INTERROGANTES SOBRE COLÓN

INTERROGANTES SOBRE COLÓN

Los defensores de la tesis del Colón gallego son cada dia más y sostienen que son muchos los datos que relacionan a Colón con Pontevedra, y particularmente con el lugar de Porto Santo, en Poio. Las preguntas que se formulan sólo tienen una respuesta gallega:
 – ¿Sabes que Porto Santo era el único lugar del Universo en el que existía el apellido Colón en el siglo XV?.
 – ¿Sabes que el único festivo que declaró Colón durante los siete meses que duró el viaje de descubrimiento fue el 18 de diciembre de 1492, en honor a la Virgen de la O?. ¿Sabes que la Virgen de la O es patrona de Pontevedra?.
– ¿Sabes que cerca de un centenar de lugares descubiertos por Colón en América fueron bautizados por él con nombres de la toponimia de Galicia? Entre ellos figuran Porto Santo, San Salvador (patrono de Poio), Lanzada, Río Miño, Río Xallas, Isla de Gracia (antiguo nombre de la Isla de Tambo), Arenal, Piedras Negras….
–  ¿Sabes que la nao «Santa María», llamada originalmente «La Gallega» fue construida en Pontevedra?
–  ¿Sabes que Colón utilizaba vocablos exclusivos de la lengua gallega en sus escritos, como «vento», «dixo», «longura», o «despois», y así hasta 300?
 –  ¿Sabes que la familia Sotomayor (Soutomaior en gallego) era propietaria de tierras colindantes con las de la familia Colón?
 –  ¿Sabes que una de esas fincas fue vendida por un descendiente directo de Colón, duque de Veragua, afirmando haberla recibido por herencia de sus padres?

El resurgimiento del poder naval en Galicia

EL RESURGIMIENTO DEL PODER NAVAL

Pero es necesario que volvamos atrás para conocer el papel que jugó Galicia en el resurgimiento de un poderío naval para cuyos orígenes había sido elegida un día.

Nuestras riberas son de nuevo, desde comienzos del XVI, atalaya de tragedias navales y escenario de desembarcos corsarios o guerreros (67). Las Reales Cédulas de 1521,1530 y 1534 para proteger la pesca de la ba­llena, que venían practicando los gallegos contratados por vizcaínos (68), desencadenaron, como represalia, agresiones de la piratería francesa, que se enlazan con los episodios de la guerra entre Carlos V y Francisco I (69). Bayona es atacada en 1533 por cincuenta y seis navios: Galicia se siente inerme ante la invasión que se anuncia en 1544, cuando el desembarco de Muros y Finisterre no se convierte en conquista gracias a la presencia de las galeras de Don Alvaro de Bazán, que acude con la escuadra de Flandes desde Laredo, y que gana el marquesado de Santa Cruz en la más genial acción marítima que vieron las costas gallegas (70).

La Coruña, puerto de navegaciones regias en el XVI, que despidió, un día de rojos presagios, a Doña Catalina, la hija de Don Fernando y Doña Isabel, a sus desposorios con el Príncipe de Gales (1501), y que vio partir a Felipe II a celebrar sus bodas con María Tudor (1554), presenció con asombro los formidables preparativos de la gran armada contra Isabel de Inglaterra (1588) y recogió, tras su derrota, los despojos de lo que nuestro cronista Amaro González llamó la flor del mundo (71). Nuevos desastres aguardaban a las expediciones de 1597, salida de El Ferrol —que suena así por vez primera en nuestra naval historia— y a la de 1601 contra las costas de Irlanda.

Entre tanto, las nuestras eran asoladas por los ingleses. Drake había desembarcado en 1585 en Bayona y saqueado después el convento de San Simón. Tras el desastre de la Invencible, arriba con ciento cuarenta y dos navios y catorce mil hombres de desembarco a La Coruña y pone asedio a la ciudad; con la represalia sobre una de las bases de la armada española y la ayuda al prior de Ocrato, que participa personalmente en la acción, se adivina la busca de un puerto continental que anule el tráfico con Amé rica. Fracasa el intento por la denodada defensa que dirige el marqués de Cerralbo (72). Aun en 1596 se repetirá la agresión, actuando en la defensa de Bayona el conde de Gondomar, cuyo nombre hemos de ver ligado al resurgimiento de la armada (73). Tras la paz de 1602, en 1624 volverán a padecer desembarcos ingleses los pueblos costeros de Galicia (74).

Pero no fueron sólo las guerras con Inglaterra, y más tarde con Fran­cia —recuérdese el bloqueo de La Corufla por el famoso Arzobispo de Bur­deos, bloqueo forzado por nuestra armada que sale camino del desastre de las Dunas—, sino la amenaza constante de los turcos lo que intranqui­lizó el litoral, que vivía de nuevo las zozobras de la Edad Media.

Achmed I se venga de las victorias del marqués de Santa Cruz asolan­do nuestras costas (75). El 4 de diciembre de 1617 se internan en la ría de Vigo doce de los cien navios de la escuadra que destinó a estas represa­lias. Desembarcan en la costa N. e incendian Domayo y Cangas, lleván­dose muchos cautivos (76). Un grupo de mujeres enloquecidas por el te­rror se entrega a prácticas mágicas: éste es el origen del confuso asunto de las brujas de Cangas (77). Son muchos los nombres de labradores ga­llegos sorprendidos en la costa por los piratas berberiscos y que figuran en los registros de redención. Las gentes viven en continua alarma: aun en sus tiempos, el Padre Tirso Santalla puede contarnos que el auditorio de una misión en Portonovo huye despavorido porque se levantó una voz baja de que venían los moros (78).

Vuelve a necesitarse una armada local, como en los días de Gelmírez. De nada habían valido los esfuerzos aislados: la fanfarronería de un Ares Pardo de Donlebún (79), que concierta salir por su cuenta contra el fran­cés y se compromete a entregar a la villa de Ribadeo la artillería que tome reservando el mejor tiro que había de ser para el Conde, su señor (1538), o el sacrificio de las ciudades como La Coruña al armar volantes (80) con­tra los agresores (1561, 1574) o el subvenir a servicios de información (81) que avisen de sus aprestos (1575); ni los armamentos privados en la costa, entre los cuales extraña, por su carácter excepcional en la historia de las Ordenes monásticas el de los bernardos de Oya, los monjes artilleros, que se glorían de sus victorias sobre los turcos, como la obtenida el 20 de Abril de 1624, contada en un curioso impreso de Alcalá.

Los nobles gallegos del XVII retornan a la visión marinera de sus an­tepasados del XIII y del XIV. El gran conde de Lemos, el confesor del Rey, Don Fray Antonio de Sotomayor, y el conde de Gondomar son tres personalidades en quienes hallamos siempre presentes la tierra solar de sus mayores y el mar, sustento y amenaza del pueblo nativo. Gondomar, so­bre todo hombre de muchas almas, amigo de postas, hábil diplomático y gallego en todo. Don Diego Sarmiento de Acufla, por tener —lo ha he­cho observar Sánchez Cantón— desde los dieciséis años cargos en la de­fensa de Galicia y haberse educado, como Gelmírez, en los riesgos del mar, supo como él que el mundo está reducido… a que el señor del mar lo sea de la tierra. Así pudo en su embajada cerca de Jacobo I de Inglaterra co­nocer y combatir la piratería que tantas veces asoló sus estados, y en Gali­cia tratar personalmente con los capitanes García de Nodal de la fortifica­ción de las costas: de su fecunda amistad con ellos habrán partido, segu­ramente, los planes para crear una armada del reino (83).

En 1622 la Junta del Reino de Galicia plantea, conjuntamente, el pro­blema del voto en Cortes y de los navios que han de asistir en las costas de él para su seguridad. Pide el derecho del voto y ofrece cien mil ducados —setenta mil que pagará el estado seglar y treinta mil del eclesiástico— para formar una escuadra de ocho navios. Cuatro se construirán aquí, transformando los viejos astilleros de Ribadeo y Oza. La Junta del Reino encarga a Don Juan Pardo Osorio, castellero de San Antón, de La Coru- ña, que dirija su fábrica, incluso trayendo maestros de Dunquerque. Otros galeones se adquieren en las Cuatro Villas. General, almirante, capitanes de infantería y de mar, y hasta marinería y soldados se escogieron entre naturales del Reino. El Seminario de Muchachos del Mar, que funciona en La Coruña entre 1621 y 1640, es un intento de escuela marítima en re­lación con la flota. Los servicios más notorios de esta armada, de corta historia, fueron los que prestó con la de Don Lope de Hozes en la carrera de Flandes. Fue primer almirante (1633) el propio director de la construc­ción naval. Le sucedieron Don Femando Osorio de Sotomayor (1634) y Don Andrés de Castro y Lemos. Por último, el más famoso, Don Francis­co Feijoo y Sotomayor —tío de Fray Benito Gerónimo, que honró en las letras tan ilustre iinaje—, que fue nombrado en 1639, y que tenía medido con todas sus huellas el mar Océano, muere gloriosasmente en 1642, des­pués de haberse batido.en las Dunas, luego de no haberte quedado de toda su gente más que trece hombres, en frase de Oquendo, a la capitana de Galicia. Aun después de este corto almirantazgo, la dinastía de los Matos —pontevedreses, como los García de Nodal, que tanta parte tuvieron en la iniciativa— prolongan el prestigio del reino en la Marina.

Poco quedaba de la institución de la armada galleg y de sus derivacio­nes inmediatas, cuando la Guerra de Sucesión puso de nuevo en peligro estas costas. Un revés naval de trágica resonancia viene a demostrar entonces el fácil acceso del enemigo a nuestras rías tan seguras como desguarnecidas, y da la razón a los planes de la Junta del Reino en el siglo anterior. Retornaba la «flota de Indias» —capitana, almiranta y diecisiete galeones— convoyada por veintitrés navios al mando de Chateau-Renault. A vista de las Azores tiene nuevas del rompimiento de hostilidades con los anglo-holandeses y, para huir de los cabos, se decide la entrada en Vigo, internándose en la ensenada de San Simón, fondeando los buques de guerra en el paso entre Corbeira y Rande —unos tres cuartos de milla solamente— que se cierra con cadena de perchas. Movilización en la cos­ta, rápidas faenas de descarga de la plata de registro, que sale en quinien­tos carros de bueyes hacia Lugo. Falsa nueva de la marcha de la flota anglo- holandcsa, en parte hacia Inglaterra, en parte rumbo a las Indias, y consi­guiente renacer de la tranquilidad. Pronto, pero ya tarde, los pesqueron avistan las ciento cincuenta velas enemigas que fuerzan la ría, desembar­can tropas en Teis y Domayo, toman, a poco más de dos horas, las torres del Estrecho, lanzan dos navios contra la cadena y combaten con los nues­tros a tiro de pistola. Velasco y Chateau-Renault incendian sus buques; la ría es el cementerio de dos armadas. Aún hoy los pescadores llaman a los bajos formados en la ensenada de San Simón con los nombres de los galeones del XVIII, y el de Rande va unido en la historia al hundi­miento de la «flota de Indias».

