo Rui Paes de Soutomaior deveria atribuir-se a identificação com o adiantado-maior da Galiza, morto em 1289 ao serviço de Sancho IV, provavelmente já sexagenário. Também só dessa forma seria cronologicamente possível, que Teresa Rodrigues, filha daquele, pudesse contrair um segundo matrimónio com Garcia Lasso de la Vega «o Velho», valido do rei Alfonso XI (1312-1350), chanceler, adiantado e justiça-maior de Castilla, falecido em 1326.

Não há hoje forma de estabelecer documentalmente, qual o parentesco deste Garcia, com o almirante Pedro Lasso de la Vega, que ocupou o cargo em 1278 juntamente com Pedro Martinez de Fe. Nessa época, segundo explica M. Jorge Parada Mejuto, co-existiam por vezes dois titulares do cargo: um responsável pela costa atlântica, comandando a frota de barcos «mancos», ou seja os navios à vela – o Almirante de la Mar -; e o outro pela zona mediterrânica, comandando as galeras da Coroa – o Almirante de Sevilla. Pedro Lasso estaria encarregue da primeira, uma vez que a armada que foi tragicamente derrotada em Algeciras no ano de 1279, navegava sob o comando de Martinez de Fe. Cronologicamente podemos aceitar aquele Pedro Lasso como pai ou tio do «velho» Garcia acima mencionado, o que pode representar uma aliança da casa de Soutomaior com um dos primeiros titulares do cargo de «Almirante de la Mar». (Parada Mejuto, 2007, pp. 143-144)

Contudo o Conde D. Pedro apresentou Rui Paes como irmão de Álvaro Paes, apesar de induzido em erro no tempo cronológico. Consequentemente esse parentesco deverá ser tido em conta, levando-nos de novo aos filhos de Paio Gomes Charino, dos quais se conhecem dois com esses nomes. Sendo assim, a necessária existência do segundo Rui Paes torná-lo-ia ou no filho do primeiro do mesmo nome, ou no filho do almirante Charino!

Pelo que fica dito, e não se tratando de nenhum filho de Paio Gomes Charino, apenas há conhecimento de mais dois Álvaro Paes na casa de Soutomaior, cronologicamente compatíveis com a nomeação para «Almirante de la Mar» no dealbar do século XIV: o neto do seu homónimo acima referido, a quem o Conde D. Pedro chama Álvaro Peres; ou o neto do conquistador de Córdoba Mem Paes de Soutomaior.

Castelo de Fornelos (Crecente)
Castelo de Fornelos (Crecente)

Quanto ao primeiro, Suso Vila é claro quando refere com estranheza, a inexistência de documentação coeva onde seja mencionado. Como tal, deveremos cingir-nos à sequência onomástica atribuída pelo Livro de Linhagens, que a um filho de Álvaro corresponde o patronímico «Álvares» e a um filho de Pedro um patronímico «Peres». Atrevemo-nos a contestar esta asserção do Conde D. Pedro, até porque na sucessão de gerações conhecidas na casa de Soutomaior não se repete o patronímico «Peres», antes sim o «Paes», oriundo de Paio Mendes, o das «Navas de Tolosa» e primeiro que usou a identificação da linhagem dos de «Soutomaior». Para mais, o próprio Suso Vila propõe uma documentada Ana Paes de Soutomaior, para irmã daquele. Também outro autor, Alfonso Vázquez Martinez, que publicou no Boletim do Museo Arqueolóxico de Ourense um estudo dedicado ao Castillo de Fornelos (Creciente) – senhorio herdado pela mulher daquele suposto Álvaro Peres – se lhe refere com o patronímico de «Paes». (Vila, 2010, pp. 27-28; Martinez, 1948, vol. IV, pp. 151, 156)

A ser correcta a proposição anterior, teríamos um Álvaro Paes à cabeça das terras e castelos de Soutomaior e Fornelos em finais do século XIII, com cerca de quarenta anos de idade, maduro o suficiente para assumir a responsabilidade do referido cargo. Para mais, um dos seus filhos, Paio Sorredea, viria a casar com Juana, filha de Diego Gomez de Castañeda, Almirante de la Mar no ano de 1311, demonstrando essa aliança, mais uma vez, a forte ligação da casa de Soutomaior aos detentores do almirantado, pois já Pedro e Nuno Diáz de Castañeda, respectivamente pai e tio de Diego, tinham representado o mesmo cargo em simultâneo, por sucessão a Charino, entre 1286 e 1291, conforme estudo acerca do Almirantazgo de Castilla: Historia de una institución conflictiva (1250-1560) da autoria de José Manuel Calderón Ortega.

Esse autor esclarece ainda o importante papel desempenhado por Álvaro Paes de Soutomaior, enquanto regulador da instituição do almirantado, sendo da sua responsabilidade um instrumento legal conhecido como «Ordenamiento de los Guindajes», datado de 4 de Fevereiro de 1302. Segundo Calderón Ortega, naquele texto recolhem-se os direitos económicos pertencentes ao cargo de «Almirante de la Mar», e referentes à carga e descarga de navios nos portos da Andalucia. Seria necessário um homem com bastante experiência nos meandros do comércio marítimo de então, para ordenar com mérito todo esse conjunto legislativo. Esse facto, por si só, prova que já na transição entre os séculos XIII e XIV, a casa de Soutomaior se encontrava ligada aos assuntos do mar, não só pela sua localização estratégica, como pelo domínio que exerciam os seus membros sobre as rias baixas galegas. (Calderón Ortega, 2003, pp. 31-32, 202)

Não cabendo a este senhor de Soutomaior a atribuição do referido cargo, resta apenas uma outra hipótese identificativa: um seu primo segundo, também chamado Álvaro Paes de Soutomaior, filho de outro Paio Mendes e neto daquele Mem Paes, conquistador de Córdoba em 1236, já referido. Ramo segundo da casa de Soutomaior, para além do senhorio da Torre de Mendo Paes naquela cidade andaluz, mantinha na Galiza todo o território vizinho a Soutomaior, entre os rios Otaivén e Verduxo, na faldas da serra do Suido, então referenciado pelo nome de Pedreira, e hoje conhecido por San Martiño de Verducido, no município pontevedrês de A Lama.