Años más tarde, en 1719, y partiendo de Galicia, intenta Alberoni co­locar a Jacobo III Estuardo en el trono de Inglaterra. Una borrasca des­barata parte de las naves en Finisterre, y la expedición sólo sirve para he­rir el orgullo inglés. La represalia es una acción de castigo sobre Ribadeo, el desembarco en Vigo y un avance hacia Santiago, por Pontevedra, que se detiene, más que por las escasas fuerzas del marqués de Risbrouck, por la división de los atacantes.

Estos hechos —cuyo significado militar comentaba sagazmente hace poco Vila Suances— obligan a la Corte a volver los ojos a Galicia, donde la fugaz Armada del Reino, aparte su finalidad inmediata de disi­par las amenaza» costeras, habia cumplido una doble misión espiritual y material: la de revivir el inieres de los espíritus cultivados por las cosas del mar y la de poner al servicio de la marina las viejas industrias.

La cultura gallega del XVIII, del Padre Sarmiento al cura de Fruime, •>e caracteriza por su fidelidad al destino marinero: cada ciudad halla, en ¡a época del «Fomento», un reformador neoclásico que busque en el mar las claves del pasado y los rumbos del porvenir. Pontevedra encuentra en Don Francisco Javier García Sarmiento —aleccionado por su hermano— el hombre capaz de soñar la renovación de sus gremios, sus cercos y sus herrerías; en La Coruña aquel firme erudito que se llamó Don José Comide Saavedra, establece, con el Real Consulado, su Montepío de Pes­cadores y su Escuela de Navegación, una triple labor de investigación y estadística, de orientación reformadora y de protección y enseñanza de las gentes de mar; en Ribadeo, Don Antonio Raimundo Ibáñez Llano y Valdés, primer capitán de la industria gallega, multiplica su actividad en las compañías marítimas, la fundición, las construcciones de barcos y la cerámica de Sargadelos.

Esto, en lo espiritual. Recordemos ahora, en lo material, lo que signi­ficó el recobrar la historia de las viejas industria navales:

Molina, comparando las herrerías gallegas con las de Vizcaya, había dicho que aquí había muchas y de sobra. Los falconetes del conde de Camiña, que guarda el Museo de Pontevedra, dan prueba del avance de la artillería gallega del siglo XV, tanto como un curioso testimonio es­crito de la guerra de Hermandades: un cañón tomado en Bayona, que lan­zaba a gran distancia balas de 174 libras, fue llevado por la escuadra de Ladrón de Guevara. Los Reyes Católicos generalizan el uso de armas de’la «Herrería» pontevedresa. Toda la artillería para la armada que se dirigía al Moluco se fundió en La Coruña, y la carta orden del Empera­dor para que se conserven allí moldes y aparejos dio origen a la Casa de Artillería, institución, por cierto, de carácter municipal. Las herre­rías de Ribadeo proveían a la Capitanía General del Reino en el XVII… . En cuanto a los astilleros, hemos aludido ya a la tradición de las rías. En la Edad Media, como hoy, en cualquier rincón de la costa los calafa­tes, entonces agremiados en ricas cofradías, improvisaban sus diques. De la construcción de galeras en Pontevedra, en el siglo XIII, tenemos noti­cia por un curioso pleito del almirante de la mar, Don Payo Gómez Cha- rino, con el Arzobispo compostelano… . Los astilleros de San Cibrán, de Vivero, alcanzan fama en el litoral cantábrico. Los de La Coruña fue­ron ampliados en el XVI para construir la armada de las Molucas. Los de Ribadeo —Porcillón y Vilavella— construyen, en su mayoría, las na­ves de la armada gallega del XVII: Aquí se acostumbró y acostumbra ha­cer todas y cualesquiera embarcaciones, dice ufanamente un documento del 1699. He aquí por qué Patiño al elegir en 1726 la villa de El Ferrol para cabeza del departamento marítimo podía pensar en recoger una tra­dición no extinguida. La base de La Graña responde a la necesidad de hacer permanente lo que a cada coyuntura bélica hubo de improvisarse en Galicia: los astilleros, a consagrar, de asiento y en establecimiento del Estado, lo que venía ya haciéndose particularmente en la construcción na­va!. El primer navio se llamó «Galicia», como recordando la frustrada em presa del XVII. Los planes de Ensenada mejoran el emplazamiento, den­tro de la ría, trasladando la base a Esteiro. En 1749 comienza allí mismo la construcción de un gran astillero —tan capaz que ha servido sin am­pliación casi dos siglos— y que vio poner entonces, simultáneamente, las quillas de doce navios de línea —el Apostolado— de los setenta y cuatro que cincuenta y una fragatas y ciento ochenta y cuatro embarcaciones me­nores constituían el programa gigantesco del ministro de Fernando VI. Quince mil hombres trabajan en lo que antes era reducido lugar de tres­cientos vecinos. Cantaba el cura de Fruime en su Real de Esteiro, exhu­mado hace poco por Cotarelo:

Quiera Dios, gran Marqués, que de esta armada las naves de las playas más remotas, celebrando el favor de la ensenada, vuelvan de honor cargadas y de flotas.

Por desgracia… si es cierto que los astilleros se salvan —saqueada La Graña— de la operación inglesa de 1799, los buques de la escuadra de El Ferrol, con Gravina al frente, heroico y expertísimo, experimentan en el combate de Finisterre (1805) un adelanto de la actitud de Villeneuve en Trafalgar.

Allí había muchos marinos y marineros gallegos. Sólo una villita co­mo Muros tributó a la batalla con trescientos hombres. Allí estaba man­dando el navio Rayo el pontevedrés Enrique Macdonell y de Gondé (102), que había de lograr la presa de la flota de Rosilly en Cádiz en 1808 y que, cuando la Marina moría de hambre, terminaba sus días en un hospital (1823); allí ascendió a Capitán de fragata Don Joaquín Núñez Falcón, que supo contestar cuando le preguntaban:

—¿A cuál de nuestros buques se rinde el Nepomuceno?

—A los tres; a uno, nunca.

¡Don Joaquín Núftez Falcón! Apellidos de la vieja burguesía marinera de Pontevedra, memorias de El Ferrol, de Ensenada, del desembarco de Jovellanos en Muros, de la llegada, hazaña y retirada de ios ingleses en 1a guerra de la Independencia. Recuerdos del «largo maestoso del despo­tismo ilustrado», del «presto» de la revolución y de la guerra, y de la can­sada España fernandina. Anécdotas de los grandes naufragios de la costa, cantigas sobre el bergantín Palomo y la fragata Magdalena (103), y del «Milano de los Mares» que hace crueles rapiñas y entra y sale, a su arbi­trio, en los puertos (104).

Don Joaquín Núñez Falcón es un héroe más en una familia donde lo heroico es sencillo y habitual, generación tras generación. Muere en 1823. En 1824 nace su sobrino Don Casto Méndez Núñez (105), toda la Galicia del romanticismo: el primer vapor, las exposiciones de industrias locales, el gusto por los minerales y las plantas, las campañas por los ferrocarriles de la costa, las luchas de los «xeiteiros», las nuevas escuelas de náutica —¡viejos pilotos de Ribadeo!—, la aspiración de Pontevedra a la Escuela Naval, con los Armero (106), todas las ansias populares y mucho más: una actitud heroica en Pagalugán —La Marina no se retira— y un gesto en el Callao que despierta concienciéis dormidas. Y en los labios, frente a la sutil diplomacia, la cotidiana frase gallega del vivir marinero, cifra de una historia milenaria:

—¿A dónde va?

— Voy… al mar.

Al mar «espello de tódolos camiños e camiño de tódolos pen- samentos».

He dicho.

Por Xosé Filgueira Valverde

Cristóbal Colón español, como nacido en territorio perteneciente al Reino de Aragón

Boletín de la Real Academia de la Historia – Tomo 9, Año 1886

De las últimas investigaciones del abate Casanova resulta que no nació en Génova Cristóbal Colón, como generalmente se creido, sino en Calvi, ciudad fuerte de la isla de Córcega; y de ahí que, según dice el Temps de Paris, hayan empezado activamente en aquella ciudad los preparativos de las fiestas para celebrar el cuarto centenario del descubrimiento de las Américas. Y como consecuencia del resultado de las investigaciones indicadas, los Estados -Unidos, no sólo se proponen tomar parte especial en esta solemnidad, sino que se asegura, según se lee en algunos periódicos, que por un decreto del Presidente serán declarados ciudadanos de la república americana los habitantes de aquella isla.

Este importante descubrimiento del abate Casanova, que viene á confirmar el que en la primera mitad del presente siglo hizo M. Guibega, prefecto de Córcega, demuestra que no es Italia   —241→   sino España, la que puede envanecerse de ser patria del que la dió un Nuevo Mundo. Y la razón es sencillísima. Cuando nació Colón, bien se coloque la fecha de este nacimiento en el año 1430, como quieren algunos, ó en el 1435 ó 36 como asegura uno de sus contemporáneos é íntimos amigos, la isla de Córcega formaba parte de la corona de Aragón. Sabido es que fué cedida en 1297 al rey D. Jaime II por el pontífice Bonifacio VIII; y aun cuando fuera cierto que los genoveses se apoderasen de aquella isla en 1481, cosa que hasta entonces, según dicen algunos historiadores, no habían podido conseguir á pesar de sus reiteradas tentativas, y aun cuando lo fuera, como dicen otros, que en el 1440 la hubiera conquistado por su propia cuenta la familia de los genoveses Campo Fregosa, siempre sería el resultado el que, habiendo estado hasta entonces instalados en ella los aragoneses, á quienes de derecho pertenecía, era aragonés Cristóbal Colón cuando nació; con tanto mayor motivo, cuanto que según refiere Zurita en el lib. VIII, cap. 28 de sus Anales, D. Pedro IV de Aragón en 1348, agradecido á la fidelidad y constancia que en los acontecimientos de aquella época manifestaron algunas compañías de corsos, que estuvieron en la defensa de Sácer (Cerdeña), todo el tiempo que los barones de Oria la tuvieron cercada, mandó que de allí adelante todos los corsos que estuviesen y morasen en cualquier ciudad y pueblo de Cerdeña fuesen tratados como catalanes y aragoneses.

No es necesario referir la multitud de hechos con que los reyes de Aragón manifestaron en aquellos siglos el ejercicio de la soberanía que tenían en Córcega, tales como el nombramiento de los   —242→   gobernadores que habían de regir la isla, según Zurita, lib. VI, cap. 56; lo que el mismo refiere en el lib. V, cap. 60, acerca del legado que mandó el Papa en el año 1303 á los prelados, condes y barones de Cerdeña y Córcega, para que reconociesen y obedeciesen por rey al de Aragón, y lo que asimismo dice en el lib. X, cap. 78, de que «en el año 1404, Vicentelo de Istria, sobrino del Conde Arrigo de la Roca, que era muy poderoso en Córcega, imitando á su tío que fué muy fiel á la corona de Aragón, juntando las gentes que eran de su parcialidad con mano armada y con diversos medios, hizo de manera que la mayor parte de la isla se pusiese en la obediencia del rey, habiéndose enviado para que se defendiese aquella parte de Vicentelo y se fuese ganando lo restante algunas galeras y gente con las que pasó este á la isla, yendo por capitán García de Latras, que se puso en el castillo de Cinerca, etc.» Tampoco hay gran necesidad de recordar lo que dice otro de nuestros historiadores acerca de la armada que juntó D. Alfonso V para pasar personalmente con ella á los reinos de Sicilia y Cerdeña, y asegurarlos en su obediencia; y que después de haber acabado de sujetar al segundo de ellos, juntamente con el estado de tierras del juzgado de Arboréa, pasó á Córcega para asistir á los condes de Istria sus vasallos, y rindió á Calvi (patria de Colón) y la principal fuerza de la isla en la ciudad de Bonifacio. Ni hay tampoco para qué detenerse en sacar las consecuencias que podrían deducirse (atendidas las circunstancias de que frecuentemente corrían la misma suerte esta isla y la de Cerdeña, y de haber venido á pasar la de Córcega á poder de Génova) de lo que el mismo Zurita refiere en los capítulos 15 y 36 del libro XX de sus Anales, y Mariana en los 5, 11 y 18 del libro XX de su Historia de España. Y no hay para qué ocuparse de ello, por la razón de que, aun cuando fuera cierto que de hecho hubieran dejado de poseer aquella isla los aragoneses en 1481 y aun en 1440, continuaron considérandose soberanos de derecho, y lo fueron efectivamente, por lo menos hasta el tiempo de Felipe II, puesto que el mismo Zurita refiere en el lib. XIII, cap. 8,   —243→   fué entonces cuando se aseguró á Génova en el señorío de la isla, aunque debajo de la protección y amparo de aquel rey. Y tanto es así, que, en el juramento que con arreglo á los fueros de Aragón prestó el mismo rey en La Seo de Zaragoza el año 1563, comprometiéndose, en cumplimiento del estatuto y ordenación hecha por el rey D. Jaime, á conservar unidos perpetuamente y bajo un solo cetro los reinos y condados que componían la corona de Aragón, dijo entre otras cosas á este propósito: «Ita quod quicumque sit Rex Aragonum idem etiam sit Rex Regnorum Valentiae, Maioricarum, Sardiniae et Corsicae, ac Comes Barcinonae Rossilionis et Ceritaniae» ( Murillo, trat. 2, cap. 8).

Por consiguiente, con idéntica razón, con el mismo derecho que sostiene Francia que fué francés Napoleón I por haber nacido en un territorio que solo desde pocos meses antes pertenecía á aquella nación, con el mismo, y aun con mayor si cabe, puede sostener España que fué español, como nacido dentro de los estados de Aragón el descubridor del Nuevo Mundo.

El que en el documento de 22 de Febrero de 1498 en que fundó Colón su mayorazgo, dijera de «la cual ciudad de Génova he salido y en la cual he nacido,» y el que contestando el tribunal de San Jorge en 8 de Diciembre de 1502 á una carta suya, le llamase «amatissimus concivis» y á Génova «originaria patria de vestra claritudine,» que son las principales razones con que hasta ahora había aquella ciudad combatido á las muchas que le disputaban este honor (Cogoleto, Bugiasco, Finale, Quinto, Nervi sobre la Rivera, Savona, Pavestrella, Arbizoli cerca de Savona, Cosseria entre Millesimo y Carease, Val de Oneglia, Castel de Cucaro entre Alejandría y Casales, Placencia y Pradello en el Placentino), no son motivos suficientes á destruir lo que de las investigaciones del abate Casanova, según parece, resulta;   —244→   pues independientemente de que por haberse criado, según dicen algunos, en Génova, sería tenido por sus contemporáneos como natural de aquella ciudad, y de que en la época en que se escribieron tales documentos se habían apoderado los genoveses, según parece, de Córcega, por lo que considerarían como conciudadanos suyos los nacidos en aquella isla, es de creer que no se opondría á este concepto, porque su vanidad quedaría más lisonjeada con aparecer hijo de una ciudad tan ilustre y esclarecida, y que tan importante papel representó en los acontecimientos de aquellos siglos, que con serlo de una isla de poca valía, que no tenía existencia independiente, sino que por el contrario, iba pasando de unas manos á otras de los que tan frecuentemente se la disputaban.

CASA MUSEO COLON en Portosanto – Poio – Pontevedra

 

IMG_1810_2222[1]En Porto Santo, parroquia de San Salvador de Poio (Pontevedra), se hallan las ruinas de la denominada CASA NATAL DE CRISTOBAL COLÓN o CASA DA CRUZ, llamada así por encontrarse frente a ella un crucero en cuya base podía leerse la inscripción «Juan Colón, 1490«. Dicha inscripción fue misteriosamente limada, aunque afortunadamente existen fotografías tomadas en 1917 por el arqueólogo Luís Gorostola que confirman esta frase.

 

Se le llama «Casa da Crus» por encontrarse frente a un cruceiro o cruz funeraria, donde podía leerse «Juan Colon, 1490» . Esta inscripción fue limada, por suerte unos días antes el arqueólogo Luis Gorostola había quitado fotografías que confirman esta frase.

 

P1010585-1024x768[1]

A escasos metros hallamos la Finca La Puntada, que perteneció a los Duques de Veragua, descendientes del descubridor, como la propia historia acepta. (En la actualidad el descendiente más directo es el mexicano Don Cristóbal Colón de Carvajal y Gorosabel, Duque de Veragua, Duque de la Vega, Marqués de Jamaica, Almirante y Adelantado Mayor de las Indias, quien como se ve es poseedor de los títulos y honores concedidos al descubridor).

Horarios de Visitas: Concertar visitas en Sábado y Domingo Tlfno.: 986 770 001 cultura@concellodepoio.com Praza Cristóbal Colón, s/n · PORTOSANTO · CP: 36163 POIO · Pontevedra

IMG_1824
Próxima a esta, la Huerta de Andurique, propiedad en 1519 de Juan Colón. ¿Pero quién era este personaje, cuyo nombre aparece en muchos documentos de la época e incluso grabado en piedra detrás de un altar de la Iglesia de Santa María? Este Juan sería bisnieto del primer Colón establecido en España y en Galicia hacia 1380 y que desempeñó el cargo de procurador de una cofradía de la ribera, abuelo a su vez de la madre de Cristóbal.

 


IMG_1826[1]Bartolomé -como así se llamaba- fue el primer genovés afincado en estas tierras, por lo que las nuevas teorías no niegan el origen italiano de la familia del Almirante, aunque no así su cuna, como estamos viendo. Pero estos no fueron los únicos Colón que habitaban Porto Santo y Pontevedra. Cualquier persona con tiempo y bastante paciencia puede comprobar los documentos de la época tanto en los archivos del museo de esta ciudad, como en las actas parroquiales de la Iglesia de San Bartolomé. (Existen decenas de documentos auténticos que prueban la residencia en estos lugares de familias apellidadas Colón, todos ellos relacionados con el gremio marítimo o de los Mareantes).

Estas cofradías que se dedicaban al comercio marítimo, tenían sus astilleros en el arrabal del barrio de La Moureira -precisamente en la ría que se halla frente a la finca La Puntada- donde se construyó la nave capitana Santa María, bautizada «La Gallega«.

Casa-natal-cristobal-colon

Ya en 1535, el historiador Fernández de Oviedo comenta: » Debéis saber que de Palos principió su camino con tres carabelas, era capitana La Gallega, dedicada a Santa María, patrona de Pontevedra«. Incluso existe un documento de fletamento suscrito en Pontevedra el 5 de julio de 1489, donde se cita a la nave «Santa María, La Gallega«, propiedad de Fernando Cerviño y el nombre de dos marineros que pertenecieron a la tripulación del primer viaje y luego fueron asesinados en la Isla Española.

En viajes posteriores, también navegaron rumbo a América otras naves llamadas La Gallega y El Gallego, propiedad de Antonio Carraxero, según un documento de mayo de 1505.

En un escrito del padre Sarmiento del siglo XVII dice, a esta zona de las rías «…infinidad de carpinteros i calafates se ocupaban de construir i aparejar barcos algunos capaces de afrontar las más arriesgadas singladuras como La Gallega que fue capitana de Colón en el descubrimiento del nuevo mundo«.

La Gallega, encalló el 25 de diciembre de 1492 en lo que hoy es la Bahía de Caracol, frente a Haití, sin embargo 7 días antes «el Almirante amaneciendo mandó ataviar la nao (nave) de armas y banderas por la fiesta que era ese día de Santa María de la O» (Diario de a bordo. Extracto de Fray Bartolomé de las Casas, 1527).

Al igual que en ese entonces como en nuestros días, el 18 de diciembre se celebra en Pontevedra, la festividad de su patrona oficial Santa María de la O.

Recorriendo voces, textos y fuentes – Carlos Penelas

Vamos a recorrer con un poco de humor algunas voces, textos y fuentes. Se sabe que Colón no hablaba italiano a pesar de haber vivido en Génova hasta los 24 años. De hecho las referencias sobre su origen genovés son casi inexistentes. También se dice que tenía modales portugueses, lo que puede significar gallegos