Este Álvaro Paes a que nos referimos, cumpre igualmente a cronologia adequada, sendo homem entre os trinta e quarenta anos na transição do século XIII para o XIV. Seu irmão primogénito chamou-se Mem Paes de Soutomaior e foi o progenitor do ramo dos mestres da Ordem de Alcântara, condes de Belalcázar e duques de Bejar. Sua mãe, Inés Martins, deveria pertencer à família Topete, uma vez que um dos seus irmão se chamou Martim Topete. Este por seu turno, deverá ter sido o progenitor da linhagem dos Topete que se radicou em terras alcantarinas, a instâncias dos parentes D. Juan e D. Gutierre de Sotomayor, por quem tiveram comendas da referida ordem.

Revelador será sem dúvida, o facto destes Topete, mesmo fora da Galiza e já radicados na Extremadura de Castilla, continuarem ligados aos assuntos do mar, como o prova a documentação existente acerca de Gonzalo Sánchez Topete, tio do mestre de Alcântara D. Gutierre de Sotomayor, a quem o rei Juan II de Castilla (1406-1454) nomeou «Capitán- General de la Mar». O recurso à análise heráldica, evidencia e sistematiza igualmente esse facto. Senão vejamos: o primeiro brasão que se identifica com a linhagem dos Topete, é claramente enraizado no tronco comum com os Soutomaior – um campo faixado de sete peças, a primeira e a última de negro, a terceira e quinta de prata e as segunda, quarta e sexta axadrezadas de ouro e vermelho de duas ordens. O segundo brasão é posterior e trata-se de uma evolução do primeiro, passando o campo a ser de prata e as três faixas axadrezadas a ser ondadas de azul, óbvia referência ao tema marítimo. Finalmente o acima mencionado capitán-general de la Mar, recebeu do rei Juan II um escudo cortado – no primeiro uma gávea de negro atravessada por cinco setas da mesma cor, e no segundo um ondado de prata e azul.

Necessário se torna concluir, perante o que acima fica dito, que o XIII Almirante de la Mar, Álvaro Paes de Soutomaior, foi oriundo da região de Pontevedra, onde terá nascido na segunda metade do século XIII, filho da casa de Soutomaior, ou das colaterais de Verducido ou de Rianxo.

A relevância social do almirante nessa época, foi analisada por Calderón Ortega e serve para atestar que a memória da existência de tal cargo numa linhagem não seria esquecido, decerto, antes de três ou quatro gerações, senão mais. Baseia-se aquele investigador no texto das Partidas de Alfonso X, para determinar que o cargo de almirante era de grande consideração, gerava importantes ganhos e popularidade. Deveria ser ocupado por um competente marinheiro («sabidor del fecho de la mar e de la tierra»), de nobre estirpe (que sea de buen linaje, para aver vergença»), valente e capaz de exercer a liderança num ambiente difícil e perigoso como é a guerra no mar. (Calderón Ortega, 2003, pp. 193; Alfonso X, 1807, tomo II, pp. 259-260)

É de crer que Álvaro Paes de Soutomaior possa ter morrido na primeira ou segunda década do século XIV. Na segunda metade do século seguinte, quando Pedro Álvares de Soutomaior, futuro conde de Caminha tomou a chefia da casa que fora de seu irmão, tinham decorrido quatro gerações e quase século e meio. Forçosamente se transmitiria ainda, para glória da linhagem, a memória de um Álvaro Paes de antanho, que fora «Almirante de la Mar». A ser Pedro Madruga o almirante Cristóbal Colón, certamente saberia que «não era o primeiro almirante da sua família».

«No soy el primer Almirante de mi familia» (2) – Paio Gomes Charino, V Almirante de la Mar (1284-86)

Arca tumular de Paio Gomes Charino - Séc. XIV (São Francisco de Pontevedra)
Arca tumular de Paio Gomes Charino – Séc. XIV (São Francisco de Pontevedra)

a qui : iace : el mui noble: cavallero: payo guomez : charino: el primeiro : senor : de  rrianjo : que gano : a seuilla siendo : de moros y los preuilejos : desta uilla : ano de : 130(…)

Nasceu algures entre a península galega do Morrazo, o monte Lobeira no Salnés e a vila de Pontevedra, na década de vinte do século XIII, talvez em 1225 conforme opinião de Armando Cotarelo Valledor, o seu mais dedicado biógrafo. Durante a sua vida de cerca de setenta anos, serviu três reis de León e Castilla: Fernando III «o Santo» (1217-1252), Alfonso X «o Sábio» (1252-1284) e Sancho IV «o Bravo» (1284-1295).