La esfericidad de la Tierra ya estaba en el Corán. Hay versos sumamente elocuentes. Alfraganus, setecientos años antes de la llegada de Colón a América – siglo IX, Jalifato de Al-Mahmún – señaló en su célebre teorema que la medida correcta de la Tierra era de cincuenta millas y dos tercios por grado.
Collón, en gallego es testículo. Para ser didácticos: cada una de las dos glándulas ovoideas que segregan el semen y están contenidas en las dos cavidades del escroto. Según se dice era su verdadero apellido y está anotado en una iglesia de Pontevedra. Tiempo después, alguien tachó una “l” y quedó Colón. También se dijo que era judío converso, catalán, mallorquín, castellano, extremeño, corso…
“¿Qué le pasa, Penelas?”, preguntará el retrógrado del boticario. Pues bien, que vamos a recorrer con un poco de humor algunas voces, textos y fuentes. Recordemos, al pasar, que como dijo Woody Allen, “hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas , pero no las mismas”.
Se sabe que nuestro querido Almirante no hablaba italiano a pesar de haber vivido en Génova hasta los veinticuatro años. De hecho las referencias sobre su origen genovés son casi inexistentes. Se dice que tenía modales portugueses, lo cual puede significar gallegos. No hay que olvidar que una carabela, la Santa María, se la bautizó en principio “La Gallega”. (¿Qué dirá ante estos paupérrimos y conocidos datos mi amigo el historiador? Estará una furia. Le recordaría que “el eco siempre dice la última palabra”.)
Celso García, pontevedrés, pronunció una conferencia en la Sociedad Geográfica de Madrid en 1898, año del nacimiento de mi padre. En ella dio a conocer cierta documentación de los siglos XV y XVI. Causó un gran alboroto al afirmar la galleguidad del genovés. Poco tiempo después se afirmó que los documentos estaban manipulados. Pero en 1964, la profesora Rodríguez Solano estableció que no existió tal falsificación en los documentos de Pontevedra. Y se volvió a la carga. No es casual que Alejo Carpentier haya escrito una novela desopilante sobre la vida de este navegante misterioso. En El arpa y la sombra el mundo mágico-primitivo de universal comunión, el drama social y filosófico del hombre moderno, concebido dentro del ámbito de la mitología americana.
En 1923, en La Habana, Enrique Zas publicó un ensayo: Galicia, patria de Colón. Pone como ejemplo algo que no lo tomará por tal Menéndez Pidal. Zas habla de las muchas palabras en gallego que el almirante escribió en su diario: pardetas, a la corda, pardeles, toniñas, etc. Recordemos a don Ramón Menéndez Pidal, coruñes, que publicó en 1942, La lengua de Colón, libro de consulta en mis años de estudiante en el Profesorado en Letras. Me acuerdo la colección: Austral, de Espasa. Aún está en mi biblioteca. Luego vendrá la polémica de Francisco Romero de Lema en La lengua de Cristóbal Colón, publicado en 1969. Como ves, mi querido e hipócrita amigo, todo es confuso. Pero la ciencia sigue su curso y sabemos a dónde vamos.
Será Alfonso Philippot, vigués, capitán de La Marina Civil quien en 1991 publica La identidad de Cristóbal Colón donde concluye que Colón y Pedro Madruga son la misma persona, hijo natural (¡cuando no!) del conde de Sotomayor. El silencio será una razón de Estado. Siempre las razones de Estado terminan en el silencio.
A la tesis de que Colón era gallego dieron su apoyo la condesa de Pardo Bazán, Suárez Picallo, Eduardo Pondal, Castelao, Ramón Cabanillas, entre otros.
Roland Barthes creía que la efusión sentimental resulta inexpresable. Tal vez la vida de nuestro descubridor sea eso. Se dice que fue avaro, megalómano, sionista. Para algunos historiadores el legendario almirante chino, Zheng He, descubrió América siete décadas antes que Colón. Éste descubrió sus mapas y lo calló. Por eso llegó a nuestras playas. Más allá de todo recomiendo leer sus diarios de navegación.

Escribe: Carlos Penelas
Especial para Nueva Rioja

A língua de Cristóvão Colom – José-Martinho Montero Santalha

A língua de Cristóvão Colom

José-Martinho Montero Santalha

(Universidade de Vigo)

Falando de viagens –tema central deste congresso–, não estará fora de lugar ocuparmo-nos desse extraordinário viageiro que foi Cristóvão Colom, descobridor de América em 1492: em primeiro lugar, porque neste ano 2006 cumprem-se quinhentos anos do seu falecimento, ocorrido na cidade castelhana de Valladolid em maio de 1506; e em segundo lugar, porque, como é sabido, uma das teorias sobre a identidade do descobridor situa o seu lugar de origem na Galiza.

O famoso navegante é conhecido em castelhano sob o nome de Cristóbal Colón. Esta forma do seu nome, usada por ele mesmo de maneira sistemática em muitos escritos, e por muitos outros escritos contemporâneos que o afectam, está portanto bem justificada em castelhano. Na nossa língua, os portugueses referem-se a ele sob a forma de Cristóvão Colombo: quer dizer, adaptam o nome pessoal (Cristóbal para Cristóvão), como se faz em geral com a maioria das personagens históricas, e para o apelido adotam a forma italiana Colombo (embora não tenha sido sempre assim nos escritores portugueses).

Como se vê pelo mesmo título desta comunicação, uso, como os irmãos de língua portugueses, o nome Cristóvão, correspondente na nossa língua ao Cristóbal castelhano, mas, pelas razões que logo se irão vendo, prefiro para o apelido a forma graficamente regular do apelido galego Colom (existente pelo menos desde o século XIV, e ainda hoje vivo sob a forma castelhanizada graficamente Colón).

Vou-me centrar fundamentalmente no tema da língua de Colom, dado que, ademais de possuir especial relevância para uma possível origem galega, corresponde melhor à minha especialização filológica.

Na verdade, o estudo da língua empregada por Cristóvão Colom nos seus escritos constitui uma parte da investigação da sua personalidade, enigmática ainda hoje em vários aspectos.

Colom como enigma histórico

A respeito da figura histórica de Colom, existe uma imagem «canónica», por assim dizer, que é a que se transmite habitualmente nos manuais de história, nas enciclopédias e na maioria dos abundantes estudos biográficos ou históricos sobre a personagem.

Resumindo, o descobridor de América seria originariamente um italiano chamado Cristóforo Colombo, bem documentado, genovês na sua origem familiar, que teria nascido arredor de 1450, e de profissão seria cardador de lã e taverneiro; logo, depois de algumas peripécias como navegante, moraria em Portugal durante vários anos; e finalmente, estabelecido no reino de Castela, conseguiu que os Reis Católicos acolhessem e apoiassem a sua iniciativa de viajar até Oriente pelo mar ocidental e assim foi constituído em «almirante» da expedição do «descobrimento» de América, em 1492, realizada sob o patrocínio económico e político dos ditos Reis Católicos.

Ora, contra essa imagem tradicional e habitual da figura histórica de Colom têm-se apresentado várias dificuldades de diversa índole.

Aduzem-se, antes de mais, dificuldades cronológicas, pois as datas que conhecemos do Cristóforo Colombo genovês não são sempre fáceis de conciliar com o que sabemos do Colom almirante, mormente se atendermos aos seu próprios testemunhos escritos.

Tampouco fica clara a origem da sua formação cultural, cuja explicação não resulta plenamente satisfatória nessa peripécia vital. Claro está que, numa pessoa inteligente, não se pode minusvalorar a capacidade de aprendizagem autodidacta, mas, ainda assim, não é fácil estabelecer donde lhe veio a um taverneiro e cardador de lã a boa cultura que tinha: nos seus escritos o almirante mostra conhecer bastante bem o latim, e mover-se com certo domíno na cultura clássica e bíblica. Por outro lado, nas suas viagens a América demonstrou ser um bom conhecedor da técnica naval: onde apreendeu um taverneiro e cardador de lã a arte –e ciência– da navegação? Será possível explicar esses magníficos conhecimentos como fruto dos seus anos de experiência como navegante e da sua estadia em Portugal? Mas não faltam motivos para duvidar de que isso tivesse sido suficiente.

Resulta também surpreendente o seu uso linguístico: o Cristóvão Colom almirante não emprega nos seus abundantes escritos conservados o italiano (em nenhuma das suas variantes), como seria de esperar, nem sequer apresenta italianismos claros.

Foram estas dificuldades para identificar o descobridor com o Cristóforo Colombo genovês as que têm feito surgir diversas interpretações alternativas da sua origem: frente à imagem «canónica» de um genovês, têm surgido propostas diversas (e abertamente contraditórias entre si): entre outras, há autores que defendem que era catalão (ou balear), corso, estremenho, português… –e também galego.

A tese de Colom galego

A tese da origem galega (da zona de Pontevedra) de Cristóvão Colom difunde-se desde os inícios do século XX, por obra primeiramente do pontevedrês Celso Garcia de la Riega, cuja figura merece ser reivindicada e defendida perante os ataques injustos e as calúnias de que foi alvo (especialmente depois da sua morte, quando já não podia defender-se): por cima das naturais discrepâncias que podem surgir a respeito das suas afirmações, e até dos seus ocasionais errores, está fora de qualquer dúvida a sua honradez intelectual; por exemplo, não é verdade (como ainda hoje alguns –mal informados– continuam afirmando) que tenha falsificado os documentos medievais pontevedreses que falam dos Colom.

Depois de Garcia de la Riega a origem galega de Colom foi defendida e desenvolvida nos seus pormenores por bastantes outros escritores.

Em favor da natureza galega de Colom aduzem-se vários argumentos (ou, se quisermos falar com mais cautela, indícios). Entre outros, podemos citar os seguintes:

1) O apelido (de) Colom: é frequente em Pontevedra nos séculos XV, XVI, XVII e XVIII, especialmente em gente relacionada com o mar. (Dado que aparece usado habitualmente com a preposição de, poderia tratar-se de um topónimo: hoje não parece existir um topónimo Colom, mas poderia corresponder a Corom, lugar da freguesia de Caleiro, no actual concelho de Vila Nova de Arousa.)

2) O ambiente de Pontevedra no século XV, como importante porto comercial, com relações marítimas com outros portos europeus, e com estaleiros de construção naval.

3) A toponímia imposta por Colom em América aos lugares a que chegava, tal como a temos documentada nos seus próprios escritos: embora muitos desses topónimos apareçam também noutras zonas da península ibérica, alguns podem considerar-se mais caracteristicamente galegos; por exemplo, S. Salvador (de Poio), Río Jallas, Río Miño, Isla de Gracia (que era o nome medieval da ilha de Tambo, na ria de Pontevedra, por existir nela uma capela dedicada a Nossa Senhora da Graça)…

4) Há ainda outros indícios vários.

Por exemplo, a festa que Colom celebra no dia 18 de dezembro de 1492 só se pode explicar tendo em conta que esse dia, festa litúrgica de Nossa Senhora do Ó, é (ainda hoje!) o dia de festa tradicional dos marinheiros da cidade de Pontevedra. Assim a contou Colom no seu diário:

«Martes, 18 de diziembre. […] Luego en amaneciendo mandó ataviar la nao y la caravela de armas y banderas por la fiesta que era este día de Santa María de la O, o conmemoración de la Anunciación. Tiráronse muchos tiros de lombardas» (Diário da 1ª viagem, ano 1492).

Outro indício é a sua relação epistolar, em tom de grande confiança e afecto, com um «Joám d’ Ai», que se tem identificado erradamente como inglês, supondo que o seu nome fosse «John Day». Mas esta identificação carece de fundamento: Joám (que não é o mesmo que John) é nome galego-português corrente, e o apelido «d’ Ai» (que, naturalmente, podia ser escrito também Day ou com outras grafias equivalentes) está bem documentado em Pontevedra na época medieval, e faz referência ao topónimo Ai, lugar ainda hoje existente e pertencente à freguesia de São Lourenço de Nogueira, no concelho de Meis, não longe de Pontevedra.

Ainda outro indício que precisa explicação é a casa e quinta de Porto Santo, em Poio (na outra margem do porto de Pontevedra), que pertenceu aos herdeiros de Colom durante muitos anos: como podia um navegante genovês (e os seus herdeiros, que viveram longe da Galiza) possuir esse tipo de propriedades numa zona rural da beiramar galega se não tinha relações vitais com a zona?

A língua de Colom: o estudo de Menéndez Pidal

Sobre a língua de Colom o estudo mais conhecido é o de Ramón Ménéndez Pidal, publicado na sua versão definitiva em 1942:

Ramón Menéndez Pidal (1942): «La lengua de Cristóbal Colón», em La lengua de Cristóbal Colón, el estilo de Santa Teresa y otros estudios sobre el siglo XVI, Buenos Aires / Madrid: Espasa Calpe («Colección Austral», volume núm. 280) [5ª ed. 1968]).