Ao serviço do primeiro esteve ainda jovem, em 1248, na conquista de Sevilla, participando na armada comandada por Ramon Bonifaz. Segundo a tradição recolhida na Primera Crónica General de España editada por Ramon Menéndez Pidal em 1906, uma das acções mais decisivas dessa campanha foi a destruição da chamada «Ponte de Triana», uma ponte de barcas que atravessava o rio Guadalquivir unindo as duas margens, e que inviabilizava então o completo e eficaz cerco da cidade pelas tropas cristãs. Para a sua destruição, terão contribuído as acções concertadas de Bonifaz e Charino – se bem que a Crónica não mencione este último -, cada um capitaneando navios dos maiores e mais fortes da frota, que investiram primeiro contra as referidas barcas, abrindo caminho a um ataque em cunha que aniquilou definitivamente a referida passagem entre margens. (Menéndez Pidal, 1906, pp. 760-761)

Natural das rias galegas, com paços familiares em Pontevedra, provavelmente dotados de estaleiro marítimo como assinala M. Jorge Parada Mejuto, participante com muitos outros parentes na frota organizada entre a Cantábria e o Minho para a referida acção de conquista, decerto se deverá concluir, que tanto a sua família, como o próprio Paio Gomes, estariam envolvidos nas actividades e comércio marítimos, quer no transporte quer enquanto armadores de navios. Sugere inclusive aquele autor, que os objectivos das empresas de Paio Gomes Charino ao longo da sua vida, se prenderam essencialmente com a dinamização do comércio entre a Galiza e o Mediterrâneo, só possível através da existência, com carácter permanente, de uma armada na região do estreito de Gibraltar, capaz de anular a presença naquelas paragens de embarcações muçulmanas. (Parada Mejuto, 2007, pp. 127-132)

Durante o reinado do segundo daqueles soberanos, não existem praticamente notícias suas. Presume-se que possa ter participado em acções marítimas da época, como a tomada de Cádiz em 1263 ou o desastre de Algeciras de 1278, em virtude da obrigação de vassalagem a que estava obrigado pelo senhorio da vila realenga de Rianxo, a qual lhe fora outorgada pelo rei «sábio» como forma de controlar o enorme poder que o arcebispo de Santiago detinha na Galiza. Efectivamente ficou a dever-se a Paio Gomes, a construção naquele porto da ria de Arousa, de uma das maiores fortalezas da Galiza, que controlava a foz do rio Ulla, pelo qual se acedia à vila de Padrón, senhorio arcebispal e porta de entrada marítima para Santiago de Compostela. A acção fiscalizadora e tributária desenvolvida desde então em Rianxo, terá sido um dos factores que levou ao crescimento da alternativa de Noia, mais a norte na ria de Muros, que nas primeiras décadas do século XIV podia já ser considerada «o novo porto xacobeo», conforme lhe chama José García Oro, no capítulo que lhe dedica em Galicia en los siglos XIV y XV. (García Oro, 1987, vol. II, pp. 169)

Janelas góticas do que se crê terem sido os pazos de Paio Gomes Charino, em Pontevedra (Museo de Pontevedra)
Janelas góticas do que se crê terem sido os pazos de Paio Gomes Charino, em Pontevedra (Museo de Pontevedra)

A edição do cancioneiro de Charino, feita por Cotarelo Valledor compensa, por outro lado, a falta de documentação para este período da vida do primeiro senhor de Rianxo. Desse modo se podem conhecer vinte e oito cantigas de sua autoria: dezanove de amor, seis de amigo, uma serventês, uma de tensão e uma de escárnio. Segundo o investigador, Paio Gomes trovou durante pelo menos trinta e oito anos, entre 1248 e 1286, essencialmente como passatempo, enquadrando-se na moda cultural da corte do seu tempo. Informa também Parada Mejuto, que o idioma, que o idioma galaico-português estava então muito em voga entre castelhanos, aragoneses, portugueses e franceses, sendo os trovadores galegos muito acarinhados e procurados. (Cotarelo Valledor, 1934; Parada Mejuto, 2007, pp. 135-136)

Alfonso X reinou trinta e dois anos. Na segunda metade desse tempo sofreu forte contestação da nobreza, devido à política imperial que impôs e que foi exaurindo os recursos do reino. Rebelou-se o infante Sancho, filho segundo do monarca, encabeçando um bando de revoltosos, que cresceu até ao quase completo isolamento em que se encontrava o rei «sábio», quando morreu em Sevilla.

Paio Gomes Charino esteve desde a primeira hora com o futuro rei Sancho IV, na luta pela sucessão que aquele manteve com os sobrinhos (infantes de la Cerda), filhos do príncipe Fernando, seu irmão primogénito morto ainda em vida do pai. Esse apoio valeu-lhe a nomeação para «Almirante de la Mar», logo no início do novo reinado, existindo documentação coeva que o coloca no exercício do cargo entre Agosto de 1284 e Setembro de 1286. Cabiam-lhe por inerência das funções, a direcção e o comando das galeras do Mediterrâneo e dos navios «mancos» da costa atlântica, assim chamados por não possuírem remos; apenas velas.

Como única notícia que se conserva da sua actuação enquanto almirante, ficou o conhecido episódio da galé que Paio Charino obrigou os habitantes de Pontevedra a custear e construir para o serviço real. Fê-lo porque a vila pertencia ao arcebispo de Santiago com quem andava inimizado! Ignorou não apenas que D. Rodrigo Gonzalez estava nas boas graças de Sancho IV, como também que desde o reinado do seu antecessor, os vizinhos da vila gozavam de isenção do «imposto de galea», pelo que a tal não eram obrigados. O protesto chegou ao rei que logo ordenou o embargo à construção da nave, a qual acabou por ficar à mercê dos tempos, apodrecendo na taracena contígua ao paço de Charino!

Esse episódio, seguido no mesmo ano pela destituição de Paio Gomes enquanto «Almirante de la Mar», revela que a confiança do soberano de Castilla no senhor de Rianxo recrudesceu entre 1286 e 1291. Nesse ano, contudo, pôde retornar à graça real após ter capturado o adiantado-mor Juan Alfonso Teles, senhor de Alburquerque, cabeça do bando rebelde pró-infantes de la Cerda que tumultuava a Galiza. Na sequência dessa acção, foi nomeado para lhe suceder naquele cargo, que manteve desde 1292 até à morte do rei «bravo», em 1295. (Parada Mejuto, 2007, pp. 137-152)

Seguiu-se novo período de convulsão interna em Castilla, com a decisão de fazer coroar Fernando IV, um menino de nove anos, tutelado pela mãe, a rainha-viúva Maria de Molina, que assumiu a regência na menoridade do filho. Grande parte da nobreza galega apoiou o infante Juan de Castilla, irmão do defunto rei, que chegou a titular-se como soberano de León, Galicia e Sevilla entre 1296 e 1300, passando em seguida à obediência de Fernando IV. Nesse clima de grande instabilidade política, Paio Gomes Charino não foi excepção, aceitando do insurrecto infante a alcaiadaria de Zamora. Num desses anos finais do século XIII, acabou assassinado às mãos de um sobrinho de sua mulher chamado Rui Peres de Tenório, decerto mandatado pela regência!

Maria Giraldes Maldonado, seu mulher, continuou a residir em Pontevedra, atribuindo-se-lhe a construção da arca tumular existente no lado do Evangelho da cabeceira da igreja de San Francisco, datado de 1304 0u 1306, talvez o mais significativo testemunho que perdurou na memória do povo, legando à posteridade a lembrança do almirante-poeta.

Paio Gomes Charino e a sua dona (Alfredo Eiras)
Paio Gomes Charino e a sua dona (Alfredo Eiras)

No século XV, decerto não haveria em Pontevedra quem não frequentasse ofícios em San Francisco, e qualquer dos seus habitantes bem conheceria a efígie fúnebre de Paio Charino, jazendo ao lado de Maria Maldonado. Na frente do monumento, a inscrição que ainda hoje se pode ler (e encabeça o presente ensaio), enquadrava um escudo de armas bem conhecido dos vizinhos da vila: seis faixas axadrezadas de ouro e vermelho representavam então a poderosa casa de Soutomaior. Por esse motivo se conhecia que Paio Gomes Charino fora oriundo de tão ilustrada linhagem, a qual dominava ainda Pontevedra nesses anos de quatrocentos, primeiro com o embaixador Paio Gomes de Soutomaior, depois com o mariscal de Castilla, alcaide das torres arcebispais Suero Gomes, juntamente com seu primo Álvaro Paes, e finalmente, durante a quase totalidade da década de setenta, com Pedro Madruga, conde de Caminha, irmão deste último.

Por outro lado, a memória física da própria vila evocava o já referido episódio da galé, uma vez que se fora enraizando nesse século e meio, o hábito de conhecer a porta noroeste da vila, como «porta da galé». Não fora isso suficiente, perduravam também nesses tempos, bem perto da referida porta, os paços do almirante Charino, integrando parte da muralha da vila, e que então ainda se deviam transmitir por herança dentro da linhagem.

A própria presença na vila, com carácter de «vizinhos», dos supramencionados Paio e Suero Gomes, herdeiros de Rianxo – senhorio de que Charino fora o primeiro detentor conforme se lia na inscrição daquela arca tumular -, ainda integrava no século XV, o almirante, na linhagem dos Soutomaior. Mesmo que se não conhecessem os meandros das genealogias; ainda que de entre os seus filhos e netos um só tivesse usado aquele nome; apesar do conhecimento de que actualmente dispomos não permitir sequer documentar essa ascendência. Um facto prova, contudo, a presença ainda bem viva do antepassado Charino entre os seus descendentes: em 1454, seu bisneto, o embaixador de Enrique III a Tamerlán, Paio Gomes de Soutomaior, legava em testamento, pelo tempo de uma década, aos franciscanos da vila, uma quantia anual pela alma de Paio Gomes Charino.

D. Pedro Álvares de Soutomaior, conde de Caminha, que bem conheceu a realidade dessa Pontevedra de quatrocentos – que dominou -, teria decerto semelhante percepção relativamente a Paio Gomes Charino: pertencia à linhagem dos de Soutomaior; logo fora o primeiro almirante da sua família.

 

«No soy el primer Almirante de mi familia» (1) – Os almirantes da casa de Soutomaior

almir-sout

Meia dúzia de anos foram suficientes para que a glória conseguida por Cristóbal Colón no continente, se transformasse em amargura, desconfiança e revolta, sentimentos trazidos a Castilla em 1499 por alguns dos habitantes de La Española, cujas expectativas de vastas riquezas se viram goradas.

Pertence a Hernando Colón, o benjamim autor da História del Almirante, a descrição presencial desse clima que então grassava na corte e por certo se estenderia também ao reino dos Católicos: «Era de tal manera que estando yo en Granada, cando murió el serenísimo príncipe D. Miguel, más de 50 de ellos como hombres sin verguenza compraron una gran cantidad de uvas y se metieron en el pátio de la Alhambra, dando grandes gritos, diciendo que sus altezas y el Almirante los hacían passar la vida de aquella forma, por la mala paga, y otras deshonestidades é indecências que repetian.