Depois de analisar alguns autógrafos de Colom, Pidal chega a umas conclusões que podemos resumir assim:

1) Colom escreve (quase) sempre em castelhano, mas por diversos testemunhos contemporâneos sabemos que o castelhano não era a sua língua nativa.

2) Menéndez Pidal constata nos escritos autógrafos de Colom abundantes portuguesismos (comparáveis aos dos poetas portugueses que usam o castelhano no Cancioneiro de Resende).

3) Pidal crê que não há traços caracteristicamente galegos mas portugueses («el dialectalismo colombino es portugués y no gallego»: p. 15), e daí deduz que deveu de apreender o castelhano em Portugal.

Visto desde hoje e com perspectiva mais ampla, o estudo de Menéndez Pidal apresenta várias eivas. De facto, teve diversas réplicas, especialmente desde a Galiza; eis a seguir algumas amostras.

O escritor e político galego Salvador de Madariaga é autor de uma conhecida obra sobre Colom, na qual defende a tese da origem judia do navegante: supõe que os antepassados de Colom eram judeus catalães ou baleares que escaparam a Génova fugindo da persecução dos judeus em 1391 no reino de Aragão; e a respeito da língua considera impossível que um emigrante italiano estabelecido em Portugal pudesse adotar como língua própria o castelhano:

«El castellano ocupaba entonces en Lisboa una situación muy fuerte; pero de aquí a imaginar que un inmigrante italiano que se instala en Portugal va a aprender el castellano con preferencia al portugués y a hablarlo y escribirlo con exclusión total de la lengua de su país de origen y de la lengua de su país de adopción (pues al casarse se afincó en Portugal) hay un abismo que no es razonable salvar» (Madariaga, Salvador de (1940): Vida del muy magnífico señor don Cristóbal Colón, Buenos Aires).

Em vários artigos de jornal aparecidos desde o ano 1951, Francisco Romero Lema rebateu a afirmação de que Colom usasse dialectalismos inexistentes no português da Galiza, e indicou diversos galeguismos léxicos:

Rosendo Ruiz [pseudónimo de Francisco Romero Lema] (1951): «Un galleguismo de Colón», em: Faro de Vigo (Vigo), 19 de Junho de 1951.

Rosendo Ruiz (1953): «La lengua de Colón», em: La Noche (Santiago de Compostela): série de artigos publicados nos dias 25, 28 e 30 de Abril e 2 de Maio de 1953.

Rosendo Ruiz (1959-1960): «Galleguismos de Colón», em: La Noche (Santiago de Compostela): série de artigos publicados nos dias 28, 29 e 30 de Dezembro de 1959 e 1, 2 e 4 de Janeiro 1960.

Francisco Romero Lema (1969): La lengua de Cristóbal Colón, A Corunha: Editorial Moret, 52 pp. [Recolhe os diversos artigos publicados desde o ano 1951 na imprensa galega sob o pseudónimo de Rosendo Ruiz, com correcções e acrescentamentos, e introduz um novo capítulo intitulado «Algo más sobre Colón» (pp. 33-48) e um «Apéndice» (pp. 49-50)].

Também o Padre Aureliano Pardo, rigoroso estudioso de temas históricos galegos, de reconhecido mérito, se pronunciou desde 1956. Escrevia em carta privada em 1956, depois de ler o trabalho de Menéndez Pidal:

«Deseaba conocer el trabajo de Menéndez Pidal sobre el lenguaje de Colón, pero sufrí la mayor decepción con su lectura. Escribe obsesionado por la idea de alejar a Colón de Galicia y de España, y para ello afirma que no hay galleguismos en sus escritos y trata de borrar todo vestigio del idioma gallego en su lenguaje castellano, convirtiendo los galleguismos en portuguesismos de la manera más arbitraria. […] No podía sospechar que un hombre del prestigio de Menéndez Pidal descendiese a un plano tan bajo, […] y que admitiese a ciegas lo del Colombo lanero y descubridor, con sus documentos apócrifos y sus afirmaciones gratuitas y contrarias a la verdad y a lo que Colón cuenta de su vida en algunas de sus cartas a los Reyes Católicos. […] Yo no le quito el mérito que como filólogo pueda tener en su estudio de la lengua de Colón. Estará tal vez muy bien en la teoría, pero descendiendo al terreno de la realidad y de la verdad histórica son demasiado visibles y notorias las claudicaciones. Negar que existan galleguismos en los escritos de Colón […] Hacer una semblanza fantástica del mismo […] Citar como auténticas las cartas de Colón al Oficio de San Jorge de Génova y a Oderigo […] Vamos, que hay que ser un poquito despreocupado y otro tantico osado. Perdone, Sr. Presidente de la Real Academia Española! ¡Perdone si acaso se desliza un poco la pluma!» (Carta a Modesto Bará, de Pontevedra, datada em Padrom em 9 de fevereiro de 1956).

Sobre o tema em litígio escreveu também o Padre Aureliano Pardo um artigo, que se publicou postumamente em 1961:

«Lo menos que puede concederse, en buena lógica, es que las palabras gallego-portuguesas puedan llamarse indistintamente galleguismos o portuguesismos. Menéndez Pidal, al calificarlas exclusivamente de portuguesismos, da a entender que desconoce el idioma gallego o que, si lo conoce, prescinde en absoluto de su conocimiento para formular su juicio sobre el lenguaje de Colón» (Vida Gallega (Vigo) 1961).

Poderíamos ainda citar outros testemunhos de oposição à tese de Menéndez Pidal. Limito-me a aduzir referências ao escritor e filólogo Méndez Ferrín, a Alfonso Pihilippot Abeledo (autor de um extraordinário estudo sobre Colom) e ao filólogo e professor António Gil Hernández.

Sobre o estudo de Ménéndez Pidal manifestou-se Méndez Ferrín num dos seus artigos de jornal, do ano 1986:

«Os argumentos que poden utilizarse para situar en Pontevedra a patria de Colón son bons. Mesmo son moi convincentes. Pero existe unha casta de tímidos, de galegos encolleitos que ainda andan atemorizados por un dictame precipitado e pouco científico da Academia da Historia […]. Son os mesmos galegos cultos que aceitan, con naturalidade, as barbaridades que Menéndez Pidal escribiu sobre o idioma de Cristóbal Colón» (Xosé Luís Méndez Ferrín, Faro de Vigo (Faro del Lunes) (Vigo), 17 de Novembro de 1986).

O estudo de Pihilippot é este:

Alfonso Philippot Abeledo (1991): La identidad de Cristóbal Colón, Vigo [5º ed. 2004, 744 pp.]. [Magnífico estudo de conjunto da tese de Colom galego, com um capítulo sobre a língua; ademais, identifica-o com Pedro Madruga, o famoso Conde de Caminha (e Soutomaior), com argumentos dignos de atenção. Existe também uma versão reduzida em galego: Colón, galego: o almirante das mil facianas, Noia: Ed. Toxosoutos 2006].

Posteriormente, o também linguista e escritor António Gil Hernández prestou atenção mais demorada ao trabalho de Pidal:

António Gil Hernández (1992): «A respeito de «La lengua de Cristóbal Colón». Apontamentos ao «estudio» (1940) de D. Ramón Menéndez», in Nós (Braga / Ponte Vedra), núms. 29-34, Atas do Congresso Internacional «A língua portuguesa no mundo, terceira língua de comunica­ção internacional, 200 milhões de lusófonos. Em homenagem aos Professores Lindley Cintra e Manuel Ferreira, pp. 103-112.

Sobre a língua de Colom existem ainda outras teorias.

Alguns creram descobrir nela sefarditismos (que provariam a sua suposta origem judia).

Outros defendem a presença de catalanismos (que estariam a indicar que Colom procedia de alguma das zonas de língua catalã).

Por exemplo: Nito Verdera (1994): Cristóbal Colón, catalanoparlante, Ibiza: Editorial Mediterrània-Eivissa.

Finalmente, outros pretendem descobrir características linguísticas do dialecto genovês.

O filólogo espanhol Rafael Lapesa, no seu conhecido manual de Historia de la lengua española, segue a ideia de Pidal sobre a vitalidade do castelhano em Portugal, e adverte que, embora existam portuguesismos inquestionáveis nos escritos de Colom, outros que à primeira vista o parecem poderiam ser na realidade genovesismos:

[No capítulo intitulado «Evolución, variedades y extensión del castellano (1474-1525)»]: «La difusión del castellano como lengua literaria se intensifica en las regiones catalanas […]. Otro tanto ocurre en Portugal […]. Caso especial es el de Cristóbal Colón, que habiendo residido nueve años en tierras portuguesas antes de su primera visita a España, escogió el castellano como lengua de cultura: las incorrecciones de sus escritos se han venido atribuyendo en su mayoría a lusismo; pero recientemente se ha hecho ver que muchas de ellas (bem, pam, um, bom, logo, moiro, noite, povo, perigo, etc.) deben proceder del genovés nativo de Colón, pues están atestiguadas en Génova desde el siglo XV o antes, aunque no falten otros lusismos» (Rafael Lapesa (1980): Historia de la lengua española, Madrid: Editorial Gredos, 8ª ed., pp. 274-285).

Características portuguesas da língua de Colom

Quando falamos dos lusismos da língua de Colom, devemos partir do pressuposto de que a Galiza é um país de língua portuguesa. Ademais, as características dialectais da Galiza eram escassas na época medieval, mesmo no século XV, mormente na língua escrita.

Isto quer dizer que os lusismos de Colom não serão suficientes para provar a sua origem galega (pois poderia ser igualmente português), mas tampouco poderão servir de argumento, como pretendia Menéndez Pidal, para excluí-la, ainda naqueles casos em que os usos de Colom correspondam aos que prevaleciam em Portugal e não na Galiza. A consciência da identidade fundamental da língua tornava sempre possível para um usuário o emprego de qualquer variante gráfica, morfológica ou léxica do mesmo sistema linguístico, e mais ainda no caso de Colom, residente em Portugal durante anos. De resto, não é seguro, como Pidal pretendia, que Colom usasse traços linguísticos portugueses não existentes na Galiza; antes ao contrário, algum dos seus elementos léxicos (como o substantivo con, com o significado de ‘penedo’) parece exclusivo da área linguística galega.

Entre as características portuguesas (e portanto também galegas) da língua de Colom podemos enumerar estas:

1) Léxico português ou em formas aportuguesadas: boy = castelhano ‘buey’, con ‘penedo’, corredio ‘(cabelo) liso’, crime = cast. ‘crimen’, curral = cast. ‘corral’, custa = cast. ‘coste’, deter = cast. ‘detener’, espeto, falar = cast. ‘hablar’, fame = cast. ‘hambre’, fisga, fugir = cast. ‘huir’, ocorre, pardela ‘ave’, sede = cast. ‘sed’, soma = cast. ‘suma’

2) Fenómenos diferenciais portugueses:

– grafia -m : um (por un), tam (por tan), fablem (por fablen ‘hablen’) Menéndez Pidal escreve ao respeito: «vm por ‘un’ es la peculiaridad que primero salta a la vista en cualquier autógrafo de Colón» (Mz. Pidal, pág. 37).

– uso incorrecto de ditongos decrescentes (ei, oi, ou): sey (por ), tesoyrero (por tesorero).

– uso errado dos ditongos crescentes castelhanos (ie, ue): nalguns casos, Colom não acerta a usar o ditongo, empregando no seu lugar uma forma não ditongada: atamentos (por atamientos), quer (por quiere), quero (por quiero), qualquera (por qualquiera); sinte (por siente), consinte (por consiente), corda (por cuerda), força (por fuerça)…; noutros casos introduz o ditongo indevidamente, quando na realidade não existe: depiende (por depende)

– irregularidades no vocalismo átono: correu (por correo), deseu (por deseo), pudía (por podia)…

– errado género gramatical: el nariz (por la nariz), un señal (por una señal)…

– formas incorrectas: el com o valor do cast. ‘lo’ (neutro); eses, deses (por esos, desos); le com o valor do cast. ‘les’…

– apócope verbal: diz, faz, quer…

À maneira de conclusão

As sumárias indicações que acabo de expor estão a indicar que a língua de Colom merece um estudo rigoroso, realizado especialmente sobre os seus escritos autógrafos, e à luz do conhecimento filológico das línguas românicas que poderiam ver-se implicadas (a saber: castelhana, galego-portuguesa, catalã, italiana).

Ora, do ponto de vista galego deve notar-se também que, nalguns aspectos, a língua de Colom é comparável à empregada pelo cronista galego Vasco da Ponte no seu conhecido Nobiliário de famílias nobres galegas (redigido arredor de 1530).

VIDAS PARALELAS, COLÓN & PEDRO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR – Por Alfonso Philippot

1.  Don Pedro de Soutomaior, 1 conde de Camiña, nació en 1432.

1.Según el testimonio de sus coetáneos, Cristóbal

 Colón,nació entre 1430 y 1436.

2. Su familia fue noble y en algún tiempo rica.

2. De acuerdo con su hilo Hernando y el padre Las Casas,

 Colón procedía de sangre ilustre.

3.   Entre sus antepasados se encuentran cuatro almirantes.

3.  “Yo no soy el primer almirante de mi familia”, decía

 Colón.

4. Su padre biológico -Feman Eanes de Soutomaior~ era un

importante armador de Pontevedra que ostentaba la Capitanía

de Naos.

4.  El trato o manera de vivir de sus mayores fue el de

mercaderías por la mar.

5.   Sus conocimientos del latín y de las Sagradas Escrituras, se

 remontan a sus años de semi­narista. en Santo Domingo de Tui,

 entre 1.440 y 1446.

5.  Dice el barón de Humboldt que sus rudimentarios

conocimientos de latín debió apren­derlos en la niñez, como

monaguillo de alguna oscura feligresía”.

6. Era familiar del Gran Cardenal de Toledo, D. Pedro González

de Mendoza y el padre Deza, prior del convento de San

Esteban de Salamanca.

6.  “En sólo el Cardenal halló acogimiento”, dice Oviedo. En

una carta a su hijo Diego, le pide el Almirante que visite al

P. Deza y le recuerde “su primer amor fraterno”.

7.   El 1446, una vez liberado de la tutela de Fray Esteban de

Soutelo, “cambió los libros por la espada”, dice L. Ferreiro. Y en

1469 regresó a Galicia después de veintitrés años de ausencia.

7.  “Yo he andado veintitrés años en la mar…”, le cuenta a

los reyes. “Habiendo en sus tiernos años aprendido los

principios de doctrina -señala el P. Las Casas- cuando ya

fue mancebo pasó a Lisboa y se dió al arte de la mar”.

8.   Entre sus deudos figuran los Diáguez de Funes, “caballeros

de la banda”. Uno de los emble­mas más antiguos de su familia

ostenta el león rampante de los Soutomaior de Galicia y Portugal

. (Sepulcro de Alvaro Páez en la Catedral de Tui)

8.  Las armas de los Diáguez, “caballeros de conquista”

, como él les llama, figuran en la punta de su escudo. Y en

el segundo cuartel, un león rampando de verde sobre

campoblanco.

9.   Durante el periodo comprendido entre 1460 y 1463, debió

enrolarse como mercenario con Juan de Lorena, adiestrándose en

el manejo de las armas de fuego que más tarde utilizó en Galicia.

9.  De veintiocho años comencé a servir,,.” Después de la

muerte de Alfonso Y de Aragón, la Corona de Nápoles fue

disputada por Juan de Lorena. “La naturaleza brillante de

tal empresa, atraía a los audaces espiritus de aquellos

tiempos. La nobleza y la caballería, los soldados de fortuna

los recios corsarios. Los osados aventureros, los ansiosos

mercenarios

10.    “El tratado de paz entre los reyes de Portugal y de Castilla,

concertado en 1479, quebrantó al conde de Camiña que tuvo que

retirarse a Portugal.”

10   “Por volta de 1479 chega a Lisboa um navegador on

comerciante chamado Cristováo Colombo Da sua origem quase

tudo se ignora.”

11.    Hacia 1482 surgen sus primeras desavenencias conyugales

como consecuencia de las ges­tiones de su esposa -Teresa de

Távora- cerca de los Reyes de Castilla para trasjDasarle a su

primogénito el señorío de Galicia.

11.  La mayoría de sus biógrafos afirman que el hijo habido

en Felipa Muñiz, nació en 1482, si bien ya tenía otros de

quienes -como él dice- jamás volvió a ocuparse.

12    Durante su exilio (1479-1486), mantuvo una intensa relación

con sus parientes portugueses como Pedro Correa, primo de su

mujer. Capitán donatario de la isla Graciosa y ex- Gobernador de

Porto Santo.

12   “El trato íntimo y frecuente entre los dos cuñados

(Pedro Correa estaba casado con Elena Perestrello, media

hermana de Felipa Muñiz) debió ser causa de que se comuni­

casen mutuamente sus observaciones sobre los

descubrimientos…”

l3     Primo segundo de su esposa fue tambien Diego de Azámbuja

Gobernador General de la Mina entre 1481 y 1483.

13   “Debió ser en una carabela rumbo a Mina, mientras se

construía el castillo, cuando Colón llevó a cabo su viaje a la

costa de Guinea, hacia 1483.”

14.    Los señores de Soutomaior eran primos dell marqués de

Villareal, D. Pedro de Meneses, de quien proceden los duques de

Camiña.

14   Este frio y cauteloso discurso del Obispo de Ceuta ante

la junta de Lisboa, lastimé el orgullo nacional de Pedro de

Meneses y arrancó de él una elevada y patriotica res­puesta

, favorable al proyecto de Colón.”

15    El martes lOde enero de 1486, después de otorgar

testamento en Refojos, “el conde se fue para la Corte -que a la

sazón se hallaba en Alcalá de Henares- y habló a sus grandes

parien­tes que tenía en Castilla, con el fin de obtener el perdón de

los reyes”.

15.  “Yo vine a les servir que son siete años agora, a veynte

días de henero este mismo mes…” (Nota del Almirante

correspondiente al 14 de enero de 1493. Dice Juan Manzano

qu.e aqnel 20 de enero de 1486 cayó en viernes, día de la

semana señalado para las audiencias reales.)

16    El 18 de febrero de 1486, los Reyes Católicos nombraron a Don Alvaro -primogénito del conde- administrador de las fortalezas que eran de su padre, y relevaron del juramento de pléito-homenaje a Pedro Falcón, alcaide del Castillo de Soutomaior.

16   Dice Juan Manzano que después de esta entrevista con los reyes, “comenzó para Colón el largo y doloroso calvario al que tantas veces alude en sus escritos. Colón …. nota que por momentos el ambiente de la corte se le enrarece, que todos le vuelven la espalda”

l7   La desaparición de Pedro de Soutomaior en Alba de Tormes (Salamanca) se produjo el 11 de abril de 1486.

17. “La encomienda del asunto colombino a fray Hernando de Talavera -señala D. Juan Manzano- tuvo lugar a últimos de febrero de 1486” A partir de esta fecha nada vuelve a saberse de Cristóbal Colón -como si se lo hubiese tragado la tierra- hasta el mes de noviembre, en que se reúne la Junta de Salamanca para estudiar su proyecto.

18.  Su influencia en la corte lusitana, se remonta al reinado de Alfonso V. En las “horas bajas”, privado ya de su hacienda, recuerda Vasco da Ponte que D. Pedro visitaba de vez en cuan­do al Rey de Portugal, “y éste siempre le daba algo”.

18. Hacia el mes de diciembre de 1487, Colón le escribe a Juan II desde Sevilla, solicitan­do su permiso para volver a Portugal. La respuesta del Rey está fechada eu 20 de marzo de 1488, y en ella le trata de “especial amigo”, animándole a regresar: “Tu industria y buen ingénio Nos será necesario

19  La relación familiar del conde de Camiña con los Muñiz y Perestrello -como queda dicho- se produjo a través de su esposa.

19. A su llegada a Lisboa, el 4 de marzo de 1493, salió a recibirle Martín de Noroña, cliam­belán en la corte de Juan II, hijo de Catalina de Távora.

20. En Andalucía tenía grandes parientes. El señorío de Moguer pertenecía a los Portocarrero. Y el de Palos, “por iguales partes”, a las familias Silva y Castañeda, descendientes todos ellos de la Casa de Soutomaior.

20 E1 12 de mayo de 1492, Colón regresó a Palos, “porque allí tenía conocidos y amigos”, dice el P. Las Casas. Hacia el 30 de abril de 1493 hizo su entrada triunfal en Sevilla, dispensándole esta ciudad un apoteósico recibimiento encabezado por el conde de Cifuentes, D. Juan de Silva y Castañeda.

21.  Los sangrientos pasajes de la Historia de Galicia, en sus luchas internas, evidencian el odio que se profesaban las familias Fonseca y Soutomaior… El arzobispo de Compostela, D. Alonso de Fonseca, era primo-hermano del Intendente de Indias.

21. El Intendente, D. Juan Rodríguez de Fonseca, fue el enemigo más cruel de Cristóbal Colón y de sus hijos.

22  Don Pedro de Torquemada, padre de Beatriz Enríquez, dice en su testamento que es hijo de Juan Ruíz de Biedma (deudo de la Casa de Soutomaior.) “Los de este alcuño -señala el P. Crespo- señorearon las tierras de Limia, Monterrey y Sotobermud.

22 Las relaciones de D. Hernando Colón con los Soutomaior, se prodigaron a lo largo de toda su vida. En la “Sedacina Totius”, anotó: “Diómelo con la “Suma” de Geber, don Xristóbal de Soutomaior hijo de la condesa de Camiña”

23. D. Pedro de Soutomaior, el Parricida (nieto deI. 1 cond.e de Camiña), huyendo de la policia vaticana, en 1518, se ocultó en un castillo que era propiedad de los Colones.