Tanta era su desverguenza, que cuando el Rey Católico salía, le rodeaban todos y le cogían en medio diciendo: Paga, paga, y si acaso yo y mi hermano, que éramos pajes de la serenísima Reina pasábamos por donde estaban, levantaban el grito hasta los cielos diciendo: – Mirad los hijos del Almirante, los mosquitillos de aquel que há hallado tierras de vanidad, y engano para sepulcro y miséria de los hidalgos castellanos, – añadiendo otras muchas injurias por lo cual excusábamos passar por delante de ellos.» (Colón, 1892, vol. II, pp. 122-123)

Existem pelo menos, mais duas versões similares desta última frase acusatória: «Mirad los hijos del Almirante de los mosquitillos, de aquél (…)», numa conferência acerca de Colón y Bobadilla, proferida no ateneo de Madrid por D. Luís Vidart, e «Mirad los hijos del Almirante de los mosquitos, de aquél (…)», na edição da História del Almirante de Luís Arranz Marquez, expressão ressaltada por Consuelo Varela nos seus estudos sobre Cristóbal Colón y la construcción de un mundo nuevo. (Vidart, 1892, pp. 9; Colón, 1984, pp. 260-261; Varela, 2010, pp. 78)

Perdido que foi o texto original, não é hoje possível recuperar a ideia exacta que Hernando Colón quis transmitir. Porém, uma ilação é possível extrair-se entre estas versões: se aos filhos chamavam «mosquitillos», ao pai decerto chamariam depreciativamente «Almirante de los mosquitos» ou «mosquitillos», descarregando nessa praga insalubre – abundante naquelas remotas paragens – todos os factores negativos da colonização de terras tão sem atractivos.

Esclarecer este aparente pormenor é relevante, quando nos move a intenção de comentar uma reacção de Colón a essas notícias vindas da corte, quiçá incluídas nalguma missiva então enviada por Diego a seu pai.

Obviamente que Cristóbal sabia que era criticado e ridicularizado no reino. Disso faz referência numa das cartas que enviou a Juana de la Torre – que fora ama do príncipe Juan de Castilla – mencionada por Hernando Colón e da qual também se perdeu o original, restando apenas a citação incluída na História del Almirante: «No soy el primer Almirante de mi família; pónganme el nombre que quisieren, que al fin David, Rey muy sábio, guardó ovejas y después fué hecho Rey de Jerusalém; y yo soy siervo de aquel mismo Señor que puso á David en este estado.» (Colón, 1892, vol. I, pp. 13)

Como quem diz: tenho linhagem de chefes de mar; mereço o cargo; não me importam insultos pois Deus saberá fazer-me justiça!

Alfonso Philippot Abeledo foi quem primeiro identificou Cristóbal Colón com o magnata galego D. Pedro Álvares de Soutomaior, celebrizado pela alcunha de «Pedro Madruga». Entre as muitas evidências apresentadas, o início desta frase supracitada e imortalizada na História del Almirante, é de impossível contestação quando atribuída àquele senhor de Soutomaior. Baseado no estudo genealógico, Philippot encontrou quatro figuras que verificavam a afirmação «No soy el primer Almirante de mi família», quando aplicada à casa de Soutomaior: Paio Gomes Charino, Álvaro Paes, Alfonso Jofre Tenório e Diego Hurtado de Mendoza.

Pedra de armas de Cristóbal Colón - Séc. XVI (Puerto Rico)
Pedra de armas de Cristóbal Colón – Séc. XVI (Puerto Rico)

Procurando o reforço dos seus argumentos, o investigador foi ainda mais longe, associando-os ao número de âncoras que constituíam parte do escudo de armas atribuído pelos Reis Católicos a D. Cristóbal Colón: em campo de azul, cinco âncoras de ouro deitadas e postas em aspa. A quinta âncora corresponderia ao próprio almirante.

Interpretava desse modo aquele brasonar, atribuindo-lhe características «falantes», expressão que em heráldica se traduz pela associação visual simples, a ideias ou significantes. Por outras palavras: se o campo de azul e o signo da âncora se associavam directamente ao trato de mar – o que se não contesta – já o número de âncoras deveria significar que o portador se assumia como o quinto almirante da sua linhagem. A necessidade de fazer prova desta premissa, levou a que Alfonso Philippot se «excedesse» na busca genealógica, incluindo neste grupo o almirante Diego Hurtado de Mendoza, cuja ascendência na casa de Soutomaior remontava a cinco gerações e claramente se identificava então, apenas com a linhagem dos mendoza, senhores de Hita e Buitrago. (Philippot Abeledo, 1994, pp. 229)

Os Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla, de Diego Ortiz de Zúñiga, foram a fonte consultada. Nele se dizia que os almirantes «(…) a los blasones de sus armas, añadian un áncora, como lo he visto en algunos sellos de Don Juan Mate de Luna, y otros». Porém esta ideia não vincula que figurassem tantas âncoras, quantos os familiares que haviam militado naquele cargo! (Ortiz de Zúñiga, 1795, tomo II, pp. 298)

Pode mesmo atestar-se que em heráldica, o ordenamento do escudo segundo opções formais estéticas, se sobrepõe bastas vezes à suposta simbólica representada. Por isso as peças móveis – de que a âncora é um excelente exemplo – se apresentam em número variado e sempre assumindo posições fundamentais. Um caso paradigmático do que se afirma, são as variações ao longo do tempo no número de besantes ordenados nas quinas do brasão português, assim como a quantidade de castelos presentes na bordadura do mesmo.

Escudo de armas de D. Fadrique Enríquez de Cabrera, almirante de Castilla - Séc. XVI
Escudo de armas de D. Fadrique Enríquez de Cabrera, almirante de Castilla – Séc. XVI

Desse modo, as cinco âncoras postas em aspa no brasão de Colón, mais não devem ser entendidas do que representando a dignidade de Almirante em que fora investido. Tome-se como exemplo a primeira página do privilégio de confirmação do Almirantado de Granada a D. Fadrique Enríquez de Cabrera, a qual ilustra a capa do estudo dedicado ao Almirantazgo de Castilla, assinado por José Manuel Calderón Ortega. Em rodapé, figura o escudo de armas daquele Fadrique Enríquez, o quarto almirante da sua família (Enríquez de Castilla), ou o sexto se considerarmos igualmente a linhagem da bisavó D. Juana de Mendoza y Ayala, irmã e sobrinha dos almirantes da casa de Mendoza. O referido escudo apresenta-se esquartelado de Enríquez de Castilla, contra Cabreras de Módica, interessando-nos mais particularmente a representação heráldica relativa aos primeiros. (Calderón Ortega, 2003)