23. “Pasando yo por Cugureo (Cogoletto) -dice D. Hernando- me informé acerca de dos hermanos Colombo, dueños de aquel castillo y deudos suyos.”

24. La dualidad de su nombre se descubre por I.a abreviatura que sigue a su firma: “Yo,Pedro, conde de Camyña, XFZ (Xristobo Fernández).”

24. La dualidad de su nombre viene confirmada por el testimonio del notable latinista y capellán de los Reyes Católicos, Lucio Marineo Sículo: “Petrum Colonum cun trigin­ta navibus”

Francesillo de Zúñíga – Por Rodrigo Cota González

La teoría de que Cristóbal Colón era originario de Pontevedra cuenta con un nuevo aval, el del documento descubierto por el vecino de poio Rodrigo Cota. Después de seis años de investigaciones este apasionado de la historia del almirante prepara la publicación de un libro en el que reproduce un fragmento de un texto, escrito por un bufón de la época, en el que se confirma que Colón era, en realidad, Pedro Madruga. Cota demanda una mayor implicación de las instituciones locales para demostrar de manera científica la cuna pontevedresa del descubridor de América.

 

Farcesillo de Zúñiga
Farcesillo de Zúñiga

El mito que rodea al personaje de Cristóbal Colón y la grandeza de su descubrimiento ha provocado que diversas ciudades pugnen por adjudicarse su nacimiento. las teorías acerca del origen de Colón se extienden por media Europa, aunque algunas cuentan con más avales que otras.  Entre las más aceptadas está que el descubridor de América era originario de Génova en Italia, pero también catalanes, mallorquines y cerca de otras cuarenta ciudades españolas e italianas se pelean por se designadas como la cuna del gran almirante.

Sin embargo, durante los últimos años se ha encontrado abundante documentación que apoya la teoría del colón pontevedrés y apunta al legendario Pedro Álvarez de Sotomayor o Pedro ‘Madruga’, conde de Camiña, como verdadera identidad del navegante.

Entre los descubrimiento más recientes figura un texto que, por su antigüedad, su procedencia y su originalidad parece más llamativo.

Casi cinco siglos antes de que Celso García de la Riega presentara sus trabajos sobre el posible origen pontevedrés de Cristóbal Colón y Alfonso Philippot hablara de su teoría, que sostiene que el descubridor y Pedro Madruga eran una misma persona, ya circulaba en la corte un texto que mantenía exactamente la misma tesis.

A principios del siglo XVI, pocos años después de la muerte del almirante, el rey Carlos V recibió como regalo un manuscrito satírico realizado por Francesillo de Zúñiga, su bufón. Se trataba de una crónica burlesca sobre los personajes de la corte y en general de la nobleza española, se aireaban los trapos sucios de muchos de ellos y se hacían ‘afortunadas’ comparaciones entre personas y animales u objetos.

Los Bufones eran generalmente plebeyos y su trabajo consistía en entretener al rey y a sus cortesanos. Para ello contaban con licencia para decir las verdades que otros no podían, siempre que lo hicieran con gracia. Los problemas para Francesillo comenzaron a raíz de la obra que nos ocupa, pues muchos de los aludidos, lógicamente, no veían con buenos ojos saberse ridiculizados ante el rey por un bufón. Francesillo murió asesinado, según todas las fuentes, por oden de algún noble que le pudo perdonar que hubiera puesto por escrito información inconveniente.

Con el tiempo la crónica fue pasando de moda y las copias del explosivo manuscrito quedaron dormidas hasta el año 1855, en que el afamado editor Ribadeneyra incluyó el texto en un tomo recopilatorio titulado ‘Curiosidades Bibliográficas’.

Entre otras referencias a la familia Sotomayor destaca el siguiente párrafo:

«Iba también con su majestad monsieur de laxao, e contábale como don Diego de Sotomayor é el clavero de Alcántara e Rodrigo Manrique no tenían justicia para pedirle la encomienda mayor de la dicha orden, que él era aficionado a ser de ella, y más si le daban la encomienda mayor. Decíale también que don Diego de Sotomayor parecía hijo bastardo de Colón el almirante de Indias, é solicitador de la majorada…»

Es preciso aclarar que Diego de Sotomayor de quien se dice «parece hijo bastardo de Colón» era en ralidad hijo de Pedro madruga, lo que, como mínimo, demuestra que Francesillo y Philippot, con cinco siglos de diferencia sostenían que Colón y Pedro madruga eran una misma persona. También resulta sorprendente que Colón fuera el «solicitador de la mejorada», es decir, que era quien en vida había intermediado para que se le concediera a Diego de Sotomayor un ascenso, pues ¿qué hacía Colón ocupándose de un hijo de Pedro Madruga?.

Aunque los más escépticos puedan pensar que el testimonio de Francesillo puede ser resultadode una bufonada, deben tener en cuenta que toda la información que proporciona la obra sobre hechos y personas y, que hasta el momento se ha podido comprobar, se ajusta a la realidad. Así, cuando afirma en otros casos que alguien «parece hijo bastardo de alguien las genealogías confirman que realmente lo era. También los hechos que se narran son ciertos. La intención de Francesillo al escribir su obra no era la de informar al rey sobre personas o cirdunstancias que el rey desconocía. El rey sabía de sobra quién era cada quién y lo que había hecho cada cual. Lo que Francesillo hizo fue contar con humor la realidad pues a fin de cuentas se trata de una crónica, aunque sea burlesca. y poca gracia hubiera tenido para Carlos V leer hechos inciertos.

Pero hay más. El noble real del bufón era Francés de Navarra. El apellido Zuñíga lo había tomado del duque de Béjar, Álbaro  De Zúñiga y Sotomayor, a cuyo servicio había estado hasta ser reclamado por el rey. Y este sotomayor era pariente cercano de Pedro Madruga, y además ocupaba un cargo relevante en la orden de Alcántara, la misma en la que Diego de Sotomayor aspiraba a un encomienda, por lo que la información además de llegarle al bufón por su presencia constante junto a Carlos V, la obtiene de su cercanía a la familia Sotomayor.

Más información en:

http://correctoresdesabor.blogspot.com/

http://www.colon-gallego.com

ARTÍCULOS ALONSO/PEREIRA EN EL DIARIO DE PONTEVEDRA

El pasado día 12 se celebró la fiesta de hispanidad, efeméride instituida para conmemorar el “descubrimiento” de América por Cristóbal Colón. Como suele ser habitual, en el entorno temporal inmediato se asistió al relanzamiento de una de las formulaciones más “curiosas” -ni siquiera merece la calificación de hipótesis- sobre el lugar de nacimiento del Almirante de la Mar Océano. Aunque la. base científica y documental es nula, resulta de justicia reconocer que los formuladores del planteamiento del Colón natural. de Poio muestran unas desbordantes dosis de imaginación, inventiva y sentido del humor.
Sin embargo, conviene tener presente que de todas las hipótesis que disputan a Génova el lugar de nacimiento (le Colón, la pontevedresa, por lo burda de sus argumentos, como es sabido, el padre de la idea fue de la Riega y, en su momento, sus argumentos fueron rebatidos; punto por punto, por la Real Academia Española de la Historia. El estudio-informe de esta institución demostró la falsedad y manipulación documental en que se había basado el historiador pontevedrés. A partir de ese momento, cual si de un Guadiana se tratase, la “idea” adquiere vigor o muestra una lánguida atonía. Hoy en día, una serie de “curiosos” personajes ávidos de una notoriedad que parece inalcanzable en su actividad habitual, la han retomado, llegando la capacidad inventiva de algunos de ellos a ser tan desbordante que rozan la. paranoia, si no se han instalado en ella. Cabría preguntarse qué estudios de historia tienen estos “ciudadanos”. Si ha u obtenido la licenciatura, la suficiencia investigadora, por qué universidad se han doctorado. A lo mejor la respuesta que podríamos obtener parafrasearía a la famosa declaración del expresidente: «cero patatero». Pero aún podemos hacer unas preguntas a estas mentes preclaras: ¿a qué escuela histórica pertenecen?, ¿Cuál es la metodología empleada?, ¿y la eurística?. Posiblemente seguiremos anclados en idéntico “cero patatero”; o mejor aún, como Dios les dio a bien entender y, a partir de aquí, corno salga la redacción del trabajo; porque al fin y a la postre, ellos deben pensar, que importa la seriedad y el rigor, corno diría un joven, “lo que mola’’ es el protagonismo, la. notoriedad. Aunque existen honrosas excepciones, sorprende el eco y acogida que sus “brillantes” y ‘lúcidas” formulaciones tienen en el conjunto de los medios de comunicación. Esta situación contrasta con la dificultad con que muchas veces se encuentra el saber científico para lograr divulgar, por esos mismos canales, los resultados de arduas investigaciones fruto de un abnegado y silencioso trabajo. No sorprende, por contra, el apoyo que suelen recibir estos “grandiosos Historiadores” de la mayoría de la clase política. Para una gran parte de ella, que entre uno de sus prioritarios horizontes tiene la notoriedad, contribuir a divulgar eso sí, con e] dinero de los contribuyentes y no con el suyo propio- “ideas” tan impactantes y populistas como la citada, hace que se sientan corno pez en el agua. En el caso concreto del Colón con casa en Poio, podernos considerar como lógico el apoyo mostrado por el Concello, pues no deberíamos perder de vista la referencia de que el responsable de su gobierno es un partido nacionalista, y es bien sabido el desprecio mostrado de base científica y documental, apostando en cambio por el mito, la invención, la manipulación..
 

——————————————————————-

El pasado 29 de Octubre en este diario en el apartado de Opinión y Análisis, fue publicado el artículo titulado “Cristóbal Colón” en donde el Sr. D. X. M. Pereira Fernández expuso su perplejidad ante la reivindicación de un Colón gallego y de Pontevedra.

Yo me pregunto que le importará al Sr. Pereira, si en Poio quieren hacer una casa museo, o si la tesis de Colón Gallego tiene seguidores y bastante aceptación entre personas documentadas, no habrá en estos días temas más importantes que sí pueden afectarle más que si Colón nació en Galicia, que por otro lado, de ser demostrable sí le aportaría a él y al resto de los gallegos beneficios de toda índole.

No señor, la Real Academia de la Historia no rebatió punto por punto, nada de nada, permítame que le informe que hoy por hoy, está demostrado, documentado y publicado la existencia del apellido “de Colón” y el de “Fonterosa” (segundo apellido) en Pontevedra, 70 años antes del descubrimiento, y es en el único sitio del mundo donde el apellido coincide con el manifestado por el propio Cristóbal Colón en su carta de Mayorazgo, que por cierto dicen que es un documento apócrifo, claro que de ser así, la única prueba documentada de un Colón Genovés sería falsa, ya no habiendo ninguna otra. Por que cree Vd. que ha despertado tanto interés los restos de Colón?, si quieren cotejar distintos adn’s será por que nada está demostrado, y si alguna tesis está documentada, es la Gallega, y si no está demostrada es por falta de apoyo institucional, y como diría un catalán “tenéis lo que os merecéis”.