Segundo o Diccionario Heraldico y Nobiliario de Fernando Gonzalez-Doria, as armas dos Enríquez ordenavam-se da seguinte forma na sua origem: escudo mantelado; 1º e 2º , em campo vermelho, um castelo de ouro, e no mantel de prata, um leão rampante de vermelho. (Gonzalez-Doria, 1994, pp. 524)

Pedra de armas dos Enríquez, almirantes de Castilla - Séc. XV (Castelo de Torrelobatón)
Pedra de armas dos Enríquez, almirantes de Castilla – Séc. XV (Castelo de Torrelobatón)

Após a elevação de Alfonso Enríquez ao cargo de almirante de Castilla, em 1405, esse ramo da linhagem acrescentou à sua representação heráldica, uma bordadura de prata, carregada indiferentemente de seis ou oito âncoras azuis, travadas de ouro. Registam-no os escudos existentes no castelo de Torrelobatón, que lhes pertenceu (6 âncoras), e verifica-se no aludido exemplo da capa do livro de Calderón Ortega, extraído do privilégio de confirmação do Almirantado de Granada (8 âncoras), provando-se deste modo que o número das mesmas era, de facto, aleatório e sujeito ao regimento heráldico ou às condicionantes do desenho.

Explanado este ponto de vista, deverá ser descartado o nome de Diego Hurtado de Mendoza, dos possíveis titulares do almirantado de Castilla, pertencentes à casa de Soutomaior, resumindo-se então a lista a três nomes, todos naturais de Pontevedra: Paio Gomes Charino, cujo sepulcro apresenta em evidência as armas dos Soutomaior; Álvaro Paes, possível titular da casa na transição do século XIII para o XIV; e Alfonso Jofre Tenório, membro segundo da casa de Tenório, senhorio que pertenceu por sucessão hereditária, desde finais do século XIV, também aos Soutomaior. À luz dos considerandos das linhagens de antanho, só estes três nomes, entre a extensa lista dos trinta e três almirantes de Castilla, podem ser considerados como pertencentes àquela casa, logo pertencentes à «família» do Conde de Caminha, D. Pedro Álvares de Soutomaior.

CRISTÓBAL COLÓN Y PEDRO A. DE SOTOMAYOR: USARON EL MISMO ESCUDO DE ARMAS

El escudo de armas de Cristóbal Colón, está compuesto de cuatro cuarteles, el  último cuartel es el espacio reservado a las armas que solía tener, en donde se recoge las armas primitivas y/o de linaje del Almirante, Colón utiliza el mismo escudo de armas que utilizo Pedro Álvarez de Sotomayor (Pedro Madruga), cuando construyo la muralla defensiva en el castillo de Sotomayor.

Al Almirante al volver del primer viaje del descubrimiento el 20 de mayo de 1493, los Reyes Católicos le concedieron por privilegio el poner en su escudo de armas, 1º de sinople, un castillo de oro, 2º de plata, un león de púrpura, 3º en ondas de azur, unas islas de oro, y 4º las primitivas armas propias  según dice el documento real de Mayo de 1493:

     “en el otro cuadro bajó a la mano izquierda las armas vuestras que soliades tener, las cuales armas sean conocidas por vuestras armas e de vuestros fijos e descendientes para siempre jamás”.

                220px-House_of_Colon_COA_(primitivas).svg[1]       

Escudo otorgado a  Cristóbal Colón

En el siglo XIV, la sociedad estaba estructurada en clases sociales muy diferenciadas; estas eran muy restrictivas entre sí, y difícilmente o poco menos que imposible. se podía pasar de un estatus social a otro, los prejuicios de casta eran muy frecuentes en la sociedad, y estaban muy arraigados en ella, las normas sobre uso de las armas reales era muy estricta, habiéndose dictado una disposición que restringía su uso a muy pocas personas, y prohibía expresamente el uso de las armas de los Reyes Católicos.

En las Cortes de Toledo año 1480 dictan (los Reyes Católicos) una Orden que Carvajal llama “casi divina” para reformación y remedio de los desórdenes pasados. Estaba dirigida exclusivamente a la grandeza, y prohíbe a ésta que ostente en sus escudos las armas reales.

Los Reyes no pueden vulnerar una disposición impuesta por ellos doce años antes, y mucho menos una Reina a la que le preocupaba de sobremanera la impartición de la justicia. Los reyes no le otorgarían el escudo real a Colón, si no tuviese derecho a ello.

Por lo que se puede concluir, que Cristóbal Colón pertenecía a la nobleza, y es evidente que el Almirante anteriormente había tenido “armas”,  “…las armas vuestras que solíades tener…” Esta expresión aparte de revelar que en ese momento era noble, estaba inhibido de usar la representación heráldica propia o personal, de otra manera lo identificarían con el linaje de los Sotomayor, de ahí la expresión “soliades”. En la concesión de los atributos de su escudo,  le son concedidos el escudo real de Castilla y León que ocupa los dos primeros cuarteles del escudo  constituye simplemente un “acrecentamiento de armas”. Unas armas propias o personales que eventualmente Colón puede usar como suyas y simultáneamente las nuevas armas. El uso de las armas reales estaba restringido a pocas personas impensables para un plebeyo.

Si nos atenemos a lo que los reyes católicos expresamente establecen en la real provisión, en ese cuarto cuartel se recogerían la armas que Cristóbal Colón debió de declarar ante el iluminador de la cancillería que eran las habitualmente portadas “soliades tener”, sin que estas tuvieran necesariamente que ser las de su linaje, lo que por otro lado, en momento alguno llega a ser manifestado por los monarcas. Es más, en análogas circunstancias, cuando los soberanos procedían a mejorar o incrementar graciosamente las armas de linaje de una persona con nuevos cuarteles o figuras, hacía constar expresamente el que se poseían aquellas, acometiéndose seguidamente su pormenorizada descripción, como nos acreditan varios acrecentamientos de armas de esta índole, en esa época.

La verdadera sorpresa estriba en que,  frente a toda previsión al respecto, las armas incluidas en el referido cuarto cuartel de la reproducción proporcionada por el privilegio original en pergamino, y que serian representación de aquellas que el Almirante habría manifestado que solía tener, son las mismas que se encuentran en la muralla defensiva (exterior) del castillo de Sotomayor, la cual Pedro Álvarez de Sotomayor mando construir, después de las revueltas irmandiñas.

 MURALLA

Muralla defensiva del Castillo Sotomayor construida por Pedro Álvarez de Sotomayor (Pedro Madruga)

Existen en el castillo otras representaciones del escudo, pero estas fueron posteriores, puestas en las primeras décadas de siglo XV,  por el Comendador Diego de Sotomayor, hijo de Pedro Madruga, en donde aparece el escudo de los Sotomayor y el de los Zúñiga, (concretamente los de Belalcázar que eran Sotomayor-Zúñiga).

AAAAAA

 Escudos de armas en el castillo Sotomayor

Lo significativo es que Pedro Madruga manda colocar en la muralla defensiva del castillo de Sotomayor, mucho antes de aparecer Colón el mismo escudo que los reyes le reconocieron a Cristóbal Colón “soliades tener”.

 

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Diego de Veragua y los Sotomayor

CRISTÓBAL COLÓN Y PEDRO A. DE SOTOMAYOR: USARON EL MISMO ESCUDO DE ARMAS

LA CORUÑA Y CRISTÓBAL COLON

Hace pocos días se divulgó por distintos medios de comunicación la noticia de que el catedrático Pérez Bustamante había hecho pública la última carta escrita por Cristóbal Colón en la primavera de 1506 y dirigida, precisamente, a La Coruña.

Carta.01Este hecho no era desconocido, pues lo habían comentado diversos historiadores, Madariaga lo detalló ampliamente en 1940, y yo misma recurrí a este suceso en 1987.No obstante, me congratuló esta mención a nuestra ciudad, ya que en la serie que TVE transmitió sobre el almirante, a Galicia se la ignoró por completo. Se nombró a los más insospechados lugares como origen de su posible nacimiento sin hacer a la tierra gallega la menor referencia, olvidando que es la parte del mundo que puede aportar más datos con similitud a las situaciones geográficas descubiertas por Cristóbal Colón. Pero volviendo a aquella lejana primavera de 1506, se recuerda que el emisario de la carta fue Bartolomé, el hermano del almirante que la trajo hasta La Coruña, depositándola en las propias manos de los jóvenes reyes Juana y Felipe que, a su regreso de Flandes, habían hecho escala en nuestra ciudad.

Y el que fue Adelantado de las Indias entregó con profunda emoción la carta de su hermano reclamando por última vez sus derechos. Colón estaba ya gravemente enfermo, y aunque la reina Juana creyó recordarle, pronto volvió a su indiferencia habitual que, con posteriores extravíos, le darían el nombre de Juana la Loca, en tanto que su esposo demostró su peculiar indiferencia hacia sus deberes como rey de España.

Tras su infructuoso viaje, Bartolomé regresa al lado de su hermano agonizante. Cristóbal Colón ya no puede mover las manos ni los pies, pero su cerebro y su corazón están conscientes. Y de este angustioso modo surge el amanecer de aquel memorable 21 de mayo. Ha llegado el definitivo momento y el almirante comprende que va a comenzar su postrero viaje, y que le espera una carabela cuajada de estrellas. Entre los resplandores del día que nace el descubridor del Nuevo Mundo invoca angustiosamente la piedad y la clemencia de Dios…

Josefina López de Serantes

La Voz de Galicia, 14 de Febrero de 1992

Cristóbal Colón quiso que el mundo supiera que era Galego

 

COLÓN QUISO QUE EL MISTERIO DE SU PATRIA FUESE DESCUBIERTO

11.Colón.1988 (1)

Transcurrieron los siglos sin que se opusiesen grandes objeciones a la confusa nacionalidad genovesa de Cristóbal Colón. Sin embargo, el mundo se conmocionó cuando el célebre historiador Celso García de la Riega demostró documentalmente que, en los años anteriores y posteriores al descubrimiento de América, existieron en la provincia de Pontevedra familias que

11.Colón.1988 (2)llevaban el apellido «de Colón».

Pero la obra del ilustre investigador provocó un estampido de controversia, entre las cuales se confundían la admiración con la calumnia y la envidia.