Si señor, la única prueba Genovesa era ese Mayorazgo el cual o era apócrifo, o bien mintió deliberadamente, y por ello no sabemos nada de aquel marino que cambió la historia. Su hijo Fernando, en “La vida del almirante” dice: que su padre quiso hacer desconocido é incierto su origen y patria. Pero Colón cuando quería escribir en castellano metía palabras en gallego, y por donde iba bautizando las costas que descubría, le ponía nombres homólogos a la costa gallega.

La nao La Gallega ó La Santa María (dedicada a la iglesia del mismo nombre), fue fabricada en Pontevedra y los españolistas (permítame que le incluya) no demostraron punto por punto nada, y hoy por hoy está suficientemente demostrado y constatado su fabricación en aguas de la Ría.

La Tesis Gallega ha tenido durante más de cien años muchos seguidores foráneos que la mantienen, pero ganan en número los gallegos que la atacan, ¡Que ha hecho Galicia para parir hijos que la desgarran!.

Información: cristobal-colon.com

——————————————————————-

¡El 1 de noviembre, en la sección sección Di@logos de este diario, se publicó una replica de don Fernando Alonso Conchouso a mi artículo titulado: “Cristóbal Colón”, respuesta que entiendo merece una serie de puntualizaciones y/o matizaciones.
1º No es cierto lo que dice el señor Fernando Alonso de que en mi artículo expuse mi perplejidad ante la reivindicación de un Colón gallego -pues de tan “peregrina” idea desde que poseo uso de razón tengo noticia-, sino que únicamente intenté hacer llegar al lector la nula solvencia de tal hipótesis.

2º Como especialista en de otra manera: esto viene a demostrar que el Era algo parecido al anterior historia moderna -el tí- Prueba de ello ha sido de mi tesis doctoral mica catalana) durante el y al que es “Pesca e vida urbana na Ría de Pontevedra, ca. 1500-1800” – si me importa la formulación de del Colón natural de Poio y la denuncia de semejante falacia, entre otras cosas, porque el conocimiento que tenemos de la Pontevedra moderna (ss XVI-XVIII) nos sitúa ante un frade intelectual de dimensiones considerables y eso, guste o no, es obligación comunicarlo.

3º Sr. Alonso, dado el tiempo que ya ha transcurrido desde la publicación de mi artículo, respetuosamente me atrevo a recomendarle que sosegadamente, con tranquilidad, sin dejarse cegar por la pasión, vuelva a leerlo e indíqueme en dónde yo afirmo y defiendo la tesis del Colón genovés. Sr. Alonso, en ningún pasaje del mismo formulo tal aseveración pues soy buen conocedor de la nebulosa, las sombras, que genera el tema. Yo únicamente me limité a afirmar, y me sigo reafirmando, que de todas las hipótesis existentes, la del Colón natural de Poio es la menos solvente.

4º Se acepte de buen grado o no, en su momento, la Real Academia de la Historia, en su estudio-informe, demostró la falsedad y manipulación documental en que se había basado de la Riega.

5º El problema no radica en la falta de apoyo institucional -que desgraciadamente si lo tiene de algunas instituciones para vergüenza y sonrojo-, sino del rechazo frontal que la tesis del Colón natural de Poio le merece al mundo académico y científico. ¿Cuántos investigadores de prestigio y proyección nacional e internacional defienden la citada tesis?. ¿Cuántos profesores de universidad?. ¿Cuántos catedráticos?. Ninguno, Sr. Alonso, ninguno. Sólo cuatro iluminados deseosos de notoriedad, situados al margen del mundo académico y la investigación científica. Sigo preguntando, á ¿cuántos de los defensores de la tesis son, no ya doctores en historia moderna, sino simples licenciados en historia?.

6º La endeblez de la tesis queda patente en los “sólidos” argumentos por usted esgrimidos. Que en los escritos de Colón aparezcan palabras en gallego -o portugués, señor mío-no debe sorprender en alguien que pasó largos años de su vida en el país vecino. Los nombres con que bautizaba los lugares que descubría aparecen en la costa gallega, pero también en múltiples puntos de otros litorales, pues si por algo se caracterizan es por su ambigüedad y validez para muchos lugares. Los múltiples estudios sobre la onomástica de los barcos de la época indican una gran preferencia por el de Santa María, al igual que sucedía con la predilección mostrada por las mujeres por ese nombre. A modo de ejemplo, en la Pontevedra de la segunda mitad del s. XVI y primer cuarto del XVII, en ocasiones, el nombre de María llega a superar el 40% del total de las mujeres que aparecen en los recuentos nominales.

7º Por mucho que duela, la tesis del Colón nacido en Poio causa estupor e hilaridad fuera del entorno inmediato del ínterland de Pontevedra capital. Las “aportaciones” que algunas “mentes preclaras” han realizado en los últimos años identificándolo con cierto noble gallego pasado a la “clandestinidad” lo único que han hecho es situar a la citada tesis en el mundo de la paranoia y el esperpento.

8º Sr. Alonso, no debemos confundir los deseos con la realidad y los resultados de los trabajos científicos. Entiendo que un principio básico que debe regir toda pauta de actuación es el rigor y la seriedad. En el caso de los trabajos de investigación histórica esta formulación se traduce en el hecho de que el análisis debe realizarse desde principios científicos presididos por la razón y contando con soportes de base documental o de otro tipo. Traducido a Galicia, únicamente así contribuiremos al desarrollo, conocimiento y servicio de Galicia, pues sólo podemos explicar nuestro presente si conocemos nuestro pasado, pero este conocimiento tiene que provenir del citado trabajo científico y no de la invención, de la manipulación, de la obtención de unos resultados de despacho ceñidos a intereses o deseos particulares. Aunque usted me considere por eso un mal hijo de Galicia, tenga la absoluta certeza, Sr. Alonso, que pienso continuar trabajando siguiendo las pautas científicas de la primera opción, porque, honestamente, aún costándome algunos sinsabores, creo que es así como sirvo a la tierra que me vio nacer.

9º Sr. Alonso, puede tener la absoluta certeza de mi total satisfacción y alegría en el caso de que algún día se lograse probar el nacimiento de Colón en cualquier lugar de Galicia, pero para eso se necesitan “papeliños”, documentación que lo certifique y, a día de hoy, la misma es inexistente.

——————————————————————–

Estimados Señores: El pasado 24 de noviembre en el apartado de opinión un colaborador de este periódico me invitó respetuosamente a contestarle, no es mi intención cartearme con este señor valiéndome de este medio, pero creo justo se me permita contestar a su artículo (por última vez) y que los lectores forjen su opinión con un criterio más contrastado.

CRISTÓBAL COLÓN
Sintiéndome invitado por el Sr. Pereira a contestar a su artículo del 24 de noviembre, en donde manifestaba reiteradas dudas sobre el origen y cuna de Cristóbal Colón, puedo decirle que no tenían estas dudas en 1917 los vecinos de Porto Santo que ante el Gobernador Civil de Pontevedra don Luis Tur, confirmaban la tradición oral que de padres a nietos se transmitió a lo largo de más de 300 años sobre el nacimiento en aquel lugar de D. Cristóbal Colón, descubridor de América. Adjuntándose a estas declaraciones copia de la escritura de propiedad de los duques de Veragua (descendientes de Colón) sobre la finca de La Puntada, situada en el mismo lugar de Porto Santo.
La mayor parte de los documentos aportados para la defensa de la teoría rieguista, lo fueron por don Casto Sanpedro Folgar. En lo que se refiere al Sr. La Riega, el mismo reconoció haber recalcado algunas palabras desvaídas por la acción natural del tiempo. Pero los análisis llevados a cabo en 1966, por un grupo de especialistas en nuevas técnicas fotográficas, encabezado por la profesora Doña Emilia Rodríguez-Solano y Pastrana, demostraron que los rasgos primitivos no fueron modificados por dichos retoques; de lo que se concluye que los nombres reflejados en algunos documentos supuestamente falseados, son los mismos que antes figuraban en ellos. No existiendo, por tanto falsificación alguna en los documentos de Pontevedra. Hecho al que ya se había referido, mucho antes el notable historiador don Antonio Ballesteros Beretta que los revisó en el museo de dicha ciudad.
Se dispone en la actualidad de más de 30 documentos originales, en los que figura el apellido Colón, referido a distintos miembros de aquella familia residentes en Pontevedra; entre los que se hallan los revisados en 1966, y las actas de nacimiento y defunción rescatadas del Archivo Parroquial de San Bartolomé.
Invito al Sr. Pereira a formar parte del numeroso grupo de Catedráticos y Literatos seguidores del “Colón Gallego”, que a continuación enumero algunos de ellos:
Padre Sarmiento (siglo XVIII), Ramón Sobrino Buhigas, Ramón del Valle Inclán, La condesa de Pardo Bazán, Aureliano Pardo Villar, Tomás Barreira S. J., Valentín Paz Andrade, Casto Sampedro Folgar, Emilia Rodríguez Solano, Fray Manuel de Castro y Castro, J. M. Riguera Montero, Juan Fernández Gil y Casal, Constantino de Horta y Pardo, Enrique Zás y Simó, Rafael Calzada, Antonio Fernández y Fernández, Prudencio Otero Sánchez, Modesto Bará Alvarez, Manuel Rodríguez Martínez (el médico Rodríguez), Ramón Marcote, Eva Canel, Julio Tortosa Franco, Gerardo Alvárez Limeses, Hipólito de Saá Bravo, Entonio Ballesteros Beretta, Ramón Blanco Areán, Manuel Saralegui y Medina, Antonio Rey Soto, Luis Gorostola Prado, Leopoldo Eijo Garay, Rafael López de Haro, Vicente Blasco Ibáñez, Marcelo Macías, Alfonso Rodríguez Castelao, Luciano Rey Sánchez, Ricardo Beltrán y Rózpide, Arístides Martínez, Carlota Mansfield, Joaquín Aramburo, Luis Tur y Palau, Valentín Letelier, Van Sneider, Mr. Huntington, Mr. Trapote, Martín Sharp Hume, Alfonso de Bustos, José Ramón Fontán González, Pedro de Frutos, Marcelo Gaya, Pedro Izquierdo Corral, Atanasio López, Manuel Mosqueira Manso y Alfonso Philippot Abeledo, entre otros muchos.
Actualmente el historiador Alfonso Philippot Abeledo en su libro “La identidad de Cristóbal Colón” aglutina en un considerable volumen todas las pruebas existentes rigurosamente contrastadas, donde relaciona por ejemplo, 300 voces escritas por Colón y que son exclusivamente gallegas y no portuguesas, y puedo anticipar que muy pronto el Sr. Philippot dará un giro certero a favor de la “LA VERDAD HISTÓRICA”.
Los catalanes quieren cotejar el ADN de Sevilla con los del “Príncipe de Viana”, nosotros queremos que se haga también con los restos de descendientes de “Pedro Alvares de Soutomaior”, estando convencidos que la primera opción solo sirve para la propaganda mediática y que no probarán ni encontrarán nada que no sea fortalecer más si cabe la tesis gallega.