Yo, que siempre he defendido la tesis del origen gallego del Almirante, el diario vespertino «La Noche», publicaba una felicitación dirigida al Ayuntamiento de Líjar (Almería), por proclamar el origen gallego de Colón, basándose en los profundos estudios del excelso  11.Colón.1988 (4) historiador murciano Julio Tortosa Franco. Pero sucedió, que mi intención inmediata de comunicarme con el citado Ayuntamiento, la fui relegando durante muchos años. Y, cuando, al fin, me dirigí a la citada Alcaldía, pese a su buena voluntad, la localización del señor Tortosa resultó imposible. Sin embargo, en estos últimos meses, el joven arqueólogo Pablo Novoa Álvarez, con un tesón y un empeño digno del mayor encomio, recorrió las tierras del sur con el propósito de llegar hasta el ilustre murciano.Y, en 11.Colon.1988 (3)efecto, logró localizarlo, aunque ya en muy avanzada edad y gravemente enfermo. Novoa Álvarez tuvo la gentileza de entregarme tres ejemplares con los valiosos trabajos que el señor Tortosa publicó en 1955 en la revista «Cumbre», en los cuales demuestra el origen galaico de Colón, incluyendo también un importantísimo croquis de una Carta Marina, trazada por Bartolomé Colón, de la cual bien puede afirmarse que es casi desconocida. En el citado gráfico existe un testimonio tan importante como excepcional, que consiste que al señalar a España, se sitúa en la provincia de Pontevedra al cabo de San Vicentio; y teniendo en cuenta que este pequeño accidente geográfico de la península de El Grove, apenas figura en los atlas actuales, resulta difícil imaginar cómo Bartolomé Colón, si fuera genovés, podría tener un interés personal por ese cabo gallego. Sin embargo, hay que tener en cuenta ese misterio de los primeros nombres impuestos por Colón a las tierras que descubría. Y así surgen el de San Salvador y Santa María de la Concepción, ambos patronos de la localidad pontevedresa de San Salvador de Poio. Aconteciendo luego ese conflictivo homenaje a Nuestra Señora de la O, en su festividad, ordenando incluso que se empavesen con banderas y gallardetes los palos de las carabelas, sin explicar a nadie que bajo esa invocación se había honrado a la patrona de Pontevedra desde tiempo inmemorial. Y surgen también como un recuerdo amoroso de tiempos pasados, esos significativos nombre como La Punta de la Lanzada, la de la Serpe, la de Lapa, San Miguel, San Blás, Ferro, Gorda, Aguda, Seca, La Lagoa, Pierna, Can, Pinos, Muros, etc. Bautizando también a numerosas islas con nombres como los de Santo Tomé, San Jorge, San Juan Bautista, San Martín, San Vicente, Santa Marta, Santa Margarita, La Peregrina, y los islotes de Redondo y Trinidad. Aunque también utiliza las significativas denominaciones de Punta y Pueblo de la Galea, de tan profundo arraigo pontevedrés. 11.Colón.1988 (5)

Sobre algunos de estos nombres existen confusiones que se han profundizado a través de los siglos. No existen dudas, por ejemplo, de que al encontrarse el Almirante ante una pequeña y hermosa isla, plena de exuberante verdor, tenga el atrevimiento de denominarla «La Gallega», nombre que incluso utiliza al dirigirse a los Reyes, y lo cual sería un hecho insólito en un marino genovés. Pero también al arribar a una isla de Jamaica donde los ríos surgen entre flores en un derroche de colores paradisíaco, el Almirante de da el nombre de Pórtico de la Gloria, aunque posteriormente numerosos historiadores acabaron por citarla como «Puerto de la Gloria». Y quizás este nombre dedicado tan espontáneamente por Cristóbal Colón, ha sido el aliciente para que el padre jesuita José Rubinos Ramos, nacido en La Coruña en 1898, y fallecido en Miami en 1963, escribiese una hermosa leyenda versificada bajo el título de «A xesta de como a América nasceu da melodía«, y en ella relata la historia de cómo un muchachito gallego llega al Puerto de la Rábida y se enrola como grumete en la nave capitana de Cristóbal Colón. Y aquel chiquillo lleva como único equipaje una típica gaita gallega traída de su lejana tierra. Pero en los largos días de navegación, cuando surge impetuosa la tempestad atemorizando a los marineros más avezados, el niño gallego comienza a hacer sonar los acordes melodiosos de su gaita. Y, entonces, como al influjo de un extraño conjuro, el viento cede y amaina el temporal. Pero luego se suceden los días de calma exasperada en los que las naves permanecen sin avanzar. Y nuevamente, el niño coge su gaita, se sienta en la proa y hace sonar su cadenciosa melodía. Al instante, sin nadie saber cómo ni por dónde, el viento surge y las naves vuelven a navegar. Así llega un amanecer en el que el niño gaiteiro vuelve a tocar. Y esta vez lo hace con más sentimiento, con más fascinante belleza, perdiéndose sus últimos acordes en el grito estentóreo y gozoso de un marinero que anuncia ¡¡Tierra!! Al fin, las chalupas cargadas de hombres se echan al agua y llegan por primera vez a aquel Nuevo Mundo desconocido. Entonces, Colón busca ansiosamente al pequeño músico, pero no lo encuentra por parte alguna, ni nadie puede darle la menor noticia sobre él. Su desaparición obsesiona al Almirante, hasta que, de un modo repentino, surge en su mente la rememoración de los ángeles del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, y comprueba que uno de ellos que semeja hacer sonar una trompa, tiene la misma mirada  e idéntico semblante al pequeño músico marinero que le acompañó en la larga travesía. Y, a propósito de esta hermosa leyenda, resulta oportuno mencionar que, recientemente, durante la proclamación del «Segundo Cuaderno de Música en Compostela»,  Sverre Jensen, que tanto colaboró en él, afirmó con convicción profunda que «las esculturas del Pórtico de la Gloria son tan realistas y detalladas, que bien podría creerse que el Maestro Mateo pensó en explicarles a las generaciones venideras los instrumentos de su tiempo a través de las esculturas». Y, por lo mismo, también tendría una lógica inmensa el pensar que Cristóbal Colón nos quiso dejar a las generaciones que habríamos de sucederle, un certificado imperecedero del misterioso lugar de su nacimiento, a través de los nombres netamente gallegos que iba imponiendo a muchas de las tierras que descubría.[1]

 

 

Josefina López de Serantes

La Noche, 9 de Octubre de 1988


[1]Publicado en “A Nosa Voz” el 12 de Abril de 1989